Historia sin pol¨ªtica y pol¨ªtica sin historia
Cuando se contempla el espect¨¢culo de destrucci¨®n y abandono de nuestro patrimonio art¨ªstico, generalmente se tiene la tentaci¨®n de acudir, como ¨²nica explicaci¨®n, al t¨®pico f¨¢cil de la agitada historia de nuestro pueblo. Desde luego no vamos a restar la importancia que merece a la incidencia negativa que el fanatismo o la inestabilidad han podido ejercer sobre el legado art¨ªstico de nuestro pasado, pero, aun aceptando tales imponderables hist¨®ricos y alg¨²n otro m¨¢s que se nos ocurra, lo que no puede ya ocultarse es la desastrosa pol¨ªtica que sobre el patrimonio art¨ªstico se ha llevado en el pa¨ªs durante casi toda su ¨¦poca contempor¨¢nea. Y si nos fijamos en nuestra historia contempor¨¢nea no es s¨®lo por razones de inmediatez, sino por ser durante esta ¨¦poca -?triste paradoja!-cuandose producen, por primera vez, las que deber¨ªan haber sido condiciones ¨®ptimas para la protecci¨®n y el estudio de? patrimonio art¨ªstico. T¨¦ngase en cuenta que fue durante el siglo XIX cuando' el Estado hered¨® todo ese inmenso caudal de riquezas art¨ªsticas que se repart¨ªa., para goce privado, entre los estamentos privilegiados del antiguo r¨¦gimen, y que adem¨¢s el Estado recibe esta herencia como mero depositario de un bien p¨²blico, es decir, como administrador al servicio y beneficio de todos los ciudadanos.Hechas estas breves advertencias pasemos a comentar el que es verdadero objeto de nuestro art¨ªculo -el Museo del Prado- o, m¨¢s concretamente, lo que ha motivado el que nos pongamos a escribir sobre ello: la publicaci¨®n que acaba de aparecer de A. E. P¨¦rez S¨¢nchez titula Pasado, presente y futuro del Museo del Prado (1). El libro del profesor P¨¦rez S¨¢nchez, subdirector del museo, es como su t¨ªtulo indica, una historia de la benem¨¦rita instituci¨®n,. una historia que por lo dem¨¢s resulta, muchas veces, sencillamente espeluznante, pero, sobre todo, una historia que demuestra que en el Prado, por vicisitudes y por protagonistas, ha habido de todo menos una pol¨ªtica. Pero advi¨¦rtase que no s¨®lo no ha habido una pol¨ªtica, con lo que esto significa de azar y descontrol (?l¨¦ase su historia!), sino que ni siquiera se dan las condiciones m¨ªnimas para que la haya, y cuando se pretende airear de manera vergonzante un simulacro de ella (recu¨¦rdese la danza de disparatados y sensacionalistas planes de acci¨®n que fueron manejados ante la opini¨®n p¨²blica hace pocos a?os, la mayor¨ªa de los cuales acabaron como esa valla que se levant¨® en una noche para una obra que jam¨¢s existi¨®), cuando se pretende airear una pol¨ªtica, decimos, es una pol¨ªtica sin historia, es decir, una pol¨ªtica sin proyecci¨®n de futuro. La importancia de la publicaci¨®n del profesor P¨¦rez S¨¢nchez creemos que radica en este punto, precisamente en que propone una pol¨ªtica para el Prado, y aunque un libro no parece ser algo a lo que nuestros pol¨ªticos de este siglo, por lo general, sean sensibles, al menos a nosotros nos servir¨¢ como testimonio de su responsabilidad.
Definici¨®n y exigencias del museo
?Cu¨¢l es esa pol¨ªtica que el profesor P¨¦rez S¨¢nchez Propone? En realidad llevar a cabo, como ¨¦l mismo indica, lo que viene exigiendo por la definici¨®n de museo, seg¨²n el organismo internacional que los rige (ICOM): ?Museo es la instituci¨®n permanente que conserva y expone colecciones de objetos de car¨¢cter cultural para fines de estudio, educaci¨®n y deleite?. Pero el Prado ni garantiza la conservaci¨®n de sus fondos, muchos de ellos dispersos por toda Espa?a, sin condiciones fiables de conservaci¨®n, ni posee la menor proyecci¨®n did¨¢ctica, ni facilita estudio alguno, con lo que s¨®lo se parece cabalmente a la definici¨®n elaborada por la ICOM en que ?expone colecciones de objetos de car¨¢cter cultural ?. Lo que pretende la pol¨ªtica propuesta por P¨¦rez S¨¢nchez es precisamente que el Prado merezca la definici¨®n de Museo: garant¨ªas de conservaci¨®n, investigaci¨®n y proyecci¨®n did¨¢ctica. Para ello es necesario arbitrar dotaciones ,econ¨®micas mayores que las existentes, pero, sobre todo, competencia por parte de los encargados en dirigirlo y autonom¨ªa suficiente para "que su cometido no sea puramente nominal. S¨®lo en fecha muy tard¨ªa accedieron a los puestos de direcci¨®n del Prado especialistas en historia del arte, los ¨²nicos capaces de hacerlo, pero si lo hicieron (S¨¢nchez Cant¨®n, Diego Angulo, Xavier de Salas), carecieron de los medios suficientes para que su labor fuera efectiva, y cuando lo fue o lo es, atrib¨²yase al cap¨ªtulo de hero¨ªsmo personal, peligrosa situaci¨®n cuando lo que se trata de defender son instituciones. Un art¨ªculo de estas condiciones nos impide glosar los diversos aspectos que ser¨ªan susceptibles de, comentario en un libro de las caracter¨ªsticas como el del profesor P¨¦rez S¨¢nchez, y sobre un tema como el del Museo del Prado, lo cual nos lleva a recomendar m¨¢s intensamente su lectura. No queremos, al menos, renunciar en este apresurado comentario a reproducir una advertencia con que concluye el libro del profesor P¨¦rez S¨¢nchez: ?por encima de los ministerios, por encima de las instituciones y las personas pol¨ªticas de cada momento, el Prado ha sido una continuidad, algo que hab¨ªa de ser efectivamente de todos. Ahora bien, el arbitrar la manera de que no sea de todos s¨®lo en el plano abstracto y te¨®rico, tantas veces limitado y verbalista, sino en el mucho m¨¢s pr¨®ximo y pr¨¢ctico de la colaboraci¨®n, de la trabaz¨®n y el entendimiento entre unos y otros, y de la proyecci¨®n esencial y absolutamente popular, es quiz¨¢ lo m¨¢s importante que pudi¨¦ramos conseguir?.
(1). A. E. P¨¦rez S¨¢nchez, Pasado, presente y futuro del Museo del Prado, Fundaci¨®n Juan March, Madrid 1977.
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