Un personaje en busca de autor
Torcuato Luca de Tena es autor del libro -Edad prohibida- que mayores derechos ha devengado en los ¨²ltimos cien a?os de novela espa?ola, y seguramente en toda la historia de la ficci¨®n literaria peninsular: quince millones de pesetas, m¨¢s o menos. Seg¨²n ilustres precedentes, tampoco ¨¦l acierta en seleccionar la mejor de sus novelas. Ni al sugerir a los redactores de sus sobrecubiertas publicitarias que este libro -Se?or ex ministro- es una huella galdosiana. Nada de Gald¨®s; esto no es un episodio, sino un sorprendente retablo. Desde el amplio fondo cultural de T. L. T. han surgido, irresistibles, dos modelos, seguramente sin que ¨¦l les haya invocado: el ¨²ltimo Somerset Maughan y el primer Malraux. El hecho de que la s¨ªntesis de las dos inspiraciones se pueda designar como retablo s¨®lo se explica por dos hechos. Primero, que T. L. T. es tambi¨¦n, m¨¢s de lo que ¨¦l se cree, personaje capital de libro; segundo, porque el libro se fecha, y seguramente se concibe, en el retiro de Pedraza de la Sierra, donde T. L. T. vive espiritualmente; donde se regenera, donde recobra la serenidad pasmosa, casi ingenua, que le permite encandilar, en cada edici¨®n de su citado bestseller, a cada generaci¨®n de chicas que se abren a nuestra vida falsa; y que ahora est¨¢ logrando el milagro impar de que toda la llamada clase alta est¨¦ leyendo, individual y colectivamente, Se?or ex ministro. Por eso este comentario deber¨ªa trazarse desde la sociolog¨ªa literaria; si se enfoca desde la historia profesional y desde la afici¨®n a la literatura es por las limitaciones del cr¨ªtico.Torcuato Luca de Tena y su padre, el gran Juan Ignacio, el m¨¢s presente, por tesis y ant¨ªtesis, de nuestros amigos muertos. Se?or ex ministro es el eco filial del Qui¨¦n soy yo. Andaba all¨ª entre bambalinas Juan Ignacio; el actor Torcuato necesitaba este libro y se lo ha tenido que encargar al autor Torcuato por las prisas. El tema obsesivo de la doble identidad mezclada con la pol¨ªtica; ingrediente de la pol¨ªtica.
Torcuato Luca de Tena
Se?or ex ministro. Editorial Planeta. Barcelona, 1976.
T. L. T. escribe novelas que se entienden. Su presencia en la Academia est¨¢ justificada por m¨¢s cosas; pero, ante todo, porque es uno de los escritores con m¨¢s directa influencia en la dif¨ªcil elevaci¨®n del ¨ªndice de cultura popular en altos sectores sociales, espantosamente incultos. Hay centenares, millares de espa?oles que no leen m¨¢s libros que los de T. L.T.; esto es algo que se, desconoce, pero que es cierto.
El personaje-autor no aparece solamente, dentro de estas p¨¢ginas, en las actuaciones del director de ABC, ni en las conmovedoras alabanzas a Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora; una de las diferencias entre T. L. T. y su padre es que Juan Ignacio no permit¨ªa jam¨¢s que el coraz¨®n y la amistad traicionasen al sentido pol¨ªtico. T. L. T. es un poco el solitario como g¨¦nero; envidia secretamente a su Felipe Tusquets, y cuando quiere justificar a su protagonista, Echevarrieta Letelier, le retira al campo, le presenta como enamorado del campo, y le hace poseer, furiosamente, ante la chimenea, a una garrida moza llona de la tierra; uno de los mo mentos er¨®ticos m¨¢s tensos y realistas del libro, que tiene muchos. T. L. T. se enmascara dentro de vanos personajes; les reconduce con habilidad, y a veces con pretendida dureza, al camino. Es todo un juego subliminar.
?Este es un relato ficticio cuya acci¨®n transcurre en un tiempo cierto?. ?Es -contin¨²a T. L. T. una mezcla equilibrada entre el artificio y la realidad.? No, no es una simple mezcla. Este libro no es la historia del franquismo; es la destilaci¨®n del franquismo. No es una mezcla, sino una combinaci¨®n; y a veces, en momentos felices, toda una identificaci¨®n.
Como trasfondo hist¨®rico, el libro es fascinante. Es, desde luego, una cr¨ªtica de toda una ¨¦poca; pero con la suficiente compasi¨®n para convertirse, en los momentos de mayor disonancia, en autocr¨ªtica. Hay referencia a cuatrocientos y pico personajes reales; y la aparici¨®n en escena de Laureano L¨®pez Rod¨®, por ejemplo, es una delicia absoluta. (Las apariciones en escena son lo mejor del tratamiento de cada personaje.)
De pronto, comparece la Oposici¨®n; y al autor se le escapa la documentaci¨®n hist¨®rica mezclada con la amistad. La frase, el tono que hace leer este libro apasionadamente a toda una clase social espa?ola, con el acompa?amiento, en la admiraci¨®n y en la lectura, de toda una clase media: ?Ay, hija, si crees que la simpat¨ªa es un don pol¨ªtico, nos deber¨ªa gobernar Celia G¨¢mez.?
Nuestros a?os cuarenta y nuestros a?os setenta ten¨ªan ya .una historia incipiente. T. L. T. aborda aqu¨ª, de frente y por derecho, la evocaci¨®n de los a?os est¨²pidos que son tambi¨¦n los a?os creadores y los a?os hip¨®critas y los a?os fecundos; los cincuentas y los sesentas. Describe el ambiente de esos a?os, sobre todo, cuando no pretende describirlos; cuando se olvida de su experiencia personal y se deja vencer por la fuerza expresiva de su circunstancia.
Me temo que la cr¨ªtica no ha concedido a¨²n a esta novela de T. L. T. toda la importancia que merece. El p¨²blico, con intuici¨®n segura, s¨ª.
Babelia
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