Pasividad en Uruguay ante el nombramiento de nuevo presidente
Casi medio centenar de uruguayos, entre quienes se encuentran prominentes ciudadanos civiles y los principales jefes militares, habr¨¢n de designar en las pr¨®ximas semanas al cuadrag¨¦simo primer presidente de la Rep¨²blica.Marginado de las grandes decisiones desde 1973, el pueblo oriental tendr¨¢ que limitarse a contemplar y convalidar, con su aliento o su indiferencia, esta elecci¨®n.
Resignado pues a que el comicio tenga lugar entre bambalinas, el uruguayo medio ha dado rienda suelta a su curiosidad e imaginaci¨®n para descubrir o adivinar qui¨¦n habr¨¢ de ser el conductor de la naci¨®n en los pr¨®ximos cinco a?os.
As¨ª, los ?c¨ªrculos informados? de Montevideo, s¨®lo atinan a conjeturar en torno a las posibilidades de una decena de personalidades ?presidenciales?. (Ver nota aparte).
El nuevo mandatario, el tercero que ejercer¨¢ el poder este a?o, ser¨¢ nombrado antes del 12 de agosto por el Consejo de la Naci¨®n; ¨®rgano elector y de control, que, seg¨²n se ha dicho, ?se halla en la c¨²spide de la hueva estructura estatal?.
Este Consejo de la Naci¨®n, creada, por un Acta institucional dictada por el poder ejecutivo tras el relevo del ex presidente Juan Mar¨ªa Bordaberry, est¨¢ formado por los 25 miembros civiles del Consejo de Estado y los 20 integrantes de la Junta de Oficiales Generales de las Fuerzas Armadas (13 por el Ej¨¦rcito, 4 por la Fuerza A¨¦rea y 3 por la Armada).
El futuro jefe de Estado deber¨¢ contar con el apoyo de 2/3 o m¨¢s del total de los consejeros de la naci¨®n. Pero se descuenta que su nombramiento se har¨¢ por unanimidad.
La constituci¨®n de este cuerpo elector (con facultades para proveer tambi¨¦n vacantes en el Consejo de Estado, la Suprema Corte de Justicia, la Corte Electoral, etc¨¦tera), al tiempo que ha dado forma y consolidado el rol decisivo de los militares en esta segunda etapa del ?proceso revolucionario?, parece marcar el inicio de un gradual retorno a la normalidad institucional.
Legitimidad cuestionada
Este ?original? mecanismo elector ha reavivado las pol¨¦micas en torno a la legitimidad del Gobierno c¨ªvico-militar que ejerce el poder desde hace tres a?os.
Para muchos juristas el r¨¦gimen uruguayo carece de toda legitimidad desde que ninguno de los ¨®rganos pol¨ªticos del Estado reflejan hoy d¨ªa la voluntad popular.
Recuerdan que el 27 dejunio de 1973 el ex presidente Bordaberry y las FFAA, en una acci¨®n no prevista por la carta fundamental del Estado, disolvieron el Parlamento electo veinte meses antes.
Tienen tambi¨¦n presente que a fines de ese mismo a?o el poder ejecutivo cre¨® un Consejo, de Estado, al que concedi¨® facultades legislativas, designando adem¨¢s a sus 25 integrantes.
Al producirse el pasado 12 de junio el desplazamiento de Bordaberry de la primera magistratura, y su sustituci¨®n por el presidente del Consejo de Estado, Alberto Demichelli -sostienen-, el r¨¦gimen perdi¨® su ¨²nica muestra de soberan¨ªa popular. Por tanto, coligen, al no estar avalada por una decisi¨®n popular, la pr¨®xima elecci¨®n presidencial est¨¢, desde el punto de vista formal, viciada de nulidad.
Sin embargo, el doctor Aparic¨ªo M¨¦ndez -en ejercicio de la vicepresidencia de la Rep¨²blica y actual presidente del Consejo de Estado y del Consejo de la Naci¨®n- ha esgrimido la teor¨ªa de la ?legitimidad sustantiva? para avalar este ?proceso revolucionario ?.
Sostiene Aparicio M¨¦ndez que ?el orden instituido el 27 de junio de 1973 -cuando Bordaberry y las FFAA dieron juntos el golpe de Estado- se gener¨® por un estado "de necesidad? y ?emergencia? debido al ?desgarramiento? interno y la ?conmoci¨®n social y pol¨ªtica? que alter¨® ?los fines institucionales?.
?El uso de potestades constitucionales por el poder ejecutivo (al crear el Consejo de Estado y designar a sus miembros) sin leg¨ªtimidad formal inicial, se legitim¨® material o sustantivamente por actos internos e internacionales de inequ¨ªvoco valor?, a?ade el jurista.
Esa ?legitimidad sustantiva?, aplicada desde 1973 -concluye el doctor Aparicio M¨¦ndez-, ?ya es fuente de legitimidad formal?.
M¨¢s all¨¢ de estas pol¨¦micas y construcciones jur¨ªdicas, bien alejadas de las preocupaciones populares diarias, los uruguayos asisten pasivamente a la elecci¨®n de su presidente; un hombre que tendr¨¢ sobre s¨ª la dif¨ªcil tarea de reencauzar a la Rep¨²blica por la senda de la democracia.
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