?Que precio habr¨¢ subido hoy?
El problema n¨²mero uno de la econom¨ªa espa?ola es la inflaci¨®n tenaz e intensa que padece. No es que sea el ¨²nico problema. Hay tambi¨¦n una depresi¨®n que se prolonga ya demasiado, un d¨¦ficit presupuestario de cierta envergadura y un desequilibrio exterior que va trag¨¢ndose lenta y fatalmente las reservas.Hoy los precios espa?oles crecen cuatro veces m¨¢s deprisa que los de Alemania: tres veces m¨¢s r¨¢pido que los de Estados Unidos, y casi dos veces m¨¢s que los de Francia, Jap¨®n u Holanda. Mientras que los precios de toda la zona OCDE hab¨ªan crecido en doce meses, hasta julio, un 8 por 100, los precios espa?oles hab¨ªan crecido un 18 por 100. No existe un paralelo tan dram¨¢tico para el d¨¦ficit p¨²blico para el d¨¦ficit exterior.
Si bien todos los problemas son graves, unos lo son m¨¢s que otros. Es imprescindible analizar, separar y ordenar los problemas si se quiere establecer una pol¨ªtica econ¨®mica apropiada.
El problema de la inflaci¨®n no es s¨®lo el primer problema de nuestra econom¨ªa. Es tambi¨¦n el problema que agrava todos los restantes. La depresi¨®n se prolonga porque el Crecimiento nominal de los salarlos que por cierto han resultado bastante sensibles. al nivel de paro -no crea los incrementos de demanda real que ser¨ªan necesarios para movilizar la capacidad ociosa y para estimular nuevas inversiones. La inflaci¨®n obliga al Estado a realizar aumentos extraordinarios de gasto monet¨¢rio, que no se trad¨²cen sino en incrementos reales muy bajos con impactos expansivos discutibles. El desequilibrio exterior mismo viene seriamente afectado por los aumentos de los precios interiores. No es que las importaciones est¨¦n creciendo de una forma exagerada. Es que las exportaciones de bienes y servicios pierden su ventaja comparativa vertiginosamente cuando los presos suben, a estos ritmos. La mejor¨ªa del d¨¦ficit exterior que podr¨ªa esperarse de la depresi¨®n queda as¨ª descartada.
Preocupadas hasta la obsesi¨®n por los d¨¦ficits presupuestario y exterior, las autoridades, con rara constancia, vienen tomando medidas que agudizan el problema de los precios. Antes fue la devaluaci¨®n, ahora las elevaciones de impuestos indirectos y las subidas de aranceles.. Son medidas de resultados limitados respecto de sus objetivos expl¨ªcitos y que, en cambio, producen efectos perturbadores desproporcionados sobre la evoluci¨®n de los precios. Y ello no s¨®lo por sus efectos cuantiticables que, consistentemente, no deber¨ªan ser muy grandes, sino m¨¢s grave y m¨¢s difusamente, porque inducir¨¢n a los empresarios y a los consumidores a pensar qu¨¦ la cuesti¨®n de los precios no merece una consideraci¨®n prioritaria. Su conclusi¨®n ser¨¢ entonces que la carrera alcista puede proseguir.
La otra l¨ªnea maestra de la pol¨ªtica de precios parece ser, a fin de cuentas, la de proteger a todo sector, subsector o empresa que haya dado muestras claras de esclorosis, incompetencia o inadaptaci¨®n al cambio que la vida econ¨®mica impone. No es que esto se haga a prop¨®sito, naturalmente, pero es el resultado parad¨®jico, y casi obligado, de la pol¨ªlica de intervenci¨®n en precios. En efecto, el Estado, en su bondad, trata de contener los precios de los art¨ªculos m¨¢s sensibles o m¨¢s necesarios. Pero luego no se encuentra con fuerzas bastantes para resistir las presiones de los sectores productores. La formula pr¨¢ctica puede variar desde ls liberalizaci¨®n de un precio despu¨¦s de que se ha acaparado un producto. hasta la subida de un precio controlado, aunque el producto sea excedentario. El resultado es siempre el inisino: los precios suben. Antes los olivareros, frecuenteniente los agricultores recienteniente los panaderos, los f¨¢bricantes de abonos y los de autom¨®viles han ejercitado esa especie de patente de corso de rango nacional. A veces, el consumidor se resiste, desv¨ªa su demanda, grita. se opone como puede. Pero el resultado es previsible porque se trata, generalmente, de art¨ªculos de demanda rigida. ?Por eso sus precios est¨¢n intervenidos! El sistema de control se convierte en algo ineficaz y distorsionante. cuando no perverso.
Esto no deber¨ªa seguir as¨ª. Una pol¨ªtica de precios que resulta contraproducente tiene que perder su credibilidad delante de la llamada ?parte social?. y delante del propio mundo empresarial sano y responsable. Cuando se crea y se alimenta este clima general de incoherencia no cabe esperar que la Bolsa. la exportaci¨®n o la inversi¨®n respondan positivamente a medidas que, por comparaci¨®n, siempre ser¨¢n irrelevantes y futiles.
Expertos nacionales y extranjeros vienen se?alando el hecho, que acaba por no sorprender, de que los precios intervenidos suben m¨¢s deprisa que los precios libres. Ahora bien justamente este hecho sugiere que puede existir una soluci¨®n. Si no se tiene bastante poder o bastante capacidad para regular aceptablemente los precios. ser¨ªa preferible dejar que las fuerzas del mercado fijasen libremente el. mayor n¨²mero posible de precios. M¨¢s a¨²n. habr¨ªa que proteger la libre acci¨®n de esas fuerzas e incluso, ayudarlas con un eventual abastecimiento exterior -luido y f¨¢cil. En la actual situaci¨®n de depresi¨®n las consecuencias ser¨ªan m¨ªnimas -si no beneficiosas-. para el problema del sector exterior y desde luego. inmensas para el saneamiento y la limpieza de la econom¨ªa. as¨ª como para la disciplina natural y aut¨¦ntica de los precios.
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