El fin del interregno
Para James Carter ha llegado la hora de la verdad. Con su toma de posesi¨®n acaba hoy el per¨ªodo de intensa y excesiva especulaci¨®n que ha marcado el intervalo entre su elecci¨®n y la inauguraci¨®n de su etapa presidencial. En la sociedad norteamericana no hay gran expectaci¨®n ante un, relevo que, es evidente, no devuelve a Washington el esp¨ªritu de la era Kennedy, el ideal johnsoniano de la Gran Sociedad, ambos tan r¨¢pidamente olvidados. Todo lo que se sabe del nuevo presidente es que no tiene ideas especialmente brillantes, que es un gran trabajador y que aspira a restaurar parte del cr¨¦dito que lo Estados Unidos han perdido durante la etapa que Arthur Schlesinger ha llamado la presidencia imperial:Surgido pr¨¢cticamente de la nada, pero en realidad lanzado y sostenido por la poco conocida comisi¨®n trilateral (1), de la que es un miembro muy activo, el presidente Carter ha completado durante la transici¨®n un equipo de Gobierno que ha desmentido sus promesas electorales. M¨¢s de la mitad de los once ministros y seis altos funcionarios designados han ocupado puestos relevantes en administraciones anteriores y las carteras importantes han ido a parar, finalmente, a las manos de los m¨¢s experimentados. Las connotaciones populistas de las declaraciones de Carter no han tenido traducci¨®n m¨¢s que anecd¨®tica en la elecci¨®n de sus colaboradores.Tres frentes pol¨ªticos
Durante medio siglo, los tres frentes en los cuales los presidentes de Estados Unidos se han ganado el aprecio o el desprecio de su pueblo han sido la econom¨ªa, la pol¨ªtica exterior y lo que se puede denominar el ?esp¨ªritu presidencial?. Los acontecimientos que han precedido la elecci¨®n de Carter hacen que sea en este ¨²ltimo donde el nuevo presidente tenga m¨¢s posibilidades de llegar a la sociedad americana. El clima moral dejado por la etapa Nixon y que la interinidad de Ford no ha superado, va a permitir a Carter establecer los c¨®digos de honestidad y rectitud pol¨ªtica que esperan muchos, aunque otros tantos se muestran estad¨ªsticamente esc¨¦pticos sobre las posibilidades del sistema para representar los intereses de la mayor¨ªa, y no los de los grandes grupos enquistados en el poder. El nuevo presidente no olvida que su elecci¨®n se produjo con casi el47 % de abstenciones, y a lo largo del per¨ªodo de transici¨®n ha enfatizado constantemente el af¨¢n adecentador, dentro y fuera, que va a dominar su gesti¨®n.
Carter quiere otorgar poder y autonom¨ªa a sus ministros, conducir sin secretos su administraci¨®n, no aislarse en la Casa Blanca del pueblo que le ha elegido. Tambi¨¦n quiere avanzar en el campo de los derechos civiles, a pesar de lo cual ha designado a un sospechoso de racismo, Griffin Bell, como ministro de Justicia, y desenmara?ar la complicada madeja del espionaje norteamericano, lo que no ha impedido que un comit¨¦ del Senado se mostrara absolutamente hostil hacia el director de la CIA designado por el presidente, Sorensen, con fama de ser poco amigo de los procedimientos habituales de la inteligencia norteamericana, convencido pacifista y dispuesto a sacar a la luz los trapos sucios de los organismos de seguridad. En el permanente balance entre lo que se quiere y lo que se puede hacer en la Casa Blanca, no se debe olvidar que esa especie de monarca de Occidente que: es el presidente de los Estados Unidos es, a su vez, la resultante de un complejo juego de fuerzas que, en lo sustancial, predeterminan su actuaci¨®n. Es por su actuaci¨®n en lo que se delimita como terreno de juego por lo que un presidente se distingue de los dem¨¢s.
Un Congreso con problemas
Por primera vez en muchos a?os, el jefe del ejecutivo va a contar con una holgada mayor¨ªa de su partido en un Congreso deseoso de recuperar su papel de co-protagonista. Ni los legisladores llevaron a Norteamerica a Vietnam. ni la sacaron de all¨ª, ni a pesar de las leyes Johnson de los a?os sesenta, los negros han conseguido una mayor integraci¨®n y participaci¨®n, sino a trav¨¦s de su emigraci¨®n hacia los Estados del Norte, donde se les reconoce sus derechos pol¨ªticos. El Congreso, que ha iniciado hace unos d¨ªas su legislatura se enfrenta tambi¨¦n con su propia moralizaci¨®n interna. Los republicanos han quedado semidestruidos por Watergate, pero los dem¨®cratas afrontan una trivestigaci¨®n del Departamento de Justicia por sobornos generalizados del lobby surcoreano en Washington. Adem¨¢s de su propia reforma funcional, ya en marcha, el Congreso se dispone a remedar al presidente, creando un c¨®digo de ¨¦tica para sus miembros, asediados por grupos de presi¨®n pol¨ªticos y econ¨®micos y minados por reglas de procedimiento y m¨¦todos de trabajos que favorecen el secreto y la manipulaci¨®n.
Etica en el legislativo, ¨¦tica en el ejecutivo ¨¦tica en pol¨ªtica exterior... Dotar a su mandato de un contenido ¨¦tico es el desaf¨ªo que hoy asume el nuevo presidente norteamericano.
(1). La Comisi¨®n Trilateral es un organismo creado en 1973 por David Rockfeller para reforzar la solidaridad entre los tres centros del capitalismo avanzado Norteamerica, Europa occidental y Jap¨®n- bajo el que se agrupan casi doscientos miembros en tres continentes, significados por su poder pol¨ªtico o econ¨®mico, o por su influencia intelectual
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