Prado del Rey vende naturaleza
Seguramente porque nuestra querida televisi¨®n a la espa?ola est¨¢ f¨ªsica y espiritualmente incapacitada para hab¨¦rselas con la cultura, ech¨¢ndole a la tarea unos m¨ªnimos de rigor y de humor, se agarra como a un clavo ardiendo al mito de la naturaleza. Si repasamos los ¨²ltimos y pen¨²ltimos ¨¦xitos en que, consciente o inconscientemente, ha incurrido RTVE, descubriremos sin excesivo esfuerzo de imaginaci¨®n que la mayor¨ªa est¨¢n recorridos por el m¨¢s ingenuo de los muchos rusonianismos que se han cernido sobre nuestra civilizaci¨®n. Pippi Calzas Largas, El hombre y la tierra, La casa de la pradera, Heidi... constituyen los m¨¢s significativos y populares hitos de esta curiosa sublimaci¨®n de lo ut¨®pico rural frente a lo ideol¨®gico urbano. Al menos en, la peque?a pantalla, el campo ha vencido a la ciudad, o la aldea a la corte.Los spots publicitarios no son precisamente la excepci¨®n a la irresistible escalada de lo natural. Tarz¨¢n, qui¨¦n nos lo iba a decir grita diariamente las excelencia del aceite de oliva. Los autom¨®viles m¨¢s sofisticados del momento se exhiben trepando como pericos por las prestigiosas alturas de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. Las colas y semejantes l¨ªquidos derivados por la l¨ªnea materna de la qu¨ªmica, aparecen en p¨²blico revestidos con las prestigiosas galas de la pura e incontaminada ruralidad. Las sopas concentradas, las leches concentradas, los postres concentrados, los dulces concentrados, las carnes concentradas y los tomates concentrados se desconcentran audiovisualmente en un desesperado esfuerzo por disfrazarse de materias primas.
Hasta lo m¨¢s artificial, hasta la misma cosm¨¦tica lucha por el exotismo: limones con el frescor salvaje del Caribe, ra¨ªces y puntas, nacido de la tierra, heno de Pravia.
Vender
Est¨¢ claro que la Naturaleza, con may¨²scula plat¨®nica, vende bien en televisi¨®n. El gran artificio electr¨®nico produce lo que niega: selva, mar, cumbre, aldea, valle, barbecho, bosque, terru?o, labrant¨ªo. ?Incluso lo m¨¢s innatural es naturaleza?, advirti¨® Goethe en genial premonici¨®n.
Cuando por las ventanas de nuestros todav¨ªa org¨¢nicos hogares ¨²nicamente se pueden contemplar otras ventanas, y el campo est¨¢ cada d¨ªa. m¨¢s alejado de nuestros ocios y, costumbres, y las segundas residencias, por loca y especulativa acumulaci¨®n de chal¨¦s y pisochal¨¦s, resultan todav¨ªa m¨¢s asf¨¢lticas y urban¨ªcolas que las primeras, ese b¨²nker que todos los espa?olitos tenemos clavado en el coraz¨®n, o sea, en el living-room delante del tresillo chester, subroga impunemente a la naturaleza, con min¨²scula aristot¨¦lica.
Ya est¨¢ aqu¨ª la serie que hac¨ªa falta para rellenar los vastos y cristalinos lagos y lagunas dejados por F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente, Pippi, Heidi y toda la banda.
Nacida libre y con eso ya est¨¢ todo dicho. Vamos a tener Kenia para rato y muy mal han de ir las cosas de Prado del Rey para que la nueva mascarada naturaloide no cuaje. Pronto, ya lo padecer¨¢n, nuestras casas estar¨¢n inundadas de fasc¨ªculos, de posters, de cuentos, de adhesivos, de camisetas, de yogures, de bombones y de cromos de la tal Elsa, la leona de Nacida libre.
Con estas series se desencadena en el pa¨ªs tal furor consum¨ªstico, que no hay paga extraordinaria que lo resista. Todo sea, en fin, por respirar los s¨¢bados por la tarde un poco de aire fresco de Do?ana, los Alpes, Suecia y Kenia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.