Espa?a en Comunidad Econ¨®mica Europea
Grupo AFE
La entrada de Espa?a en el Mercado Com¨²n constituye uno de los pocos casos en que la opini¨®n de los partidos pol¨ªticos con representaci¨®n parlamentaria y no parlamentaria parece coincidir: ?adelante! Estar dentro equivale a una vuelta al Para¨ªso y no estar dentro debe equivaler al destierro en las tinieblas exteriores. Es verdad que ning¨²n responsable pol¨ªtico ha dado una explicaci¨®n sencilla y comprensible, pero tambi¨¦n es verdad que ning¨²n sector de la sociedad se ha preguntado sobre el significado del ingreso y la cuenta de p¨¦rdidas y ganancias.
En la CEE conviven pa¨ªses con un buen historial de realizaciones econ¨®micas -Alemania y Holanda, por ejemplo-; otros con un mal historial -Inglaterra e Italia- y, finalmente, un pelot¨®n de medianos. Hay de todo. Es decir, el Mercado Com¨²n por su imposici¨®n de manos no ha resuelto lo que los pa¨ªses no han sido capaces de solucionar de puertas adentro. Inglaterra navegaba mal antes de entrar, en 1973, en la CEE y lo mismo contin¨²a sucedi¨¦ndole ahora. Italia march¨® bien hasta 1969/70 y, despu¨¦s, comenz¨® el desastre que no tiene indicios de detenerse. Como el caso italiano se ha citado como una posible proyecci¨®n anticipada de las secuencias espa?olas conviene se?alar algunos hechos.
Mercado agr¨ªcola
Uno de los m¨¢s destacados es el de su comercio agr¨ªcola. Desde el ingreso de Italia en la CEE, 1958, hasta el a?o 1977, la participaci¨®n de sus exportaciones agr¨ªcolas dentro de las compras de alimentos de los nueve ha ido perdiendo importancia. Tambi¨¦n ha disminuido la parte de las ventas agr¨ªcolas italianas dentro del total exportado por la CEE a terceros pa¨ªses. Como remate, las importaciones de alimentos por parte de Italia han crecido m¨¢s deprisa que la del conjunto de los pa¨ªses de la CEE. En resumen, los hechos reflejan justamente lo contrario de las fantas¨ªas de las c¨¢ndidas previsiones sobre el futuro de la agricultura mediterr¨¢nea en la CEE. Se puede culpar de lo sucedido al propio fracaso de la agricultura italiana, pero tambi¨¦n debe retenerse el que la pol¨ªtica agraria com¨²n (CAP, en las siglas anglosajonas) favorece los cultivos europeos de cereales y la producci¨®n ganadera. ?Y la CAP es un escollo dif¨ªcil de sortear! Por lo pronto el sistema monetario, europeo se encuentra varado en sus arenas.
Comercio exterior
El argumento m¨¢s repetido por los presentadores espa?oles de la alternativa europea ha sido el de nuestra fuerte dependencia comercial. Lo que no es tan verdad. Hace a?os, a mediados del pasado decenio, Espa?a compraba la mitad de sus importaciones totales en los nueve pa¨ªses de la actual CEE y les vend¨ªa el 55 % de nuestras exportaciones totales. Hoy en d¨ªa, las cifras son m¨¢s modestas. Espa?a vende en la CEE un 45-46% de sus exportaciones y s¨®lo nos aprovisionamos de la CEE en un tercio de nuestras importaciones totales. Pero esto no significa un menor dinamismo. Al contrario, las ventas espa?olas hacia la CEE han crecido m¨¢s r¨¢pidamente que la media de ventas realizadas por los pa¨ªses de la OCDE (grupo compuesto por los pa¨ªses industrializados de econom¨ªa de mercado) y lo mismo ha sucedido con nuestras compras. La explicaci¨®n de la menor importancia del comercio de Espa?a con la CEE est¨¢ en los mayores precios de los crudos desde 1974 y en el r¨¢pido desarrollo del comercio internacional protagonizado por los productores de petr¨®leo y los pa¨ªses en v¨ªas de industrializaci¨®n. Conviene, adem¨¢s, remachar estos desnudos datos estad¨ªsticos con uno y medio m¨¢s. Aqu¨ª est¨¢n: el, porcentaje de las exportaciones espa?olas hacia la Comunidad es pr¨¢cticamente el mismo que el que los pa¨ªses miembros como media exportan ala propia CEE. Por el lado de las importaciones la proporci¨®n es diferente. Espa?a s¨®lo compra un tercio de sus importaciones en la CEE y los nueve pa¨ªses miembros llegan hasta la mitad de sus importaciones totales. Es decir, que de cada cien pesetas de mercanc¨ªas espa?olas exportadas, 46 van hacia la CEE. Lo mismo les ocurre a los propios pa¨ªses de la CEE, pero de cada cien pesetas importadas s¨®lo 33 corresponden a mercanc¨ªas comunitarias. En el caso de los pa¨ªses de la CEE, la proporci¨®n es de cincuenta pesetas. La raz¨®n es la escasa importancia de las importaciones de bienes de consumo en Espa?a, lo que no sucede en la CEE, y la importancia de las compras de petr¨®leo y materias primas.
Quedan dos argumentos en el caj¨®n de los presentadores econ¨®micos de la adhesi¨®n. El primero es el de la mano de obra. El paro espa?ol se diluir¨¢ en el empleo comunitario. Por lo pronto el informe de la comisi¨®n sobre el ingreso de Espa?a habla de un per¨ªodo de transici¨®n de diez a?os, que es cuando contar¨ªa lo de la plena movilidad de la mano de obra. El segundo argumento es el de concitar entrada y racionalizaci¨®n de nuestro sistema econ¨®mico. Ah¨ª tenemos, por un lado, los brillantes ejemplos de racionalidad italiana o inglesa o los excedentes de productos l¨¢cteos, y por otro lado, el mercado de ?call girls? o el eurod¨®lar como instituciones no ordenadas por la burocracia de Bruselas. Lo que haya de racionalizarse comi¨¦ncese ya. ?Ah no, dicen entonces los negociadores! El arancel y las dem¨¢s protecciones a la importaci¨®n deben preservarse como suprema arma negociadora para conseguir como pago a su reducci¨®n sustanciales ventajas agr¨ªcolas. Recu¨¦rdese el caso de la agricultura mediterr¨¢nea italiana y tambi¨¦n el del sistema monetario europeo detenido por las exigencias de la pol¨ªtica agr¨ªcola, con su profunda carga de significado electoral. Espa?a conseguir¨¢ peque?as ventajas agr¨ªcolas (a un alto precio de desprotecci¨®n y p¨¦rdida de hegemon¨ªa industrial, am¨¦n de otras hegemon¨ªas) porque la pol¨ªtica agraria com¨²n est¨¢ dise?ada para los cultivos cerealistas y las producciones ganaderas. En el terreno industrial quienes han le¨ªdo el informe de la concesi¨®n sobre el ingreso de Espa?a habr¨¢n, quiz¨¢ reparado en el negro porvenir comunitario que amenaza a nuestra siderurgia, textiles y astilleros, justamente los sectores con m¨¢s problemas en los nueve pa¨ªses del Mercado Com¨²n.
El acuerdo del 70
Afortunadamente las andanadas que acaban de lanzarse los ministros Calvo Sotelo y Francois Poncet en la solemne fecha de apertura de las negociaciones de la adhesi¨®n de Espa?a constituyen la primera se?al visible de que el asunto de Europa no es un camino de vino y rosas. En marzo de 1970 se firm¨® un acuerdo comercial preferencial entre la CEE y Espa?a. El acuerdo ha funcionado a las mil maravillas y no hay que apresurarse en enterrarlo, por lo menos sin un debate en profundidad sobre las ventajas y peligros de la adhesi¨®n. He aqu¨ª un buen tema de debate para el pr¨®ximo Parlamento. Mientras tanto, y desde estas p¨¢ginas, estamos dispuestos a suministrar unos cuantos argumentos en contra de la incorporaci¨®n de Espa?a al Mercado Com¨²n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.