Por una pol¨ªtica econ¨®mica: del programa a las realidades
Un Gobierno, cuya actuaci¨®n pol¨ªtica puede calificarse hasta el momento de forma en general positiva, parece haber relegado de nuevo -y decimos de nuevo porque algo similar ocurri¨® ya en el Gabinete presidido por Carlos Arias- el manejo de la pol¨ªtica econ¨®mica a un mundo aparte, como si lo que pueda ocurrir en el entramado b¨¢sico de una sociedad, no fuera a afectar al proceso de reforma pol¨ªtica.Y mientras en el terreno pol¨ªtico tanto la declaraci¨®n program¨¢tica como las acciones posteriores del Gobierno parecen se?alar un rumbo relativamente definido, en el econ¨®mico predomina una sensaci¨®n de confusi¨®n y desconcierto que puede resultar altamente peligrosa, no s¨®lo para la econom¨ªa, sino para toda la vida del pa¨ªs.
Resulta extremadamente dif¨ªcil deducir, a partir de los datos disponibles, c¨®mo piensan los m¨¢ximos responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica orientar ¨¦sta. S¨®lo un punto parece claro: la decisi¨®n de no entrar en los grandes problemas de fondo de la econom¨ªa; en los que, de una forma u otra, se necesitan cambios estructurales. Brilla as¨ª, por su ausencia, la referencia a esa reforma fiscal que, parece ser condici¨®n necesaria, aunque no suficiente, de cualquier saneamiento a medio plazo de nuestra econom¨ªa. M¨¢s all¨¢ de esto no hay nada. Porque la parte econ¨®mica de la declaraci¨®n program¨¢tica no, pasa de ser una confusa expresi¨®n del deseo de resolver simult¨¢neamente todos los problemas de la econom¨ªa y los dos decretos-ley recientemente aprobados, ni remotamente puede considerarse que formen el armaz¨®n de una pol¨ªtica econ¨®mica coherente y ajustada a los problemas actuales.
Y, sin embargo, los ministros econ¨®micos parecen impulsados por un deseo irresistible de actuar. A cada Consejo de Ministros est¨¢ a punto de llevarse algo trascendental en este terreno, que luego no llega a materializarse. Y habiendo renunciado, seg¨²n parece tras alg¨²n intento fallido, al gran paquete de medidas econ¨®micas, se nos ha prometido ahora el goteo de un programa escalonado cuyo contenido nadie conoce.
En nuestra opini¨®n, no es esto lo que el momento actual exige. Es dudoso que cualquier conciencia de la propia provisionalidad justifique el renunciar a, por lo menos, plantearse los problemas a medio plazo. Aunque s¨®lo sea porque sin este marco de referencia se corre el riesgo de agravar, mediantes actuaciones a corto, las dificultades de ese eventual primer Gobierno democr¨¢tico que debe sustituir al actual. Pero es peligroso, adem¨¢s, jugar con las expectativas de los agentes econ¨®micos someti¨¦ndoles al suspense permanente de unas esperadas ?medidas? cuyo objetivo final se desconoce. Un ejemplo: rumores de devaluaci¨®n, de dep¨®sito previo o sobretasa a la importaci¨®n parecen haber sometido a nuestra moneda a fuertes presiones en los mercados de cambios.
El Gobierno no ha indicado a¨²n claramente si su objetivo fundamental es reducir la inflaci¨®n, equilibrar la balanza de pagos, o aumenta el ritmo de actividad. A falta de una pol¨ªtica de rentas que hoy parece dif¨ªcil establecer, es imposible alcanzar simult¨¢neamente todos esto5 objetivos. El Gobierno debe elegir y hacer saber al pa¨ªs su elecci¨®n. (Y perm¨ªtasenos decir que, en nuestra opini¨®n, la elecci¨®n no deber¨ªa ir por el camino de la reactivaci¨®n a toda costa.)
Sin embargo, es dif¨ªcil evitar la impresi¨®n de que se va a tratar de hacer todo a la vez Subvenciones, d¨¦ficit del sector p¨²blico est¨ªmulos a la inversi¨®n, controles artificiales , los precios ya las importaciones... Sobre nuestro pa¨ªs parece planear el riesgo de que se imponga espasm¨®dicamente y a retazos, un modelo sudamericano de desarrollo. econ¨®mico - Y no podemos menos de preguntarnos si la sudamericanizaci¨®n econ¨®mica no encierra tambi¨¦n un cierto peligro de sudamericanizaci¨®n pol¨ªtica.
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