Argentina baila y llora en la casa de Maradona
A dos a?os de la muerte del astro argentino, un comprador an¨®nimo abre al p¨²blico lo que ya es un nuevo santuario del f¨²tbol
A finales de 1980, River Plate ten¨ªa el dinero sobre la mesa para contratar a Diego Maradona. Pero el 10, como siempre, gambete¨® al destino. ¡°No voy a firmar porque me llam¨® Boca¡±, le dijo Maradona a un periodista amigo y puso su propio operativo en marcha. Era mentira, pero la noticia hizo que Boca Juniors juntase monedas para llevarse al ¨ªdolo. Con el sue?o cumplido, Maradona aprovech¨® para marcarse otro: con los primeros sueldos de la transferencia sac¨® a sus padres de Villa Fiorito, la cuna de tierra donde hab¨ªa nacido, y les compr¨® una casa en Villa Devoto, un barrio acomodado de Buenos Aires.
Tras su muerte, en noviembre de 2020, la casa fue a remate y no encontr¨® comprador hasta el mes pasado. Tres hermanos se animaron a juntar el dinero y estos d¨ªas abrieron la mansi¨®n de Maradona para que los vecinos puedan ver los partidos del Mundial. Los compradores prefieren no revelar su nombre. El monto de la transacci¨®n es un misterio. Pero estos d¨ªas, mientras Lionel Messi guiaba a su selecci¨®n a la final de la Copa del Mundo, las puertas de todas sus habitaciones estuvieron abiertas. La gente se junt¨® el martes para ver en una pantalla colocada en el jard¨ªn, junto a la piscina donde Maradona celebr¨® la copa en el Mundial del 86, c¨®mo la selecci¨®n alcanzaba otra final, la sexta de su historia.
El n¨²mero 4575 de la calle Jos¨¦ Luis Cantilo, una casona de tres pisos, jam¨¢s fue una direcci¨®n secreta. La leyenda cuenta que los ni?os del barrio todav¨ªa ven¨ªan a tocar el timbre con la esperanza de que Maradona saliera a firmarles fotos. Incluso cuando Maradona ya se hab¨ªa mudado unos pasos al norte, en la tambi¨¦n famosa esquina de las calles Segurola y La Habana.
Sof¨ªa tiene siete a?os y llega un par de d¨¦cadas tarde para un aut¨®grafo. Pero el martes, unas horas antes de que Argentina golease a Croacia para meterse en la final, contaba que Maradona es su jugador favorito, incluso antes que Messi, y que conocer su casa es un sue?o. Apoyando el ment¨®n en uno de los balcones del segundo piso de la casona de Cantilo, Sof¨ªa deja hablar a su madre. ¡°El Diego es todo¡±, dice Patricia Bardagi, que ver¨¢ el partido en su casa unas calles m¨¢s arriba, pero quiso traer a su hija a conocer la mansi¨®n del ¨ªdolo. ¡°Vinimos porque vimos que la gente se junt¨® a celebrar los partidos. No conocemos a nadie ac¨¢, pero nos dejaron pasar sin preguntar¡±.
¡ª?Un pron¨®stico para hoy?
¡ªLo ganamos tres a uno. Basta de mufas, basta de cuidarnos. Nos merecemos este Mundial y una alegr¨ªa. No me da miedo decirlo.
Su pron¨®stico se qued¨® corto. Argentina termin¨® ganando a Croacia por 3 a 0 y la fiesta en casa de don Diego y la Tota, los padres de Maradona, comenz¨® temprano. Un parrillero reparti¨® 150 kilos de carne en pan. La banda de percusi¨®n de La 12, la barra brava de Boca Juniors, toc¨® bajo el sol durante todo el partido. No hubo alcohol, y desde el ni?o m¨¢s peque?o hasta el m¨¢s rudo a cargo de los bombos tuvieron que elegir entre agua o gaseosa. Para cuando Juli¨¢n ?lvarez anot¨® el tercero al arranque del segundo tiempo, unos 10 ni?os chapoteaban en la piscina, ajenos a la m¨²sica, las bombas de humo y a las tres pantallas repartidas entre el jard¨ªn y el sal¨®n principal.
La casona hab¨ªa sido abierta por primera vez durante el partido de primera fase contra Polonia y se desbord¨® de vecinos en octavos de final contra Australia. Desde entonces, hay un guardia en la puerta y hay que conocer a alguien para entrar. Ariel Felipoff, que no sabe qui¨¦nes son los due?os, entr¨® porque no falt¨® a ning¨²n partido. ¡°Es un sue?o verlo ac¨¢. Vinimos a festejar el primero y desde entonces no faltamos¡±, cuenta.
La c¨¢bala de volver le sirvi¨® incluso a los vecinos que esta vez se quedaron afuera. Mientras dentro un centenar de personas cantan ¡°esto es para el Diego, que lo mira desde el cielo¡±, otra decena de personas celebra en la puerta. ¡°Somos finalistas otra vez¡±, dice un vecino emocionado. ¡°Este Mundial es nuestro, aunque lo termine ganando Marruecos¡±.
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