Busquets descubre las carencias de Alemania
Cuando Musiala, el ¨²nico que baj¨® a pedirla con energ¨ªa, intent¨® hacerse cargo de la situaci¨®n, el capit¨¢n de Espa?a le cerr¨® el camino y Alemania se ahog¨®
El estadio de Jor es un homenaje a la jaima. La tienda de los n¨®madas del desierto se representa con una cubierta ondulante de tefl¨®n estampado con rayas de dise?o beduino. Los futbolistas en el campo tambi¨¦n son n¨®madas, de lo contrario el torneo que se celebra en Qatar ser¨ªa futbol¨ªn. Los 100x50 metros de superficie de hierba son el s¨ªmbolo del territorio en disputa. El primero que ve al enemigo goza de una ventaja. Para agredir o para protegerse. De eso se trata cuando dos equipos como Alemania y Espa?a comienzan a jugar: de que cada uno de los 22 jugadores detecte el peligro. Como no hay un hombre con m¨¢s ojo que Busquets en todo el Mundial, lo primero que hizo el capit¨¢n espa?ol fue asegurarse de que Jamal Musiala permaneciera bajo su vigilancia estrecha.
La elecci¨®n de Busquets denunci¨® la precariedad en la que vive esta selecci¨®n alemana. Los primeros minutos del partido lo confirmaron. Sometida a la presi¨®n avanzada espa?ola, y con G¨¹ndogan emplazado como falso nueve para cortar la salida de Busquets en el campo rival, ni Kimmich, ni Goretzka, ni S¨¹le, ni R¨¹diger se ofrecieron con prontitud para salir del atolladero. El ¨²nico al que no le import¨® arriesgarse a perder la pelota en el hervidero de piernas, el ¨²nico que baj¨® a pedirla con energ¨ªa, r¨¢pido y decidido para ganarle un palmo a su marcador, fue este chico de 19 a?os que apenas suma dos temporadas como profesional.
¡°Musiala es un ni?o¡±, dijo Gundogan, al salir del estadio de Jor, exhausto. ¡°?Pero dentro del campo es un hombre! Hizo un partido admirable. ?Gan¨® muchos uno contra uno!¡±. El centrocampista del City hab¨ªa repasado la estad¨ªstica: con 16 duelos ganados en el partido, nadie, sumadas las dos selecciones enfrentadas, hab¨ªa resultado m¨¢s desequilibrante que Musiala con la pelota en el pie. Sus compa?eros no se le aproximaron.
Hansi Flick, el seleccionador, ya advirti¨® que el problema de Alemania contra Jap¨®n hab¨ªa sido que a sus jugadores les hab¨ªa faltado ¡°convicci¨®n¡± para ¡°actuar de manera m¨¢s constante¡± con la pelota en los pies. Curiosamente, dijo que para corregirlo hab¨ªa preparado entrenamientos espec¨ªficos. Pr¨¢cticas, en la remota concentraci¨®n de Al-Shamal, orientadas a elevar el esp¨ªritu. Desde tiempos hist¨®ricos, los entrenadores alemanes se han convencido de que la voluntad puede corregir cualquier deficiencia. Pero la realidad de la alta competici¨®n repite obstinadamente que aquello que no se trae de la cuna es imposible de desarrollar en el entrenamiento, por m¨¢s decididos que se muestren los implicados a cambiar su suerte.
Bajo la presi¨®n extrema conducida por Busquets, en esos minutos iniciales asomaron las carencias y las virtudes reales del adversario. Ni Musiala fue un osado ni Kimmich y Goretzka se comportaron como irresponsables. Musiala pidi¨® el bal¨®n porque su dominio del espacio y su actividad cognitiva le permiten asumir el riesgo con garant¨ªas de salir airoso. Si los dem¨¢s se encogieron fue porque ten¨ªan tantos adversarios encima que no sab¨ªan exactamente d¨®nde estaban parados, ni si tendr¨ªan tiempo de girarse. Cuando Musiala intent¨® hacerse cargo de la situaci¨®n, Busquets le cerr¨® el camino y Alemania se ahog¨®.
La tetracampeona solo super¨® este estado de ansiedad inicial cuando se aferr¨® a sus consignas de juego sin bal¨®n. Con garra para defender y orden para llevar la presi¨®n a campo espa?ol. Durante una hora, el partido fue la apoteosis dal gegenpressing, la contrapresi¨®n, o presi¨®n tras p¨¦rdida, que le llaman. G¨¹ndogan se emparej¨® con Busquets, Kimmich con Pedri y Goretzka con Gavi. Hombre al hombre, la maquinaria de Flick en el mediocampo funcion¨® como bote salvavidas. Si su equipo no ten¨ªa suficiente calidad para circular la pelota con seguridad, al menos pod¨ªa escapar del naufragio impidiendo que fuera Espa?a la que moviera la pelota a toda velocidad.
El gol de Morata constat¨® que Alemania apenas pudo jugar a reaccionar y el empate del tanque F¨¹llkrug ¡ªque ingres¨® en la segunda parte¡ª acentu¨® la tendencia. A falta de toque, la vieja Alemania se agarr¨® a su identidad ancestral de empuje, arremetida y martillazo.
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