En el ruedo, y frente al toro, todo puede ocurrir
La miseria y la grandeza de la fiesta est¨¢n, de una vez, en que le ronda la muerte. Timbales y clar¨ªn anuncian, a un tiempo, triunfo y fracaso, gloria y tragedia. Hay una an¨¦cdota reveladora de Cayetano Ord¨®?ez. Cuando esperaba en la puerta de cuadrillas el comienzo de cierta corrida, algui¨¦n grito con impaciencia: ??Darse prisa, que falta un minuto! ?. Cayetano y sus compa?eros de terna se ci?eron apresuradamente el capote de paseo, se ajustaron la montera, iniciaron la formaci¨®n. Pero uno de los banderilleros se asom¨® hacia el tendido, vio el reloj y comunic¨® a las cuadrillas: ?Nada de un minuto; a¨²n faltan siete?. Cayetano exclam¨®, entonces: ??Qui¨¦n ha sido el desgraciao que ha dado la falsa alarma??.El miedo es la sensaci¨®n com¨²n a todos los toreros que est¨¢n en sus cabales. En el ruedo, y con el toro, todo puede pasar. El toro puede salir un dije y una malva, para que el ¨¢nimo se serene y que la inspiraci¨®n brote fluida hasta consumar faenas de arte. Y puede salir pregonao, la cabeza hecha una devanadera, derrotes como flechas dibujando. la silueta del torero. Con aquel toro, la belleza; con este toro, valor y habilidad del lidiador para ganarle la partida, y emoci¨®n siempre, tanto si es diestro como inexperto.
Por eso asombra que cuando la corrida sale dura, muy dif¨ªcil, como ha ocurrido estos dos ¨²ltimos domingos en Las Ventas, haya quien resuma la tarde con la s¨ªntesis de la frivolidad: ?Aburrimiento?. Habr¨¢ aburrimiento para los inconscientes, para los que no saben ver el toro, para aquellos a quienes les tiene sin cuidado la lidia o -aun peor-, el riesgo cierto-que unos hombres corren en la arena. Fue el domingo, precisamente: en un radio de pocos kil¨®metros se dieron simult¨¢neamente cuatro festejos. Hubo p¨²blico para todos. Y en los cuatro se produjeron cogidas, cuatro en total, tres de ellas de gravedad. A lo mejor todas fueron por errores t¨¦cnicos de los toreros. Lo cual les da m¨¢s m¨¦rito a¨²n: he aqu¨ª un espect¨¢culo de gran dinamismo y plasticidad, perfectamente estructurado en el que hay un valor a?adido de emoci¨®n, porque en un s¨®lo instante de error, puede llegar la tragedia.
Un espect¨¢culo de tal riesgo (no es el ¨²nico en el que la muerte acecha), puede no gustar y es l¨®gico que tenga detractores. Pero ?qui¨¦n que no sea un inconsciente o que no sepa ver toros podr¨ªa decir que aburre?
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