Alevines y tiburones
El debate de ayer fue una lucha en alta mar entre un alev¨ªn de las lagunas de Ruidera y un tibur¨®n ancho, chaparro y plateado. El resultado se lo imaginar¨¢n ustedes perfectamente. El socialista Manuel Mar¨ªn, diputado por Ciudad Real, que es tierra cerealista y de vi?edo abrasado por la ¨¢spera luz de la sequ¨ªa, se enfrentaba a V¨ªctor Moro, un parlamentario de la especie de los escualos lleno de escamas y fintas mortales. El hemiciclo, con una expectaci¨®n de gala y el p¨²blico que hab¨ªa agotado la reventa, han asistido en la primera parte a un acto escueto de devoraci¨®n pol¨ªtica.Desde el principio se vio en seguida que los socialistas hab¨ªan enfocado mal el debate: demasiados folios, demasiadas cifras, demasiados datos, demasiadas razones t¨¦cnicas narradas en tono menor, con una mano en el bolsillo, con ese sonido enervado de comisi¨®n. Manuel Mar¨ªn se iba adentrando as¨ª paulatinamente en el caladero donde V¨ªctor Moro suele faenar a sus anchas. Tambi¨¦n se ha visto en seguida c¨®mo en los esca?os de UCD bajaba la tensi¨®n al comprobar que el socialista no hab¨ªa subido al estrado con esa iluminaci¨®n de ne¨®fito dispuesto a sacar retales y forros de trapos sucios con una oratoria tremendista, sino m¨¢s bien pretend¨ªa convencer de buena fe al adversario a base de un antiinforme de consejo de administraci¨®n. Manuel Mar¨ªn, ya de entrada, hab¨ªa puesto el tema en el barco frigor¨ªfico, como si se tratara de merluza congelada.
V¨ªctor Moro, en el primer envite, no ha encontrado enemigo. Ha levantado el dedo prestidigitador y durante una hora ha logrado entonar un himno pesquero sin que nadie atinara a verle el truco, las cartas en la bocamanga, el negocio embarrado en las aguas turbias. Al final casi monta all¨ª mismo una subasta con una parroquia convencida y ya de que el Congreso era una lonja. Los diputados de la mayor¨ªa han aplaudido en pie su llegada triunfal al puerto.
Despu¨¦s ha subido L¨®pez Raimundo, tan lleno de dulzura paternal bajo las canas, para contar con una suavidad aterradora los problemas pol¨ªticos del Sahara. Felipe Lorda, de los socialistas de Catalu?a, centr¨® luego la cuesti¨®n en el terreno del negocio capitalista. Lucha de tiburones, ya se sabe, carnicer¨ªa en las alturas, ventas de soberan¨ªa y territorios dejados a merced de la resaca. Pero Marcelino Oreja ha dicho al instante que todo est¨¢ en orden, que el proceso de descolonizaci¨®n todav¨ªa no se ha cerrado, de modo que la gente del mar puede seguir con sus pulpos y sardinas del Atl¨¢ntico sur porque la cuesti¨®n es otra.
La sesi¨®n parlamentaria estaba preparada para que a los diputados se le calentara la lengua. Todos esperaban un vistoso combate entre la flota con torpedos bajo la l¨ªnea de flotaci¨®n y bengalas de auxilio que s¨®lo ha llegado al final cuando ha replicado de nuevo Manuel Mar¨ªn con toda la bater¨ªa dirigida a los casos concretos, con nombres y apellidos, y ha formado una ensalada de sociedades an¨®nimas, negocios sucios, corrupciones y ha agarrado a Pescanova por la cola a manera de pellejo y lo ha tendido en la colada del patio.
Ram¨®n Tamames ha desguazado airadamente el tratado con Marruecos. Este tratado supone unas condiciones leoninas para Espa?a, constituye una nueva subvenci¨®n a la expansi¨®n alauita, ha dicho Tamames, un punto desmelenado. Y as¨ª la primera parte de la sesi¨®n parlamentaria que campeaba en un lenguaje de consejero-delegado de una industria esot¨¦rica se ha convertido al final en un tiro al plato donde V¨ªctor Moro, Pescanova, la marroquizaci¨®n, Calvo Sotelo, Sodiga, Uni¨®n de Explosivos, sociedades mixtas, los moros en la costa y las factor¨ªas flotantes formaban una formaci¨®n de buques fantasmas a punto de naufragar. Uno ha abandonado el Congreso cuando los socialistas hac¨ªan bailar a UCD un vals pat¨¦tico, lleno de tensi¨®n, sobre las olas del caladero.
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