La felicidad de Marruecos en el coraz¨®n de Doha
Los internacionales marroqu¨ªes aguardan entre rascacielos el enfrentamiento con Espa?a, con tintes de derbi vecinal
La selecci¨®n de Marruecos vive feliz encajonada entre el imponente bosque del rascacielos del que tambi¨¦n forma parte el lujoso hotel Wyndham en el que se hospeda, anclado en el coraz¨®n del distrito West Bay de Doha. El edificio se dispara hacia las alturas con la uni¨®n de tres cubos de cristal oscuro que, en una terraza exterior, da cobijo a cuatro piscinas y a un lounge donde los clientes fuman shishas. La expedici¨®n marroqu¨ª ha sido de las pocas que ha preferido recluirse en el coraz¨®n de Doha. No ha buscado el aislamiento en la periferia de la Universidad de Qatar, como Espa?a y Argentina, o en un resort en medio del desierto como Alemania o B¨¦lgica.
En medio del bullicio capitalino de coches y clientes de la bater¨ªa de restaurantes que se atisba desde la planta en la que vive bunkerizado el rival de Espa?a en octavos de final, emergen aficionados marroqu¨ªes que claman por la presencia de los h¨¦roes. La hinchada es la m¨¢s ruidosa en las noches del zoco de Doha. Muchos de sus aficionados, antes de regresar a su hotel, se pasan por el de su selecci¨®n para rendir tributo a los futbolistas que han igualado a la selecci¨®n que particip¨® en el Mundial de M¨¦xico 86. La generaci¨®n del guardameta Ezaki Badou, de los finos centrocampistas Timoumi y Dolmy y del goleador Khairi ha encontrado sucesi¨®n 36 a?os despu¨¦s en una camada que ha invadido de talento a clubes de todas las grandes ligas europeas.
Lo ¨²nico que comparten en com¨²n ambas generaciones es que el seleccionador Walid Regragui conserva de la vieja escuela de entrenadores el silbato para reunir a sus jugadores en torno a su figura antes de comenzar el entrenamiento. Al reclamo de los agudos pitidos que truenan en el Duhail Stadium acuden los Ziyech, En-Nesyri, Munir Mohamedi, Abde, Bono, Amrabat y Mazraoui para formar un corro junto al resto del grupo. Del ritual alrededor de Regragui emana con fuerza un grito de guerra, ¡°?Yallah!¡± (vamos), que da paso a los cl¨¢sicos rondos. Ziyech y Achraf Hakimi siguen desde bicicletas est¨¢ticas el c¨ªrculo de toques en los que tambi¨¦n se integran Regragui y su cuerpo t¨¦cnico.
Las carcajadas durante el ejercicio delatan a una selecci¨®n animada y convencida de que puede complicarle la vida a Espa?a el pr¨®ximo martes. ¡°Hemos pasado a la historia, lo hemos celebrado festejando en el vestuario, han sido d¨ªas inolvidables¡±, dice el habilidoso extremo Abde, cedido este verano por el Barcelona a Osasuna. ¡°Confiamos mucho en nosotros, podemos ganar a cualquier equipo esforz¨¢ndonos y trabajando duro¡±, prosigue Abde en la sala de prensa, donde su intervenci¨®n no pasa de los cuatro minutos. Se extienden m¨¢s en su discurso los internacionales marroqu¨ªes que atienden a las televisiones con derechos a pie de campo, mientras el resto sigue ejercit¨¢ndose.
Hay un componente de fuerte desaf¨ªo en la selecci¨®n marroqu¨ª por la vecindad y por la numerosa colonia de compatriotas que residen en Espa?a. Los internacionales espa?oles que acudieron al Mundial de Rusia ya sufrieron ese grado extra de competitividad en el ¨²ltimo partido de la fase de grupos. En el descuento, un tanto de Iago Aspas igual¨® el marcador (2-2).
¡°La favorita es Espa?a, pero vamos a dar el 200% porque sabemos que si lo hacemos podemos ganar y competir con cualquiera. Esa es nuestra arma¡±, advierte el guardameta Munir Mohamedi, nacido en Melilla.
¡°Espa?a tiene mucha paciencia con el bal¨®n y nos van a hacer correr mucho. Nosotros a lo nuestro, a intentar no encajar gol y a hacer nuestro juego con bal¨®n¡±. Ese juego no ser¨¢ otro que buscar la espalda de los centrales espa?oles. ¡°A ver si en alguna transici¨®n podemos pillarles¡±, amenaza el exportero del Numancia y el M¨¢laga.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter especial sobre el Mundial de Qatar
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.