El proyecto de ley para las municipales beneficia a UCD y PSOE
La reducci¨®n de los peque?os partidos a minor¨ªas muy poco operantes o casi inexistentes, y la conversi¨®n de la lucha UCD-PSOE en el dato verdaderamente significativo de la batalla municipal, son algunos de los principales efectos pol¨ªticos que cabe esperar de las pr¨®ximas elecciones locales, a la vista del proyecto de ley enviado por el Gobierno a las Cortes, y del mapa electoral dise?ado por la consulta del 15 de junio.
El poder en m¨¢s de 9.000 distritos es lo que se juega en las elecciones locales, dato decisivo para un sistema de partidos pol¨ªticos en formaci¨®n como actualmente es el espa?ol. Estos comicios van a contribuir a fijar el sistema de partidos, y no es de extra?ar que se vean precedidos de numerosos movimientos entre grupos que han de adaptarse a esa realidad. Las negociaciones para la unidad socialista pueden constituir un ejemplo de esta cuesti¨®n.Las enmiendas presentadas al proyecto de ley electoral municipal superan el centenar, pero apenas ninguna supone reparos serios, salvo el intento comunista de que prospere su enmienda a la totalidad. Sobre todo, UCD y PSOE est¨¢n de acuerdo en casi todas las cuestiones importantes, excepto el n¨²mero de concejales -los socialistas quieren elevarlo-, la duraci¨®n de la campa?a -los socialistas la quieren m¨¢s corta que el Gobierno-, y temas de menor trascendencia.
Dentro de unos d¨ªas probablemente vendr¨¢ a Espa?a uno de los hombres m¨¢s prestigiosos en el campo de la t¨¦cnica electoral, el norteamericano Douglas W. Rae, autor de uno de los libros considerados cl¨¢sicos en la materia (1). Su viaje, que se efectuar¨¢ a t¨ªtulo privado, es con el encargo expreso de analizar t¨¦cnicamente el proyecto del Gobierno. En espera de sus conclusiones, pueden adelantarse algunas de las impresiones que se desprenden del examen del texto.
Pocos partidos
Los redactores del proyecto de ley han tomado sus medidas para asegurar la reducci¨®n del n¨²mero de partidos que saldr¨¢n de estas elecciones con una representaci¨®n considerable. La fianza de 5.000 pesetas por candidato es un buen dato para desanimar a los peque?os partidos, y desde luego constituye una r¨¦mora para los medianos. Ninguno de ellos anda tan sobrado de dinero como para inmovilizar trescientos millones de pesetas, s¨®lo en fianzas, para presentar candidaturas en todo el pa¨ªs, si el debate en las Cortes mantiene dicha cantidad. Cierta gravedad reviste tambi¨¦n la obligaci¨®n de que las coaliciones electorales tengan que hacerse en todos los municipios de una misma provincia, o en ninguno; es decir, que dos partidos han de coaligarse forzosamente en todos los municipios de una misma provincia si quieren hacerlo en alguno de ellos.Para la elecci¨®n de alcaldes, los partidos parlamentarios se dividen en dos opciones. El Gobierno propone, y UCD y PSOE est¨¢n de acuerdo, que sea designado alcalde el primer candidato, de la lista ganadora en cada distrito; mientras el PCE y las minor¨ªas catalana y vasca prefieren que el alcalde sea elegido a posteriori por los concejales electos. A favor de la primera postura se argumenta que ello refuerza el sentido democr¨¢tico de la elecci¨®n, puesto que el elector sabe que el primer candidato de la lista que vote es el candidato a alcalde; pero tambi¨¦n existen argumentos en contra, en el sentido de que en muy pocos municipios habr¨¢ partidos que logren m¨¢s del 50% de los votos, y por tanto muy pocos alcaldes estar¨¢n respaldados por m¨¢s de la mitad del cuerpo electoral.
En uno y otro caso, las dificultades se derivan de un mismo problema: los partidos espa?oles no creen conveniente la elecci¨®n directa del alcalde por el pueblo. Despu¨¦s de esta decisi¨®n pol¨ªtica, la f¨®rmula gubernamental-socialista puede representar un intento de transacci¨®n entre una elecci¨®n puramente indirecta, como es la f¨®rmula de designaci¨®n por los concejales, y otra directa pero forzada, representada por la designaci¨®n del primero de la lista vencedora. Las posiciones est¨¢n vinculadas a los intereses concretos de cada partido: si el alcalde es el primero de la lista vencedora, UCD y PSOE van a repartirse la mayor parte de las alcald¨ªas; mientras que con la elecci¨®n indirecta, los partidos peque?os tendr¨ªan, al menos, opci¨®n a entrar en las negociaciones para ciertas alcald¨ªas.
Otras cuestiones relacionadas con el sistema electoral tienden a acentuar el aplastamiento de los peque?os. Ya que el tama?o de los distritos (n¨²mero de concejales a elegir en cada municipio, para entendernos) garantiza bastante bien la proporcionalidad, la f¨®rmula elegida para el reparto de concejal¨ªas -la famosa D'Hont- y el l¨ªmite del 5% de los votos como porcentaje m¨ªnimo para tener derecho a entrar en dicho reparto, tienden a perjudicar a los peque?os en beneficio de los grandes.
El sistema previsto de elecci¨®n perfila, en general, una batalla fuerte entre los dos primeros partidos, que trasciende el ¨¢mbito puramente local, para convertirse en un enfrentamiento pol¨ªtico de primera magnitud; intentos de los partidos medianos por obtener, al menos, ¨¢reas de influencia concretas; y un futuro muy negro para los peque?os partidos, desde el punto de vista electoral.
(1) ?Leyes electorales y sistema de partidos pol¨ªticos?. Versi¨®n espa?ola de Editorial Citep.
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