El estilo del artista
La celebraci¨®n del centenario de Cerd¨¢ y del cincuentenario de Gaud¨ª, pueden presentarse en la actualidad catalana con un cierto paralelismo y como una coincidencia significativa en diversos t¨¦rminos. Dos personalidades geniales, sin ninguna duda, que la abundancia de ex¨¦gesis indiscriminadas ha situado en el limbo de los intocables y de los que cada comentarista arranca la justificaci¨®n de sus propios intereses. Cerd¨¢ y Gaud¨ª, despu¨¦s de los respectivos per¨ªodos de olvido, se han convertido en excusas habituales para adjetivar el urbanismo y la arquitectura con los t¨¦rminos sociol¨®gicos m¨¢s dispares y con los adornos culturales m¨¢s contradictorios.Una base coincidente podr¨ªa encontrarse, no obstante, en esas adjetivaciones diversas: la presencia del esp¨ªritu algebraico, de la voluntad racional y ordenadora en Cerd¨¢ y la capacidad de envergadura creativa, de imaginaci¨®n dislocante en Gaud¨ª. El seny y la rauxa con que Vicens i Vives defini¨® un aspecto del operar colectivo de los catalanes, se representar¨ªan ahora circunstancialmente en el autor de la red igualitaria del Ensanche Barcelon¨¦s y en el inventor de los magmas informes de La Pedrera y el equilibrio org¨¢nico de la cripta de la Colonia G¨¹el. Seny y rauxa como una constante presi¨®n dial¨¦ctica en la historia de Catalu?a y en cada uno de sus episodios culturales.
Discusi¨®n
En una ocasi¨®n reciente he intentado discutir alg¨²n aspecto de esa pretendida racionalidad cerdiana, devolvi¨¦ndola a una simple voluntad de fundaci¨®n hist¨®rica, de revoluci¨®n ut¨®pica que avasalla una realidad que encierra en s¨ª una racionalidad seguramente m¨¢s definitiva. En el caso de Gaud¨ª, quiz¨¢s tambi¨¦n insistido con demasiada facilidad en su vertiente de intuici¨®n creadora que derribaba lo establecido y renovaba desde el origen, m¨¢s all¨¢ de los contextos y de los estilos.As¨ª, naci¨® el mito del gaudinismo como un hecho de ins¨®lita absorci¨®n creativa sin relaci¨®n alguna con la base social y cultural de la ¨¦poca y del pa¨ªs. Un gaudinismo que en ocasiones lleg¨® a ahogar la realidad del modernisme y la multitud de arquitectos que trabajaron abnegadamente en el seny del estilo, en la codificaci¨®n de un lenguaje com¨²n. Contrariamente, Gaud¨ª es un eslab¨®n importante e imprescindible en la aventura de la arquitectura y de la pl¨¢stica modernas, precisamente porque aport¨® elementos fundamentales en la configuraci¨®n del estilo.
La frase, tan t¨®pica de un ingenuo vedettismo, seg¨²n la cual cada ma?ana constru¨ªa lo que la Virgen Mar¨ªa le hab¨ªa inspirado durante la noche, ha sido la base de esa interpretaci¨®n que ahora se nos antoja demasiado anecd¨®tica. En cambio, a pesar de la abundant¨ªsima y a menudo reiterativa bibliograf¨ªa sobre su obra, faltan todav¨ªa estudios que vengan a tipificar los elementos compositivos que manejaba como invariantes o como procesos de una investigaci¨®n depuradora. Los ritmos geom¨¦tricos, las fluideces espaciales, las referencias org¨¢nicas, el ornamento como precisi¨®n simb¨®lica de la estructura y la funci¨®n, la carga de los valores expresivos, la iron¨ªa en la evocaci¨®n hist¨®rica y hasta en la referencia estructural han sido poco analizados al meterlos en el saco com¨²n de lo intuitivo, lo personal y lo ins¨®lito.
Creador
Gaud¨ª fue, sobre todo, un creador b¨¢sico de estilo, un estilo que ha dejado hasta hoy huellas permanentes. Aunque cabe inscribirlo en la l¨ªnea del arte moderno que, con equ¨ªvocos dif¨ªciles de discernir, llamamos expresionismos, no por ello hay que considerarlo ajeno a esa fundaci¨®n de m¨¦todo y de forma que fue el movimiento internacional del Art Nouveau. Su evidente participaci¨®n genial fue, pues, la transferencia codificada de sus procesos de invenci¨®n y de sus resultados formales.Por eso Gaud¨ª, como todos los grandes maestros de la arquitectura, como Miguel Angel, como Pallacio, como Wright, como Le Corbusier, no es nunca literalmente imitable, sino transferible a las nuevas culturas. Pero no porque la nocturna inspiraci¨®n de la Virgen fuese ese personal sello inimitable, sino porque el estilo es siempre el producto de un espec¨ªfico entorno social y cultural.
Los actuales continuadores del templo de la Sagrada Familia deber¨ªan comprender esto antes de seguir falseando un monumento de tal calidad. Comprender lo que hay de transferible y lo que hay de inimitable en una pretendida literalidad. El mejor homenaje a Gaud¨ª en el cincuentenario que celebramos ser¨ªa, sin duda, esa toma de conciencia que se concretar¨ªa en la interrupci¨®n respetuosa de las obras de la Sagrada Familia y en una definitiva salvaci¨®n de todos los restos de su obra como elemento integrante y fundamental del modernisme. Es decir, de nuestra m¨¢s inmediata tradici¨®n.
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