El ocio, reto para la vida psicol¨®gica
Seg¨²n datos de Foessa, los espa?oles dedican, por t¨¦rmino medio. algo m¨¢s de tres horas cada d¨ªa a la inactividad, sin contar los habituales fines de semana. Otros datos muestran que el 36% de las personas encuestadas trabajan m¨¢s de cincuenta horas semanales, y la mitad de este porcentaje superaba las sesenta. Eso significa que uno de cada cinco espa?oles trabaja doce horas diarias, excepto s¨¢bados. Otros datos del instituto Consulta afirman que el 31% de los espa?oles trabaja semanalmente entre cuarenta y cincuenta horas. El 15% de los encuestados declar¨® tener m¨¢s de un trabajo.
?Qu¨¦ hacen los espa?oles en su tiempo libre? Es una buena pregunta si hubiese alguna investigaci¨®n que la resolviese. Lo que se sabe es que, respecto a otros pa¨ªses europeos, los espa?oles gastan menos dinero en ocio.
El ocio ofrece menos posibilidades en los medios rurales que en los urbanos. Desde las instalaciones deportivas a otras posibilidades que ofrece el desarrollo urbano, todo es m¨¢s inasequible en el medio rural. Seg¨²n datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica, en Madrid y Barcelona est¨¢ el 19% del total de las instalaciones deportivas.
Cine, radio, TV
?Van los espa?oles al cine? Siguiendo tambi¨¦n datos de Foessa, de 1975, el 21% de los espa?oles va al cine alguna vez al mes; el 14%, una vez a la semana, y el 4% lo hace varias veces a la semana. Respecto a los grandes medios de comunicaci¨®n de masas, la televisi¨®n es el medio de comunicaci¨®n o esparcimiento dominante en el ocio de los espa?oles. Ve todos los d¨ªas la televisi¨®n el 73% de los espa?oles, y, dos o tres veces por semana, otro 11%. Aunque hay un 9% de ciudadanos de este pa¨ªs que nunca recurre a ese medio.
A la televisi¨®n le sigue en audiencia la radio. El 47% de los espa?oles la oye todos los d¨ªas, y un 16% m¨¢s, dos o tres d¨ªas por semana. Los peri¨®dicos siguen a la radio y la televisi¨®n, como medio de informaci¨®n y esparcimiento. Pero parece ser comprobable la opini¨®n de numerosos soci¨®logos que consideran que en este pa¨ªs se lee poco. S¨®lo 39 de cada cien espa?oles afirman leer el peri¨®dico todos o casi todos los d¨ªas. Esta proporci¨®n, no obstante, no concuerda con las cifras de venta de los diversos peri¨®dicos, aun en el supuesto de que se sumen las tiradas de unas y otras publicaciones diarias y se suponga que un mismo ejemplar lo lean varias personas. Mientras la televisi¨®n consider¨¢bamos que no era contemplada por un 9% de espa?oles, son veintinueve de cada cien los ciudadanos de este pa¨ªs que no escuchan la radio. y veintis¨¦is los que afirman no leer nunca el peri¨®dico.
El deporte es otra de las ocupaciones de los espa?oles en su ocio. ocupaci¨®n cada vez m¨¢s activa que contemplativa. De 2.423 sociedades y clubs de f¨²tbol existentes en nuestro pa¨ªs en 1963, se pas¨® a 5.344 en 1973. Respecto al baloncesto, se pas¨® de 710 a 1.954. En caza, de 987, a 1.713, y en tenis, de 134 a 381.
El tiempo libre es un aspecto de la vida que caracteriza a las sociedades m¨¢s avanzadas. Los futur¨®logos especulan con la posibilidad de que alg¨²n d¨ªa se invierta la relaci¨®n entre tiempo libre y tiempo de trabajo, hoy claramente inclinada a favor del segundo. Los problemas y descubrimientos que hoy le plantea al ser humano su tiempo libre, sus per¨ªodos de vacaci¨®n, se ver¨¢n agrandados el d¨ªa, a¨²n lejano, en que s¨®lo sean dos o tres las jornadas semanales que se dediquen al trabajo productivo, mientras el resto permanece para uno mismo.
Aqu¨ª radica precisamente el gran problema o reto de las vacaciones. El ?qu¨¦ hacer? del tiempo libre lleva detr¨¢s de su interrogaci¨®n cuestiones m¨¢s profundas. Investigaciones psicol¨®gicas han revelado que las cifras de suicidios aumentan en d¨ªas como s¨¢bado o domingo. Lo mismo sucede con las cifras de consumo de alcohol, sedantes, hach¨ªs, y otras m¨²ltiples t¨¦cnicas de escape. ?Por qu¨¦? Parece como si el ser humano estuviese esperando a la interrupci¨®n de su actividad laboral para plantearse los grandes problemas de su existencia. Problemas que no son necesariamente el porqu¨¦ de la vida o las cuestiones filos¨®fico- religiosas que contin¨²an operando en el inconsciente de todos nosotros, sino que versan sobre cosas tan elementales como las relaciones afectivas, los enamoramientos, los an¨¢lisis autocr¨ªticos. el planteamiento de la actividad laboral y profesional, las cuestiones familiares, etc¨¦tera.
El trabajo desempe?a un papel en cierta forma alienador, constituyendo para multitud de seres humanos la tapadera de sus verdaderos conflictos. Se dice en muchas ocasiones que el trabajo, la actividad laboral, angustia y agobia a las personas. Pero la psicolog¨ªa profunda demuestra que muchas veces lo que m¨¢s angustia y agobia al ser humano es el no trabajo, las vacaciones, el tiempo libre.
Se ha constatado tambi¨¦n en sesiones de psicoan¨¢lisis, o investigaciones similares, que, tras ese s¨ªndrome de hombre de negocios o persona superocupada que no tiene tiempo para nada (cultivar la amistad, dedicarse a su familia, dar un paseo, ?perder? el tiempo...), lo que existe es un verdadero terror al ocio.
Hipotensi¨®n e hipertensi¨®n
Son muy curiosas e ilustrativas, por ejemplo, las oscilaciones en la tensi¨®n arteria? a este respecto. La hipertensi¨®n parece ser muchas veces un s¨ªntoma propio de personas muy laboriosas u ocupadas. Acompa?a, en ocasiones, al stress, de quienes llevan una vida, aparentemente determinada por sus ocupaciones o por problemas profesionales. Pero, al llegar las vacaciones, si es que la persona afectada por el s¨ªntoma decide tomarlas, la falta de ocupaci¨®n determina -si el individuo en cuesti¨®n no recurre al alcohol, fiestas y superocupaciones de verano- una fuerte hipotensi¨®n. ?Por qu¨¦? Porque la persona afectada padec¨ªa en realidad una profunda depresi¨®n, que pod¨ªa manifestarse psicosom¨¢ticamente a trav¨¦s de signos de hipotensi¨®n. La reacci¨®n org¨¢nica y ps¨ªquica frente a esa hipotensi¨®n es el desarrollo de un fuerte activismo tendente, a modo de droga, a elevar la tensi¨®n arterial y el consiguiente estado an¨ªmico. Al prescindir de ese tinglado laboral, el individuo se ve sometido a su originario estado psicosom¨¢tico, y si no se enga?a a, s¨ª mismo, se encuentra con las depresiones -carencias afectivas, p¨¦rdida de seres queridos, miedos a la vida o la muerte, necesidad de afecto, etc¨¦tera- que intentaba negarse con su activismo laboral.
Una muerte previsible
Jung, el psicoanalista disc¨ªpulo heterodoxo de Freud, describe en una de sus obras la curiosa historia, muy adecuada para este tiempo, de un hombre de negocios suizo perteneciente al g¨¦nero antes descrito. El individuo en cuesti¨®n mostr¨® en varias de sus sesiones psicoanal¨ªticas la existencia de un sue?o reiterativo. Se ve¨ªa a s¨ª mismo en la espa?ola ciudad de Toledo -ex¨®tica experiencia viajera para un europeo de principios de siglo-, en un castillo cuyo suelo estaba albergado por un drag¨®n con el que se ve¨ªa obligado a librar un combate diario que hac¨ªa que cada ma?ana el ciudadano suizo analizado amaneciese m¨¢s agotado, hasta llegar a su fallecimiento, tras meses de un an¨¢lisis infructuoso. El genio psicoanal¨ªtico de Jung, convertido hoy en cl¨¢sico de la ciencia del inconsciente humano, Interpret¨® as¨ª el sue?o. El viaje a Toledo del hombre de negocios suizo significaba esas deseadas vacaciones en las que encontrarse con uno mismo, descansar y reconstruirse. La lucha en el castillo de Toledo con el drag¨®n significaba esa experiencia, conocida, a nivel consciente o inconsciente, por todos los seres humanos, de enfrentamiento, m¨¢s o menos conflictivo, con la parte irracional de cada uno. El caballero suizo no se dejaba a s¨ª mismo descansar, que equivale a decir, en este caso, que no se dejaba entregar a su parte irracional, afectiva, inconsciente... Un mandato impositivo laboral se lo imped¨ªa siempre. Pese al serio aviso del psicoanalista en el sentido de tratar de dialogar con ese drag¨®n subterr¨¢neo -s¨ªmbolo de nuestra parte m¨¢s arcaica y emocional-, en lugar de agotarse derrot¨¢ndole, el hombre de negocios prefiri¨® llegar al final de una est¨²pida lucha contra s¨ª mismo que le condujo a la muerte.
El mensaje de la obra'de Jung, ante estas u otras vacaciones, parece obvio: percibir el propio inconsciente, atender nuestras m¨¢s profundas necesidades afectivas, no ocultar con la febril actividad laboral nuestras necesidades m¨¢s profundas, an¨ªmicas o irracionales; permitirnos descansar de verdad, que es dejar a nuestros impulsos hacia la salud y la vida que operen por s¨ª mismos sin considerarles peligrosos dragones; aceptar el ocio como una espl¨¦ndida posibilidad de recomienzo en todo; no montarnos tinglados de vacaciones equivalentes a los que nos hemos montado en nuestra actividad laboral..., en suma, aprender a vivir a trav¨¦s del descanso y el ocio, que es la no actividad, o la actividad diferente, constituyen la mejor receta para luchar contra uno de los peores peligros para la salud en vacaciones; perder la oportunidad de volver a aprender a vivir.
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