Genios sin caducidad
El escritor argentino Mart¨ªn Caparr¨®s y el mexicano Juan Villoro mantienen una correspondencia durante todo el torneo y constatan que el bal¨®n sabe tambi¨¦n mucho de amistad
Mart¨ªn querido:
El f¨²tbol no es ajeno a los evangelios; ya mencionamos a Lenin en nuestras cartas y ahora toca el turno a Marx. Recordar¨¢s lo que dijo de que la historia sucede como tragedia y se repite como comedia. Pues bien: en la Era Kardashian los sucesos regresan como telenovela. Ah¨ª est¨¢ el caso de Cristiano, del que tanto hemos hablado, no por sus jugadas, sino por la convulsa humanidad que revel¨® en el Mundial.
Con caracter¨ªstica coherencia, el 7 portugu¨¦s hizo un berrinche ante el entrenador que lo mand¨® a la Siberia de los suplentes, conden¨¢ndolo a quedarse a un gol de la marca de Eusebio en los mundiales.
Aunque no pierde seguidores en las redes, los clubes no reclaman su costosa presencia. Y ya se?alaste un tema de esc¨¢ndalo: se ha dejado cortejar con el Al-Nassr, de Arabia Saud¨ª, poniendo en duda el rechazo que parec¨ªa tener por ese pa¨ªs dictatorial. Es posible que as¨ª ejerza la facultad humana de ser incoherente o que haya cedido a otra tentaci¨®n, tambi¨¦n humana, de especular al m¨¢ximo, publicitando la oferta en petrod¨®lares para que alg¨²n club europeo todav¨ªa lo considere deseable.
Por suerte, t¨² y yo ejercemos un oficio sin jubilaci¨®n que permite hablar con plat¨®nico entusiasmo de la juventud o los cortes de pelo. Desde esa perspectiva te referiste a algo esencial en el f¨²tbol: los h¨¦roes y su posible fecha de caducidad.
Qatar ha tra¨ªdo distintas variantes de la tercera edad futbol¨ªstica. La de Cristiano es la m¨¢s triste. Durante veinte a?os suscit¨® muy variadas emociones sin incluir la compasi¨®n. Su ¨¦xito era refractario a la l¨¢stima que hoy despierta, digna de ¡°El desdichado¡±, de Nerval, y su ¡°negro sol de la melancol¨ªa¡±. Despu¨¦s de la derrota ante Marruecos, sali¨® llorando de la cancha; lo revelador es que lo hizo en absoluta soledad. Su desconsuelo no era el de quien practica un deporte donde las camisetas se contagian de sangre, sudor y l¨¢grimas, sino el de un corredor de fondo que no lleg¨® a la meta.
En cambio, a sus 37 a?os, Luka Modric parece capaz de repetir el t¨ªtulo de mejor jugador del Mundial obtenido Rusia. Entonces ya ten¨ªa la edad de Pel¨¦ cuando alz¨® su ¨²ltima copa en M¨¦xico y le recomendaban planes de retiro. Pero su veteran¨ªa no conoce l¨ªmites. Llev¨® al Real Madrid a su m¨¢s reciente Champions y en Qatar s¨®lo puede ser desafiado por otro genio de la vieja guardia, el 10 de tu pa¨ªs (a no ser que Mbapp¨¦ todav¨ªa brinde partidazos).
Estamos ante dos singulares formas de conservaci¨®n y reparto de la energ¨ªa. Mientras Modric despliega una creatividad centr¨ªfuga, Messi ejerce las pausas m¨¢s asombrosas del f¨²tbol y se desmarca caminando. Ambos est¨¢n siempre en el sitio correcto: uno llega corriendo, el otro ya estaba ah¨ª.
Paso ahora a un joven de 29 a?os a quien el mundo abruma con consejos. Ante Francia, Harry Kane dio un partido digno de la leyenda que consagra la excelencia en las bolsitas de t¨¦: ¡°By appointment to Her Majesty the Queen¡±; sin embargo, fall¨® un penal que el azar convirti¨® en decisivo.
Los psic¨®logos de la hierba analizan la presi¨®n de cobrar dos penas m¨¢ximas en el mismo partido ante un portero con el que se comparte equipo, y los eruditos del vestuario recuerdan que Maradona le recomend¨® al ariete del Tottenham cambiar la direcci¨®n de su disparo en el segundo penal. La oscura verdad es que los penaltis son incalculables. De eso depende su drama y su poes¨ªa.
En 1962, cuando el Mundial se celebr¨® en Chile, Roberto Bola?o ten¨ªa 9 a?os y viv¨ªa en Quilpu¨¦, a cincuenta metros de donde se hospedaba la selecci¨®n brasile?a. No se perdi¨® un solo entrenamiento de la selecci¨®n que ganar¨ªa la copa. Ah¨ª conoci¨® a Pel¨¦, Garrincha y Vav¨¢. Un d¨ªa pudo pisar el campo y el legendario Edvaldo Izidio Neto, conocido como Vav¨¢, le tir¨® un penalti. Roberto lo ataj¨®. ¡°Es la mejor haza?a que he hecho¡±, dir¨ªa a?os despu¨¦s.
Tal vez el simp¨¢tico Vav¨¢ quiso hacer feliz a un ni?o chileno y lanz¨® un tiro flojo, o tal vez el escritor imagin¨® una trama que acab¨® siendo tan verdadera como la de Los detectives salvajes. Lo ¨²nico cierto es que un penalti es un misterio del carajo.
Si acaso, Kane solo es culpable de obedecer demasiado a Maradona. Despu¨¦s de anotar su primer penalti, mand¨® el segundo a un sitio totalmente distinto: la fila 17.
La pena m¨¢xima es un invento esot¨¦rico que permite ser ¨¢ngel o demonio. Aun fallando, Kane fue algo m¨¢s extra?o: el mejor hombre de Inglaterra.
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