?ltima tecnolog¨ªa Xavi
No se vende a los compa?eros, no se filtran conversaciones privadas a los peri¨®dicos, no se llama a las empresas para quejarse del trabajo de alguien, no se se?ala a los periodistas en las ruedas de prensa. Puede hacerse todo eso, claro. Pero es mejor no hacerlo.
Me ha hecho gracia imaginarme, el viernes noche en El Larguero cuando me preguntaron si alguna vez alguien se hab¨ªa molestado con mi trabajo y me lo hab¨ªa hecho saber, invent¨¢ndome la respuesta: ¡°Xavi¡±. La idea de no poder controlar una trola, un repentino ataque de importancia que se me va de las manos. De repente me escucho decir ¡°Xavi¡± como puedo decir ¡°Kate Middleton¡±. Intento averiguar el motivo que me llevar¨ªa a inventarme semejante mentira y no se me ocurre ninguno m¨¢s all¨¢ de la inmolaci¨®n. No, no he perdido tanto la cabeza; aunque me gustar¨ªa, llegado el caso, perderla con tanta gracia.
No ha sido tan gracioso volver a ver el v¨ªdeo en el que digo ¡°Xavi¡± y observar que es normal deducir que ¨¦l me escribi¨® a m¨ª directamente. Ya me hubiera gustado: fue bastante peor. Si fuera as¨ª yo no hubiera contado jam¨¢s eso. Esas llamadas son cosas que ocurren tres veces a la semana en mi profesi¨®n. Una persona se ofende o se alegra con algo que t¨² escribes, consigue tu contacto y te lo hace saber: morreu o conto. Es elegante por su parte el comunicarlo con educaci¨®n y elegante por la tuya asumir que lo que uno escribe tiene consecuencias. Lo que no fue elegante fue lo que hizo Xavi cuando yo publiqu¨¦ en 2018 La tecnolog¨ªa Xavi, un art¨ªculo que envejece de maravilla: escribirle a un par de compa?eros quej¨¢ndose amargamente y que esos compa?eros trasladasen su enfado a mi jefe de secci¨®n. Que ejerci¨® de jefe de EL PA?S y me llam¨® para decirme que el art¨ªculo era estupendo y aquel d¨ªa, adem¨¢s, el m¨¢s le¨ªdo del peri¨®dico.
Aquello no me pareci¨® grave ni relevante, de hecho nunca lo cont¨¦ en p¨²blico porque quejas de esas, con esos mismos m¨¦todos, hay todos los d¨ªas. Ni ped¨ªa mi despido ni quer¨ªa que el art¨ªculo se retirase. Era un jugador, otro m¨¢s, enfadado porque no se le trataba como ¨¦l consideraba que ten¨ªa que ser tratado. Y olvid¨¦ el asunto hasta que esta semana, despu¨¦s de pasar de octavos de final de Champions en casa, Xavi lleg¨® a la rueda de prensa y celebr¨® la victoria hist¨®rica restreg¨¢ndosela a Ramon Besa por un art¨ªculo que, parad¨®jicamente, Xavi no ley¨® (El Bar?a, derrotado ante el Shaktar, es el buf¨®n de Europa) en el que no se hablaba tanto del Bar?a de Xavi como del Bar?a de los ¨²ltimos a?os en Europa. Esa mezquindad me result¨® familiar y record¨¦, entonces, lo ocurrido hace seis a?os con mi art¨ªculo, sus mensajes indignados y su agitado toque de atenci¨®n.
Los problemas de Xavi con los medios son producto de la relaci¨®n enfermiza que la prensa espa?ola tiene con su selecci¨®n nacional. La protecci¨®n de sus s¨ªmbolos lleva a estos a creer que no se les puede tocar. A Xavi no se le tocaba cuando era jugador y es natural que est¨¦ desconcertado como entrenador. Que tenga yo a Edu Polo, ¡°ahora trabajo para Xavi¡±, al tel¨¦fono un s¨¢bado por la tarde para llamar corriendo a un peri¨®dico tras colgarme no es tanto culpa de Edu Polo como de una atm¨®sfera de club dedicada m¨¢s a estudiar lo que pasa en los peri¨®dicos que lo que pasa en los campos. De ah¨ª la extra?eza de Polo cuando, al pedirme los nombres de los periodistas a los que Xavi escribi¨®, le acab¨¦ diciendo que no me acordaba. Claro que me acuerdo, Edu. Pero no se vende a los compa?eros, no se filtran conversaciones privadas, no se llama a las empresas para quejarse del trabajo de alguien, no se se?ala a los periodistas en las ruedas de prensa. Puede hacerse todo eso, s¨ª. Ya digo que a m¨ª no me importa; si me importase no lo contar¨ªa seis a?os despu¨¦s y a prop¨®sito de otro compa?ero. Pero es mejor no hacerlo.
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