La p¨ªldora
Las mujeres -feministas o no (toda f¨¦mina lleva dentro una feminista, como todo macho lleva un machista)-, es que se est¨¢n pasando. Las mujeres lo quieren todo. Ahora quieren que el seguro d¨¦ la pildora. No puede ser.Dice Bardav¨ªo que lo dijo Fern¨¢ndez Miranda, hoy Tois¨®n, en un momento crucial:
-S¨®lo se trata de pasar de una democracia org¨¢nica a una democracia inog¨¢nica. Se hace as¨ª. Miren. Ris, ras. Ya ven qu¨¦ f¨¢cil.
Y lo hizo. Bueno, pero lo de la p¨ªldora es demasi¨¦. No podemos pasar en un par de a?os de un Estado que da premios de natalidad a un Estado que da la p¨ªldora.
Adem¨¢s que la p¨ªldora no es cat¨®lica, no es confesional, seg¨²n ha dicho Pablo VI, y en la Constituci¨®n que vamos a votar (sin saber muy bien lo que votamos) no queda claro si somos confesionales o no, si el Estado es confesional o qu¨¦. Claro que yo afino mucho: podr¨ªa ser confesional el Estado y no serlo el Seguro: con lo que el Seguro de Enfermedad de un Estado cat¨®lico podr¨ªa dar la p¨ªldora anticat¨®lica. O a la viceversa.
Quiero decir que podr¨ªa no ser confesional el Estado (me dice el cura Llanos que la gente ya no se confiesa nada, que ¨¦ste es el sacramento m¨¢s en decadencia, entre todos), y en cambio podr¨ªa ser confesional el Seguro. El Estado no se mete en nada, no se compromete con la Iglesia, pero el Seguro s¨ª, se declara confesional a trav¨¦s del ministro de Sanidad o de otro ministro, y entonces ya puede negarse a dar la p¨ªldora a las aseguradas, que es -un gasto y es un vicio. ?No est¨¢ bien razonado esto?
Otra cosa: si el Seguro les sufraga a las espa?olas el vicio de la p¨ªldora, que es fornicio y pecado, tendr¨¢ que sufragarnos a los espa?oles el vicio del tabaco. del caf¨¦, de la copa. del puro o de la respetuosa.
Hay una cosa que Marcuse y, C¨¦sar Alonso de los R¨ªos llamaban gratificaci¨®n libidinal en los a?os sesenta. Ya saben ustedes lo que es: lo de siempre. El apetito desordenado o lujuria. los rozamientos secretos o acciones deshonestas consigo mismo o con otros (u otras, que el catecismo RL?palda no preve¨ªa la venidera confusi¨®n de g¨¦neros homosex). Bueno, pues si la p¨ªldora est¨¢ para gratificar libidinalmente a la mujer, la respetuosa est¨¢ para satisfacer libidinalmente al hombre. ?Por qu¨¦ no van a ir las respetuosas de Costa Fleming y Ballesta por cuenta del Seguro?
S¨ª de lo que se trata es de que los espa?oles y las espa?olas podamos, por fin, hacer el amor gratis, gabr¨¢ que igualar derechos. La mujer, en este pa¨ªs, ha pagado secularmente con un hijo. El hombre, en este pa¨ªs, ha pagado secularmente con tres mil pesetas, que ahora ya est¨¢n en cinco mil. Si el Seguro le ahorra a la jai las noventas pesetas de la neogynona, ?por qu¨¦ no le va a ahorrar al hombre las cinco mil de la leona?
As¨ª lo veo yo. Me parece que nos estamos pasando y nos vamos a cargar la democracia, por pedir tantas cosas. ?Debe o no debe el Seguro sufragar los desahogos no estrictamente reproductores de la pareja? Eso va contra la Iglesia Cat¨®lica. ?Ha dejado Espa?a de ser cat¨®lica? Veamos la Constituci¨®n. La Constituci¨®n s¨®lo dice vaguedades al respecto, como a casi todos los respectos. La Constituci¨®n tropieza ya en la primera china de una diminuta p¨ªldora anti-baby. La Constituci¨®n es un mercanc¨ªas que puede descarrilar en seguida.
-Todo depender¨¢ de qui¨¦n la aplique y de c¨®mo se aplique- me dice Federico Melchor, que es rojo de orden.
Vale, pero si a las se?oras les paga el placer el Seguro, a m¨ª que me paguen las cabecitas lecas, las boquitas pintadas, que est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s,caras, con eso de que saben ingl¨¦s intensivo. ??Y para qu¨¦ me sirve a m¨ª tu ingl¨¦s intensivo, amor??, le he preguntado a una. ?Pod¨ªamos amarnos en la lengua del Imperio, como cuando Franco.? ??Y saben lo que me ha dicho?: ?Anda, paga, y no seas fascista, que a los acad¨¦micos acaban de pegaros un corte en la Constituci¨®n con eso de la lengua del Imper¨ªo.? Se enteran de todo.
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