En tierra de ¡®queixos¡¯ y pallozas
De Pedrafita do Cebrerio a Samos, una ruta por la comarca lucense de Os Ancares para catar un queso con pedigr¨ª y contemplar un claustro de 3.000 metros cuadrados
Pedrafita do Cebreiro es, circulando por la autov¨ªa A-6, el primer (o el ¨²ltimo) pueblo de Galicia; entrada al m¨¢gico tel¨®n de grelos, que dir¨ªa el escritor Manuel Rivas. Un puerto de monta?a de resonancias m¨ªticas: los tiempos avanzan y ahora aquello no impresiona tanto, pero all¨ª agot¨¢bamos de ni?os el suministro nacional de Biodramina. Punto de trasiego ineludible para peregrinos que anhelan la compostelana. Desviaci¨®n hacia Os Ancares, una de las sierras m¨¢s rec¨®nditas de la Pen¨ªnsula, en la que vecinos y ganado compart¨ªan techo en las pallozas hasta hace apenas medio siglo. Y patria del queso de Cebreiro, la denominaci¨®n de origen m¨¢s at¨ªpica ¡ªpor textura, sabor y escasez de su producci¨®n¡ª de las cuatro con que cuentan los gallegos. Podemos hacernos con ¨¦l en las tienditas que jalonan la traves¨ªa de la antigua N-VI; en particular el supermercado Chao, en la margen derecha, un colmado humild¨ªsimo pero tan tradicional que es imposible no pegar la hebra con los due?os. Y es que un alto para el avituallamiento siempre ha sido, y ser¨¢, una buena manera de adentrarse en los dominios del rey Breog¨¢n.
Hasta cuatro queixos con denominaci¨®n propia, que viene a ser como el pedigr¨ª, se pueden encontrar en las estanter¨ªas galaicas. Todos de vaca, que por algo Rivas, por seguir citando a cl¨¢sicos incontestables, le dedic¨® un libro a un mill¨®n de estos rumiantes. El de Arz¨²a-Ulloa, tan cremoso y abrazado por una tira de tela para que no se desparrame, nace de 22 concellos del interior coru?¨¦s y es el segundo m¨¢s consumido de toda Espa?a, despu¨¦s del imbatible manchego. El de tetilla, sin adscripci¨®n geogr¨¢fica concreta, es parecido pero m¨¢s curado y con esa forma peculiar que provoca la risa nerviosa a todos los chiquillos. Y el de San Sim¨®n, originario de Vilalba y otros enclaves de la lucense Terra Ch¨¢, se ah¨²ma con madera de abedul y es una exquisitez sin parang¨®n (hagan la prueba, por ejemplo, con un Don Crisanto).
Pero casi nadie tiene en sus oraciones al queso de Cebreiro, de producci¨®n muy exigua, cuya forma recuerda a los gorritos de cocinero y su sabor, agrio, intenso y peculiar, queda a medio camino entre el reques¨®n y la variedad afuega¡¯l pitu asturiana.
Merece la pena en Pedrafita acercarse a la f¨¢brica de Castelo de Bra?as y pedirle a Adri¨¢n P¨¦rez Lago, hijo del fundador y joven l¨²cido y avispado cual centella, que nos la ense?e. ¡°Esto, ya veis, es poco m¨¢s que una cocina grande¡±, dice mientras los dos ¨²nicos operarios de la f¨¢brica amasan la pasta l¨¢ctea en los moldes de doble altura, un ritual que tiene mucho de hipn¨®tico. Se fabrican apenas 200 unidades diarias de castelos, que obtuvo la medalla al mejor queso fresco en el Sal¨®n Gourmet de 2018, as¨ª que ese ancestral queixo de pastores va hoy camino de erigirse en delicatessen. Su sabor realza a diario el rape al Cebreiro que figura en la carta del Mes¨®n de Alberto, uno de los m¨¢s ilustres de Lugo, y entre los clientes habituales de la f¨¢brica figuran cadenas hoteleras de Grecia, Suecia y¡ ?Zanz¨ªbar!
Pedrafita tiene mucho que caminar, pero poco m¨¢s que ver. As¨ª que lo mejor es retornar al coche y recorrer despacio ¡ªpor la LU-633¡ª los cinco kil¨®metros que la separan de la aldea de O Cebreiro; deteni¨¦ndonos en los miradores y disfrutando del infinito horizonte de montes pelados. En la capital oficiosa del concello esperan, entre otros encantos, la joya prerrom¨¢nica de Santa Mar¨ªa A Real (con su colecci¨®n de Biblias en docenas de idiomas ex¨®ticos), pallozas reconstruidas (las genuinas de Ancares pillan m¨¢s a trasmano y por corredoiras, donde es casi un milagro superar los 40 kil¨®metros por hora) y un centro de interpretaci¨®n del Camino de Santiago. Las placas y dem¨¢s recordatorios de El¨ªas Vali?a, el p¨¢rroco de O Cebreiro que revitaliz¨® las peregrinaciones, se cuentan por docenas.
La iglesia prerrom¨¢nica de Santa Mar¨ªa A Real (O Cebreiro) guarda una colecci¨®n de Biblias en idiomas ex¨®ticos
Para el avituallamiento se puede acudir a Casa Carolo, frecuentado por los paisanos de toda la vida y con esa decoraci¨®n r¨²stica (en gallego le dir¨¢n enxebre) que invita a pasar un buen rato curioseando por las paredes. Pero el d¨ªa no estar¨¢ completo si antes de que acabe uno no se anima a recorrer (en coche) los 30 kil¨®metros que nos separan de Samos, en un tramo duro y muy poco poblado de la ruta compostelana. Al llegar a este pueblo presidido por un palco municipal de 1953, como involuntario homenaje a Bienvenido, Mr. Marshall, espera uno de los monasterios m¨¢s esplendorosos de todo el noroeste peninsular.
Noche en la abad¨ªa
La abad¨ªa de Samos, del siglo VI, es un milagro de la orden benedictina en mitad de la llanura deshabitada. Y un prodigio poco conocido, pese a que las recurrentes visitas de Franco, gran amigo del abad Mauro G¨®mez Pereira, la convirtieron en protagonista reiterada del No-Do. Su claustro principal es de finales del XVII y una muestra del paso del Renacimiento al Barroco. Dedicado al padre Feijoo, porque en ¨¦l tom¨® los h¨¢bitos en 1690, es, con sus 3.000 metros cuadrados (54 metros de lado), uno de los m¨¢s grandes de Espa?a. Pero aqu¨ª las vocaciones languidecen: tan solo cinco monjes de clausura regentan hoy el coloso, que dispone de hospeder¨ªa ¡ª16 habitaciones con cama doble a raz¨®n de 60 euros, con las tres comidas diarias incluidas¡ª, y en dicho c¨®mputo est¨¢n incluidos desde el novicio, de 20 a?os, hasta el hermano mayor, que empu?a la escoba cada ma?ana a sus 92.
El monasterio sufri¨® un incendio pavoroso en 1951 y buena parte del piso superior est¨¢ reconstruido. Las nuevas pinturas, repletas de trampantojos, corrieron a cargo de Celia Cort¨¦s, algo at¨ªpico en los grises a?os del r¨¦gimen franquista. No es que sean muy ortodoxos ni el objeto de culto ni la t¨¦cnica empleada, pero, por curiosas, merece la pena detenerse a verlas. Cuando descubran una gran Virgen de enorme parecido con Sara Montiel no ser¨¢ casualidad, sino homenaje o picard¨ªa. Y m¨¢s si a su vera la contempla y protege un angelito negro, como aquel que populariz¨® Antonio Mach¨ªn.
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