Objetivo com¨²n: consolidar la democracia
Delegado del Consejo Superior de C¨¢maras de Comercio Industria y Navegaci¨®n de Espa?a ante las Comunidades EuropeasQuince a?os despu¨¦s de que el Gobierno espa?ol introdujera una primera petici¨®n que qued¨® sin respuesta; siete a?os despu¨¦s de la firma y entrada en vigor del acuerdo comercial preferencial entre Espa?a y la CEE; cinco a?os despu¨¦s de estar negociando, infructuosamente, la adaptaci¨®n a la Comunidad ampliada, del acuerdo de 1970; cuarenta d¨ªas despu¨¦s de haberse franqueado el humbral de la democracia, el nuevo Gobierno espa?ol se dispone hoy, d¨ªa 28 de julio, a cumplir un acto hist¨®rico solicitando oficialmente, mediante una carta dirigida al presidente del Consejo de las Comunidades, la apertura de negociaciones para la adhesi¨®n de Espa?a a la Cee, la CECA y la CEEA, es decir, las tres comunidades nacidas de los tratados de Par¨ªs y Roma.
Creo que esta importante decisi¨®n que toma el Gobierno est¨¢ fundada en una serie de razonamientos econ¨®micos y pol¨ªticos, internos y externos, que se inscriben dentro de un contexto actual dificil de las relaciones comerciales hispano-comunitarias, que requieren la elaboraci¨®n de una estrategia adecuada y de una pol¨ªtica de negociaci¨®n abierta, al mismo tiempo que se inicia una etapa en el curso de la cual tanto la Administraci¨®n como el conjunto de los opera ores econ¨®micos, pol¨ªticos y sociales del pa¨ªs deben comenzar a prepararse para traducir en la pr¨¢ctica y en el comportamiento la opci¨®n europea de Espa?a.
Desaparecidos los condicionantes pol¨ªticos, el nuevo horizonte europeo de Espa?a no pod¨ªa ser sino el de adhesi¨®n a las Comunidades como miembro de pleno derecho. Cuarenta d¨ªas de democracia han podido m¨¢s que quince a?os de negociaciones.
Ahora bien, estos quince a?os de negociaci¨®n no han sido in¨²tiles, sino necesarios y han permitido plantear los t¨¦rminos de un acercamiento comercial y econ¨®mico progresivo que prepara, sin traumas cuantitativos, el salto cualitativo que hoy nos disponemos a dar. Es evidente que hubiera sido preferible montar en este tren en 1952 ¨® 1958, pero ha sido pol¨ªticamente imposible. La presentaci¨®n de la candidatura espa?ola, cuarenta d¨ªas despu¨¦s de las elecciones, confirma que el condicionamiento b¨¢sico era el pol¨ªtico, lo que no impide que se deban afrontar, ahora, serias dificultades econ¨®micas.
Hoy puede decirse que, gracias a la preparaci¨®n del pa¨ªs, la adhesi¨®n a las Comunidades es una decisi¨®n necesaria y realista al corresponder con el objetivo de consolidaci¨®n democr¨¢tica, ser Europa nuestro ¨¢mbito geopol¨ªtico natural y nuestro entorno econ¨®mico y permitir el inicio de una reflexi¨®n regional con el resto de Europa.
La consolidaci¨®n democr¨¢tica
La democracia que estrenamo necesita ser apuntalada y la solic¨ªtud de adhesi¨®n a las Comunidades con tal de que ¨¦stas comprendan y aprueben la candidatura, tema sobre el que volveremos m¨¢s adelante puede ser uno de los factores de su consolidaci¨®n.
Hay que tener, en efecto, en cuenta que. durante a?os, el t¨¦rmino de Comunidad Europea ha sido identificado en Espa?a con el horizonte democr¨¢tico y que la imposibilidad de acceso a la CEE ha servido de cr¨ªtica indirecta al sistema pol¨ªtico vigente, invoc¨¢ndose los pre¨¢mbulos y fines de los tratados europeos y apoy¨¢ndose en las declaraciones reiteradas de las instituciones europeas, Gobiernos y partidos pol¨ªticos. La presentaci¨®n y aceptaci¨®n de la candidatura espa?ola permitir¨¢ dar un sentido a este sentimiento popular, no creando la sensaci¨®n de que nos aceptan o de una victoria diplom¨¢tica de un partido concreto, sino como manifestaci¨®n de un deseo general de contribuir activamente a la construcci¨®n europea, superando el sentimiento de frustraci¨®n de no poderlo hacer por tener un sistema pol¨ªtico incompatible. Este factor contribuir¨¢ a asentar la necesidad de la democracia porque permite participar en un designio que engarza con nuestro pasado hist¨®rico.
Por otra parte, ante la nueva etapa econ¨®mica y pol¨ªtica que inicia el pa¨ªs, se necesita fijar un horizonte en funci¨®n del cual se aborde la necesaria reestructuraci¨®n econ¨®mica y se planifiquen las nuevas opciones en materia de pol¨ªtica exterior y de equilibrio de las relaciones internacionales.
Finalmente, la adhesi¨®n de Espa?a a la Comunidad contribuir¨¢ a crear una solidaridad para la salvaguardia de los principios democr¨¢ticos y libertades esenciales, no s¨®lo para Espa?a, sino para el conjunto de los pa¨ªses europeos.
Por ello, se piensa ya en Bruselas en redactar una declaraci¨®n pol¨ªtica general sobre el respeto de las libertades en Europa, declaraci¨®n que formar¨¢ parte del pre¨¢mbulo del futuro tratado de adhesi¨®n.
Ambito geopol¨ªtico natural de Espa?a
. La idea de Europa no est¨¢ en crisis. Lo que est¨¢ en crisis -que seg¨²n Ortega no es m¨¢s que la ¨¦poca transitoria de b¨²squeda de nuevos valores cuando se han perdido los anteriores- son, quiz¨¢, las modalidades de la integraci¨®n, es el equilibrio pol¨ªtico y econ¨®mico interno de ciertos Estados miembros de las Comunidades, aparecido fundamentalmente a ra¨ªz de la crisis energ¨¦tica que ha revelado la -existencia de deficiencias estructurales que es necesario remediar, reformar y modernizar.
En el devenir de los pueblos hay ocasiones en que conviene elegir y hoy esta elecci¨®n debe ser la de la solidaridad europea. Con nuestro ingreso en la CEE no s¨®lo participaremos en este esfuerzo solidario, sino que deberemos exigir el refuerzo de la integraci¨®n para que Europa no siga siendo la media de los compromisos nacionales, sino la resultante supranacional de un esfuerzo y reflexi¨®n conjuntos que permitan hacer frente a la d¨¦cada de recesi¨®n en la que estamos y a la modificaci¨®n substancial de las relaciones internacionales.
Europa debe ser considerada como nuestro ¨¢mbito geopol¨ªtico natural, no s¨®lo en funci¨®n de la cercan¨ªa, de la historia y de la geograf¨ªa, sino porque o Europa se construye o Europa muere y con ella, todos los pueblos que la integramos. Nos encontramos en una encrucijada importante: despu¨¦s de veinte a?os de construcci¨®n europea se requiere un nuevo ¨ªmpetu y, sobre todo, un nuevo planteamiento econ¨®mico, social pol¨ªtico que permita proseguir proceso de integraci¨®n e insuflar nueva voluntad pol¨ªtica en esp¨ªritus esc¨¦pticos.
La adhesi¨®n de nuestro pa¨ªs a las Comunidades exigir¨¢, precisamente, esa reflexi¨®n pol¨ªtica, institucional y econ¨®mica que algunos temen. Como joven democracia, sin ilusiones perdidas, podemos y deberemos exigir que Europa acelere el proceso d e integraci¨®n pol¨ªtica, frenado hoy por ut¨®picos defensores de la soberan¨ªa absoluta de los Estados consolidados o por los defensores de ideolog¨ªas de ayer o de euroideolog¨ªas de hoy.
Entorno econ¨®mico
Somos tributarios de una primera realidad; el alto grado de interdependencia de nuestras econom¨ªas:
- Espa?a, en efecto, es el quinto cliente y octavo proveedor de la CEE, la CEE es nuestro primer proveedor y cliente, vendemos a la CEE el 5% del total de sus importaciones mundiales y el 33% de sus compras mediterr¨¢neas, vendemos en la CEE m¨¢s del 40% de nuestras exportaciones totales, compramos en la CEE m¨¢s del 40% de nuestras compras totales y mucho m¨¢s si excluimos los productos energ¨¦ticos, las inversiones comunitarias en Espa?a (1965-1975) representan el 34% de las inversiones extranjeras en Espa?a y el grado de dependencia es mucho mayor para los sectores m¨¢s din¨¢micos de la exportaci¨®n espa?ola y para la exportaci¨®n agr¨ªcola.
Adem¨¢s de estas consideraciones, es preciso tener en cuenta que tanto ellos como nosotros tenemos un sistema econ¨®mico comparable basado en la llamada econom¨ªa social de mercado, con mecanismos paralelos y, por consiguiente, estrechamente concatenados e interdependientes.
En estas condiciones m¨¢s vale estar dentro que fuera, serpaternaires en lugar de terceros y enfrentar juntos los grandes temas que deber¨¢ abordar la Europa de hoy para preparar la Europa del ma?ana: la reforma del sistema monetario; las modificaciones estructurales de la producci¨®n industrial, de la agricultura y de la empresa; el establecimiento de un nuevo orden econ¨®mico mundial.
Ahora bien, este matrimonio no supone el abandono de nuestros esfuerzos para diversificar los mercados ni nuestras relaciones tradicionales.
Es evidente que uno de los activos que Espa?a podr¨¢ ofrecer a la Comunidad consiste precisamente en las relaciones de hermandad con los pueblos de Am¨¦rica latina y lo ¨²nico que lamento a este respecto es que Espa?a no lo pueda presentar como activo consolidado tal y como sucedi¨® con el Reino Unido y la Common-wealth o con los pa¨ªses miembros originarios y sus antiguas colonias, de tal forma que el conjunto de estos pa¨ªses latinoamericanos fueran ma?ana asociados a la CEE, a trav¨¦s de la extensi¨®n de la Convenci¨®n de Lom¨¦.
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