El asesinato de Luka Modric y la venganza del 10
El capit¨¢n de Croacia vive a los 37 a?os el mejor momento de su carrera, como en 2018, cuando escuch¨® que nunca volver¨ªa a jugar a ese nivel. Su infancia fue una historia de terror. Su historia, la de uno de los futbolistas m¨¢s grandes
Cuatro a?os antes de que Luka Modric consolase en Qatar a Rodrygo, cuyo padre tiene un a?o m¨¢s que Modric, tras la eliminaci¨®n de Brasil ante Croacia (¡°esto no es nada, saldr¨¢s m¨¢s fuerte, te quiero, te quiero, hijo¡±), Mario Mandzukic buscaba en Mosc¨² al propio Modric, que deambulaba con un nudo en la garganta por el campo con el trofeo de mejor jugador del Mundial buscando un lugar tranquilo en el que llorar. El 9 gigant¨®n lo encontr¨® y le dijo con la voz ronca: ¡°Ya s¨¦ que es duro, para m¨ª tambi¨¦n lo es. Pero no hay que llorar. Lo hemos dado todo y hemos hecho algo grande¡±. En la vida es tan importante ofrecer un hombro, como que no te falte.
Cuenta Modric en su biograf¨ªa Mi partido (C¨®rner, 2019), escrita con Roberto Matteoni, que despu¨¦s de las palabras de Mandzukic y de los gritos de la afici¨®n, cuando baj¨® del podio con la medalla de subcampe¨®n del mundo, se acord¨® de su abuelo Luka Modric, un pastor de ovejas y cabras de Zaton Obrovacki, pueblo del municipio de Jasenice, en Zadar. El 18 de diciembre de 1991, el hombre, de 66 a?os, estaba a primera hora con el reba?o cuando vio venir a un grupo de chetniks, paramilitares serbios, en varios autos: los mercenarios se bajaron, fueron corriendo hacia ¨¦l entre c¨¢nticos en honor a Slobodan Milosevic y le gritaron: ¡°?Qui¨¦n eres, qu¨¦ est¨¢s haciendo aqu¨ª? Esta es una tierra serbia. Mu¨¦vete, mu¨¦vete¡±, y le pegaron varios tiros. Su familia supo que algo terrible hab¨ªa pasado cuando las ovejas volvieron a casa sin ¨¦l. Ah¨ª se acab¨® la vida feliz del ni?o Modric, a los seis a?os, y con ella su infancia: sacar a los animales con su abuelo, ayudar en la casa, huir de v¨ªboras que se encontraba en los barrancos, re¨ªrse con la historia de su abuela Jela, que al nacer ¨¦l se vino arriba, bebi¨® dos chupitos por primera vez en su vida, se empez¨® a marear y acab¨® ingresada en el hospital de Zadar por deshidrataci¨®n, o sea, por resaca.
La cr¨®nica del asesinato de Luka Modric, el abuelo, la public¨® Ivica Marijacic en el Zadarski List en abril de 1995; los autores pertenec¨ªan a una milicia llamada SAO Krajina. Hace a?os el periodista Peter Staunton estuvo all¨ª, en Zaton Obrovacki, para contar para la web Goal el origen de Modric, y lo primero que supo fue que los asesinos de su abuelo mataron ese d¨ªa a seis jubilados m¨¢s, presumieron de los cr¨ªmenes en una comisar¨ªa y, a?os despu¨¦s, se supo que las autoridades serbias conoc¨ªan los asesinatos y dieron la orden de no investigarlos. Nunca se supo qui¨¦nes mataron al viejo Luka Modric. Staunton, por cierto, se qued¨® asombrado con la ubicaci¨®n de la casa de piedra donde viv¨ªan los abuelos de Modric: estaba en una peque?a ladera de Kvartiric y pegada a la carretera, de tal forma que cualquier bal¨®n con el que se jugase caer¨ªa rodando hasta la v¨ªa. De hecho, no era ni la casa de su familia, como luego contar¨ªa el jugador: era del servicio de mantenimiento de carreteras, porque el viejo Modric era pe¨®n caminero y, adem¨¢s de pastorear, se encargaba del mantenimiento de la carretera que un¨ªa Dalmacia con Lika. Modric pasaba los d¨ªas con ¨¦l (¡°tu abuelo est¨¢ enamorado de ti, te llamas como ¨¦l y fuiste su primer nieto¡±, le recordaba su padre) porque en la guarder¨ªa lloraba a todas horas. ¡°Mis padres me ense?aron que mi suerte en la vida depender¨ªa de lo cerca que estuviera mi familia¡±, dice en su libro, y cuando est¨¢ en Croacia visita la antigua casa, que fue quemada, y los campos donde su abuelo sacaba a las ovejas y las cabras, a pocos metros de la ladera en la que era imposible jugar al f¨²tbol.
El asesinato de su abuelo y la ocupaci¨®n serbia convirtieron a los Modric en refugiados. Y al ni?o, poco a poco, en un futbolista bajo las bombas. Incluso a veces m¨¢s peligroso que ellas. Un empleado del hotel de refugiados en el que pas¨® una ¨¦poca cont¨® al diario 24sata de Croacia que Modric, de ni?o, romp¨ªa m¨¢s cristales con la pelota que las bombas serbias. ¡°Los bombardeos eran habituales, algunas cayeron en el hotel. Quiz¨¢ suene raro, pero me acostumbr¨¦ bastante r¨¢pido a las sirenas y a correr hasta el refugio. Al principio los bombardeos me aterrorizaban, pero con el tiempo ya solo me incomodaban¡±, dice en Mi partido, un libro en el que revela grandes historias, como la tensi¨®n previa a la final de la D¨¦cima (¡°Luka, cae a la derecha y de ah¨ª, al centro, entre l¨ªneas, y siempre que puedas avanza con el bal¨®n en los pies¡±, le dijo Ancelotti) y su hist¨®rico lanzamiento de c¨®rner en el minuto 92,47: ¡°En cuanto vi saltar a Sergio Ramos supe que el bal¨®n acabar¨ªa dentro de la porter¨ªa: as¨ª de sencillo¡±), su primer encuentro con Messi en el Mundial 2006 (¡°su velocidad y su fant¨¢stico control del bal¨®n me impresionaron; era ¨¢gil, cambiaba de direcci¨®n cuando menos lo esperabas¡±), con Cristiano en el vestuario al llegar al Madrid (¡°me estrech¨® la mano y me salud¨® como si fu¨¦ramos amigos de toda la vida: ¡®?Por fin est¨¢s aqu¨ª¡±), el Bal¨®n de Oro (¡°entr¨¦ con ¨¦l en el vestuario, los fisios estaban tratando a 12 jugadores, pero dio igual, se pusieron todos de pie, se unieron al resto de la plantilla y me aplaudieron durante m¨¢s de un minuto: me puse rojo¡±) y una lecci¨®n sobre c¨®mo gestionar selecciones nacionales en Eurocopas o Mundiales: ¡°Es dif¨ªcil encontrar soluciones t¨¢cticas en los pocos d¨ªas en que nos concentramos. Y es frustrante someter a los jugadores a un r¨¦gimen propio de un club, porque, en tan poco tiempo, no se logra el efecto deseado. Lo que hay que conseguir es buena qu¨ªmica, elegir el sistema adecuado para el siguiente partido y motivar a todos¡±.
Dice Zvonimir Boban que la pregunta m¨¢s importante que hay en el f¨²tbol es la que se hace, durante todo el partido, Luka Modric: ¡°En estos 90 minutos, a cada segundo que pasa, tenga o no el bal¨®n, ?c¨®mo puedo ayudar de la mejor manera al equipo?¡±. La respuesta de Modric a esa pregunta dej¨® a Brasil este viernes tiritando en la zona del campo que m¨¢s duele, donde el juego se crea y se destruye. Donde Modric aguant¨® de pie, a los 37 a?os, sosteniendo la bandera croata hecha jirones por la devastaci¨®n del ataque brasile?o incluso despu¨¦s del gol en contra de la pr¨®rroga; donde Modric, 1,72 metros y 66 kilos, se hizo tan omnipresente que su lecci¨®n individual se pareci¨®, en otro registro, pero ante el mismo rival y en la misma ronda, los cuartos de final, a la que hizo al final de su carrera Zinedine Zidane en Alemania 2006. Fue una exhibici¨®n de inteligencia y resistencia f¨ªsica que parece imposible no solo que aguantase los 120 minutos y marcase uno de los penaltis, sino que a¨²n tuviese fuerzas para ejercer de capit¨¢n y consolar, uno a uno, a los jugadores brasile?os. Pero lo hizo. Despu¨¦s de coger a su selecci¨®n por las solapas, ¨¦l y unos cuantos m¨¢s, y volverla a plantar en unas semifinales del Mundial. Resistentes, inmortales, dur¨ªsimos.
Al final de su biograf¨ªa, Modric hace alusi¨®n a la edad que ten¨ªa en Rusia: 33 a?os. ¡°Ya me han dicho que no podr¨¦ volver a estar a ese mismo nivel. Eso me motiva¡±. Cuatro a?os despu¨¦s, Modric sigue siendo titular en el club campe¨®n de Europa, como en 2018, y en la selecci¨®n semifinalista del Mundial. Dirigi¨® el contragolpe mortal contra el PSG que cambi¨® el rumbo madridista de la Champions, y el contragolpe mortal que tir¨® a Brasil por el barranco de los penaltis en Qatar. La filosof¨ªa de vida del nieto de Luka Modric, el 10 que se veng¨® del destino de una infancia destruida por la guerra, impresiona: ¡°S¨¦ por experiencia que las mejores cosas de la vida nunca caen del cielo¡±. Frase reveladora para quien pas¨® la infancia esquivando bombas.
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