Se "masca" la derrota
El intento de avance de la II Divisi¨®n hacia Torija fue pronto detenido por la tenaz resistencia de los defensores instalados en los bosques, aunque un grupo de camisas negras logr¨® infiltrarse en el bosque y ocupar el palacio Ibarra. Esta victoria t¨¢ctica fue compensada por la p¨¦rdida de un grupo de 31 hombres y dos oficiales, que fueron sorprendidos por hombres del Batall¨®n Garibaldi y hechos prisioneros. La III Divisi¨®n tuvo m¨¢s ¨¦xito, pues logr¨® tomar el pueblo de Trijueque y seguir avanzando poco m¨¢s.No era desde luego el ¨¦xito f¨¢cil que sus mandos hab¨ªan hecho esperar a los camisas negras, y su moral se resent¨ªa gravemente, por lo que en la tarde del d¨ªa 11 Roatta orden¨® un alto en las operaciones, de veinticuatro horas, con objeto de que la tropa pudiera descansar, y en la esperanza de que un ataque prometido para el d¨ªa siguiente en el sector del Jarama aliviara la presi¨®n sobre sus hombres. Durante los primeros cuatro d¨ªas de la ofensiva de Guadalajara, el sector del Jarama se hab¨ªa mantenido casi totalmente en calma, excepto una acci¨®n menor registrada el d¨ªa 9. Roatta estaba furioso por la incapacidad de los nacionalistas para iniciar siquiera una peque?a ofensiva que impidiera que las reservas republicanas se lanzasen contra ¨¦l.
La resistencia encontrada en los bosques de Brihuega, y en la carretera de Tarragona, sorprendentemente dura, llev¨® a los italianos a modificar sus planes originales para la ofensiva haciendo entrar en combate a la I Divisi¨®n que trataba de tomar el pueblo de Armu?a, a unos 30 kil¨®metros al sur de Brihuega. Este ataque, previsto para el 14, deb¨ªa ser precedido el d¨ªa anterior por una r¨¢pida marcha de Brihuega a Budia. Estas dos operaciones tendr¨ªan el efecto de expandir considerablemente el frente, de forma que incluyese el ¨¢rea comprendida entre los r¨ªos Taju?a y Tajo. Franco se opuso en¨¦rgicamente a este nuevo, plan, por considerarlo innecesariamente arriesgado. Inform¨® a Roatta que consideraba seguras las actuales posiciones del Ej¨¦rcito italiano, mientras que las operaciones propuestas dejar¨ªan abierto el flanco izquierdo.
Independientemente de la oposici¨®n de Franco, los acontecimientos que iban tomando forma al otro lado del puente iban pronto a convertir aquellos planes en impracticables. A lo largo de la tarde del 11 de marzo los republicanos hab¨ªan mantenido una lucha puramente defensiva, favorecidos por el terreno y las condiciones climatol¨®gicas, los republicanos sufrir¨ªan tambi¨¦n las inclemencias del tiempo pero el efecto sobre ellos era menor ya que su aviaci¨®n pod¨ªa despegar de aeropuertos no afectados por el clima, y porque su menor grado de motorizaci¨®n y su postura b¨¢sicamente defensiva hacia menos cr¨ªtico para ellos el estado de las carreteras. En una semana en Torija en la noche del 11 al 12 de marzo decidieron intentar un contraataque al d¨ªa siguiente.
El ataque republicano del d¨ªa 12 de marzo fue apoyado por poderoso fuego de artiller¨ªa y bombardeo a¨¦reo. Durante los d¨ªas anteriores, los republicanos hab¨ªan gozado de superioridad a¨¦rea, pero sus ataques hab¨ªan tenido una intensidad y efectos limitados. Ahora, por primera vez, la columna derecha de la III Divisi¨®n de camisas negras se ve¨ªa sometida a intenso bombardeo a¨¦reo. La lucha sobre el terreno era tambi¨¦n dura, y la batalla oscilaba atr¨¢s y adelante a medida que uno u otro lado atacaba y empujaba a sus oponentes unos kil¨®metros hacia atr¨¢s. En uno de los ataques fue muerto, aparentemente por una bomba, el comandante en jefe del XI regimiento del Ej¨¦rcito italiano, Alberto Linzzi.
Los republicanos resisten
Es imposible reconstruir con exactitud el curso preciso de los acontecimientos que se desarrollaron en la carretera de Zaragoza durante los d¨ªas 12 al 14 de marzo, pero las l¨ªneas generales aparecen bastante claras. En la noche del d¨ªa 12, despu¨¦s de un d¨ªa entero de combate, los camisas negras manten¨ªan aproximadamente la misma posici¨®n en que se encontraban cuando al iniciarse el d¨ªa, pero las p¨¦rdidas hab¨ªan sido fuertes y la moral se deterioraba r¨¢pidamente. El p¨¢nico se hab¨ªa apoderado en varias ocasiones durante el d¨ªa de las tropas que hab¨ªan retrocedido en desorden. En una precipitada retirada, cinco filas de artiller¨ªa emplazadas en posici¨®n antitanques fueron tomadas por los republicanos. Los oficiales no s¨®lo fracasaron en la tarea de mantener la moral de la tropa sino que cometieron serios errores t¨¢cticos que aumentaron innecesariamente la p¨¦rdida sufrida y contribuyeron a la inseguridad sentida por las tropas.
Alrededor de medianoche del d¨ªa 12, cuando finalmente la lucha ces¨®, Roatta inform¨® a Roma que la situaci¨®n estaba ?completamente restablecida?, pero la III Divisi¨®n necesitaba ser urgentemente reemplazada. La II Divisi¨®n hab¨ªa sido menos castigada durante el d¨ªa pero hab¨ªa estado sometida a nutrido fuego de artiller¨ªa y Roatta decidi¨® retirar algunas divisiones. La I Divisi¨®n, que estaba destinada a lanzar una ofensiva entre el Taju?a y el Tajo, fue destinada a sustituir a la II Divisi¨®n en el frente de la carretera B y la Divisi¨®n Littorio. Se traslad¨® para reemplazar a la III en la carretera de Zaragoza. La colocaci¨®n en primera l¨ªnea de las Divisiones I, y Littorio dej¨® a Roatta sin fuerzas en reserva, y le imped¨ªa explotar adecuadamente un rompimiento del frente en el hipot¨¦tico caso de que sus tropas lograsen sobrepasar las defensas republicanas. La ofensiva de Guadalajara, tal como hab¨ªa sido planeado, hab¨ªa fracasado, pero Roatta no tomo posiciones defensivas y las dos nuevas divisiones entraron en combate en desfavorables circunstancias. El general Coppi, comandante en jefe de la Segunda Divisi¨®n, descubri¨® la situaci¨®n en un informe escrito despu¨¦s de ser relevado del mando y devuelto a Italia, como sigue: ?Las tropas legionarias, y en especial la Primera Divisi¨®n, estaban en una situaci¨®n bruscamente parecida a la de una persona a la que se mantiene en equilibrio sobre una pierna, sabiendo perfectamente que no puede completarlo, pero rehusa poner ambas piernas en el suelo, y dar un paso atr¨¢s si es necesario, con objeto de resistir cualquier golpe que pueda sobrevenir?. La moral de dos nuevas divisiones hab¨ªa bajado por el contacto con las tropas en retirada y empeor¨® a¨²n m¨¢s con la p¨¦rdida del Palacio Ibarra. Del 15 al 17 de marzo, no es tuvieron sometidos a presi¨®n militar, pero s¨ª a una ofensiva masiva de propaganda en gran escala. Se inici¨® alrededor del 11 de marzo, particularmente'en el sector de Brihuega, donde los italianos del Batall¨®n Garibaldi se enfrentaron con los camisas negras. El comunista italiano Luigi Longo basaba la propaganda en la promes a de respetar las vidas de aquellos camisas negras que se rindieran, y en una llamada a sus sentimientos de solidaridad nacional y de clase. R¨¢pidamente se imprimieron y repartieron por el frente, en grandes cantidades, folletos de propaganda en los que ofrec¨ªan las fotograf¨ªas de los prisioneros italianos tomados el d¨ªa 11, junto con el texto de una declaraci¨®n que se dec¨ªa hab¨ªan hecho.
Enormes, altavoces subidos en camiones enviaban sus mensajes a trav¨¦s de los bosques. Los prisioneros recientemente capturados hablaban a sus compa?eros, citando nombres y hechos que no dejaban lugar a dudas sobre la identidad del que hablaba. Se trasmit¨ªan durante la noche canciones populares italianas intercaladas con propaganda bien dise?ada para deleitar el esp¨ªritu de los camisas negras.
Los da?inos efectos de la campa?a republicana de propaganda h¨ªcieron que Roatta se sintiese a¨²n m¨¢s deseoso de retirar sus tropas del sector de Guadalajara. Careciendo de tropas de reserva, las pibilidades de tener ¨¦xitos significativos intensificando el ataque eran peque?as, y no ten¨ªa objeto seguir dejando a las tropas expuestas a las inclemencias del tiempo y a la propaganda de los republicanos. Hasta este momento, los italianos hab¨ªan fracasado en su intento de lograr gloriosos ¨¦xitos, pero, al menos, no hab¨ªan sido humillados, y Roatta estaba ansioso de evitar una derrota aparatosa. El 16 de marzo telefone¨® a Mussolini: Dada nuestra especial situaci¨®n podemos contentarnos con un ¨¦xito parcial, pero no podemos exponernos a la posibilidad de un fracaso.
Al d¨ªa siguiente Roatta discut¨ªa la situaci¨®n y futuras l¨ªneas de acci¨®n con Franco, pero no lograron ponerse de acuerdo sobre la cuesti¨®n fundamental de si la ofensiva de Guadalajara pod¨ªa a¨²n contribuir significativamente a la ca¨ªda de Madrid. Las posiciones eran ahora las opuestas a las mantenidas en febrero. Franco, que hab¨ªa hecho objeciones entonces al plan italiano de ofensiva en el sector de Guadalajara, insist¨ªa ahora en que ?la soluci¨®n final hab¨ªa de conseguirse en el sector de Madrid, continuando las operaciones en curso?. Roatta, por el contrario, manten¨ªa ahora que poco pod¨ªa ganarse insistiendo en el ataque y, deseaba llevar sus tropas a otro frente. Para el futuro inmediato, acordaron que los italianos hiciesen un alto hasta el d¨ªa 19 de marzo, y que entonces aprovechasen cualquiera oportunidad de desalojar a los republicanos de los bosques de Brihuega. Al parecer, Franco interpretaba este movimiento como el primero de una nueva ofensiva, mientras que Roatta la consideraba como una nueva rectificaci¨®n de l¨ªneas anteriores a la sustituci¨®n de las tropas italianas por espa?olas. Tan pronto como volvi¨® a su cuartel general, Roatta escribi¨® a Franco una carta dividida en dos partes. En la primera, trataba de disuadir a Franco de emprender unas operaciones en el sector de Madrid, apuntando que ni el ej¨¦rcito italiano ni las tropas espa?olas del Jarama, estaban en condiciones de lanzar una ofensiva importante, Estos argumentos hab¨ªan sido expuestos sin ¨¦xito en la conversaci¨®n por la tarde, y Roatta ten¨ªa, por tanto, pocas esperanzas de convencer a Franco. En la segunda parte, centraba su atenci¨®n en posibles planes para continuar la ofensiva en el sector de Guadalajara, que permitiesen a las tropas Italianas retirarse lo antes posible.
Dudas en la estrategia italiana
Mientras Roatta trataba de convencer a Franco de que conviene retirar las tropas italianas del frente, el mando republicano decidi¨® lanzar un contraataque sobre Brihuega. Pasaron los d¨ªas 15 a 17 de marzo, prepar¨¢ndose para la ofensiva, mientras el ej¨¦rcito italiano dejaba pasar los d¨ªas sin hacer nada, paralizado por la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Franco. Ni Roatta ni Franco parecieron m¨ªnimamente preocupados por la posibilidad de un contraataque republicano, lo que resulta sorprendente en vista del hecho de que el mando italiano conoc¨ªa perfectamente que la moral,de sus tropas era muy baja. La ¨²nica explicaci¨®n aparente a la falta de posiciones defensivas de Roatta, parece ser, su infravaloraci¨®n de la capacidad de sus adversarios, a pesar de las dolorosas lecciones de la seman¨¢ anterior.
El 18 de marzo, Roatta, fue informado de que Franco deseaba verle y se dirigi¨® a Salamanca, dejando a su segundo, coronel Faldelle, a cargo de lo que se esperaba ser¨ªa una jornada de actividad intensa. En Salamanca, comprob¨® pronto que sus argumentos en favor de una retirada de las tropas italianas, no hab¨ªa convencido al General¨ªsimo. Franco ni siquiera estaba dispuesto a considerar la retirada de los italianos del frente, con objeto de reagruparse y lanzar una nueva ofensiva en otro punto del frente Guadalajara- Somosierra. En su opini¨®n, los italianos gozaban de una clara imposibilidad en hombres y material, y los republicanos conoc¨ªan las fortificaciones en el sector. Adem¨¢s, las tropas italianas y espa?olas se encontraban ahora ?en una posici¨®n t¨¢ctica ¨®ptima que nos permite rodear al enemigo en cualquier momento por el ala derecha?. Franco ofreci¨® a Roatta varios planes para elegir, todos los cuales exig¨ªan que al menos dos divisiones italianas continuasen su ataque sobre Torija y Guadalajara. Roatta acababa de aceptar, en principio, uno de ellos cuando recibi¨® una llamada de su cuartel general anunciando un violento ataque republicano sobre el frente italiano.
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