Mbapp¨¦, el pol¨ªtico del gol
Fueron varios los futbolistas que elevaron la voz ante el avance de la extrema derecha, pero tan importante es lo que se dice como qui¨¦n lo dice
Lo contaba, orgulloso, un entrenador adicto al trabajo y a la disciplina. Al parecer, la mujer de un jugador no admit¨ªa las largas concentraciones de su marido y el entrenador decidi¨® hablar con ella. Como los puntos de vista eran irreconciliables, el entrenador culmin¨® la charla con una pregunta: ¡°?Qu¨¦ prefieres, un futbolista o un hombre?¡±. La mujer no necesit¨® pensar: ¡°Un hombre, por supuesto¡±. El entrenador conclu¨ªa la an¨¦cdota con su tajante resoluci¨®n: ¡°Al final de la temporada, ech¨¦ a su marido¡±.
Le¨ªdas las declaraciones pol¨ªticas de Mbapp¨¦ y las pol¨¦micas que provocaron, se me ocurre trasladar aquella pregunta a los aficionados del Madrid. ¡°?Qu¨¦ prefieren, un futbolista o un hombre?¡±.
Fueron varios los futbolistas que elevaron la voz ante el avance de la extrema derecha, pero tan importante es lo que se dice como qui¨¦n lo dice. Y cuando Mbapp¨¦, en plena Eurocopa, entr¨® a saco en el debate pol¨ªtico invitando a los j¨®venes a que se posicionaran en favor de la tolerancia y en contra del racismo, m¨¢s de uno crey¨® que no ten¨ªa derecho a hacerlo.
No hace tanto, Vinicius fue v¨ªctima de actos racistas en distintos estadios. Su popularidad agigant¨® la condici¨®n de v¨ªctima hasta el punto de convertirlo en un s¨ªmbolo para la causa. El Madrid lo ampar¨®. En un partido se sent¨® en el palco al lado de Florentino P¨¦rez y el estadio le hizo sentir su apoyo. Ahora Mbapp¨¦ tira por elevaci¨®n d¨¢ndole soporte ideol¨®gico a aquella desagradable situaci¨®n. Pero hay quien entiende que, como futbolista, no debe meterse en pol¨ªtica. Si es para proteger a uno de los nuestros, no hay duda en apoyar. Pero si es para defender a la sociedad levantando la bandera de la diversidad ante un extremismo que no admite la mezcla, creemos que no le incumbe a un futbolista. Demasiada causa para unos privilegiados poco ilustrados, suele pensarse. Les perdonamos los Ferraris, pero no que hablen por los que no tienen voz.
El f¨²tbol es pueblo y los jugadores lo representan. ?C¨®mo no va a levantar la voz Mbapp¨¦ por aquello que le ata?e a ¨¦l y a los suyos? ?Qu¨¦ mejor portavoz? D¨¦jenme decirles que los futbolistas puede que no sean ilustrados, pero inteligentes lo son casi todos, Mbapp¨¦ muy especialmente, y bobo no conoc¨ª a ninguno. Este fue siempre un juego de astutos, que es la inteligencia de los pobres.
Lo incre¨ªble es que el f¨²tbol haya hecho tanto silencio social durante un siglo. Por esa raz¨®n, la voz de Mbapp¨¦ son¨® tan fuerte. No estamos acostumbrados. Nos parece admirable el compromiso de las mujeres futbolistas, o de los actores o actrices de moda, pero los futbolistas parecen ser una pertenencia de los aficionados y no les otorgan permiso para hablar. Puedo entenderlo ante situaciones normales, pero estos son tiempos excepcionales.
El desapego de los j¨®venes por la pol¨ªtica es una verdad estad¨ªstica que compromete el latido democr¨¢tico de las sociedades avanzadas. No solo en Francia. En el segundo partido m¨¢s votado de Alemania hay personajes pronazis y declarados admiradores de las SS. Pero sigamos sin darle importancia. Mientras no nos molesten a nosotros, que siga la fiesta y los selfis s¨²per felices. Si aparece alguien con compromiso pol¨ªtico empujando a los j¨®venes hacia la responsabilidad democr¨¢tica pidiendo su voto, nos parece aberrante. Y si por el camino falla un gol hasta lo acusar¨¢n de estar distra¨ªdo por meterse donde no lo llamaron.
A la espera de que los futbolistas se conviertan en robots, los actuales, en cuanto personas, tienen todo el derecho a decir lo que quieran. Y hasta el deber de utilizar el poder emocional que confiere el f¨²tbol para intervenir en este crucial debate.
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