El turismo se consolida como principal fuente de divisas
Aunque un tanto at¨ªpico, el sector tur¨ªstico es a fin de cuentas un exportador m¨¢s de la econom¨ªa espa?ola, en tanto en cuanto contribuye a equilibrar el saldo de su balanza exterior. El pasado a?o, esta contribuci¨®n se cuantific¨® en torno a los 5.000 millones de d¨®lares (350.000 millones de pesetas), aportados por los casi cuarenta millones de turistas que visitaron Espa?a. El sector tur¨ªstico, sin embargo, no est¨¢ exento de problemas, a pesar de la ¨®ptima coyuntura del pasado a?o y las excelentes perspectivas con que afronta la presente campa?a. Al sector tur¨ªstico est¨¢ dedicado este quinto y ¨²ltimo cap¨ªtulo de la serie que ha elaborado Enrique Bad¨ªa.
A pesar de su corta existencia, el sector tur¨ªstico se ha convertido en uno de los pilares esenciales de la econom¨ªa espa?ola. Surgido apresurada y un tanto desordenadamente en los ¨²ltimos a?os de la autarqu¨ªa, cuando la ¨²nica aportaci¨®n de divisas a la econom¨ªa espa?ola la constitu¨ªan las remesas de los trabajadores emigrados a centroeuropa, su crecimiento estuvo a punto de ser yugulado por la crisis de 1973. LA multiplicaci¨®n (le los precios energ¨¦ticos y su impacto sobre Europa -el 90% de los turistas que visitan Espa?a proceden de otros pa¨ªses del continente- conllevaron una reacci¨®n psicol¨®gica de importantes consecuencias, entre las que se cuenta una retracci¨®n en los h¨¢bitos viajeros de los europeos. Desgraciadamente, esa retracci¨®n, caducida de inmediato en una disminuci¨®n de los turistas entrados en Espa?a, y las divisas aportadas por ellos, coincidi¨® con un momento en el que la mayor parte de las empresas tur¨ªsticas afrontaban pasos decisivos en la amortizaci¨®n de las cuantiosas inversiones realizadas para intentar colocar a Espa?a en primera l¨ªnea de la oferta tur¨ªstica internacional. Posteriormente cuando Europa comenzaba a recuperarse de la crisis, las circunstancias internas espa?olas, a partir de la enfermedad y muerte del general Franco, retrasaron en m¨¢s de doce meses la vuelta a los vol¨²menes de visitantes y divisas necesarios para evitar el hundimiento del sector. Los datos de 1977 y 1978 reflejan esa recuperaci¨®n y colocan nuevamente al sector tur¨ªstico espa?ol en condiciones de afrontar el inmediato futuro.La recuperaci¨®n, en cambio, ha tenido consecuencias negativas para la necesaria reconversi¨®n que la industria tur¨ªstica, y en especial la hotelera, debe afrontar. En los momentos m¨¢s graves de la crisis, los empresarios asumieron la necesidad de realizar un examen de conciencia, acometiendo una reforma de la estructura de su oferta de plazas y servicios, en aras de evitar una acentuaci¨®n inmediata de los efectos de aquella. desfavorable coyuntura. Los resultados de 1977, y especialmente los del pasado a?o han llevado a los empresarios a olvidar esas necesidades y plantear, con acaso excesiva euforia, la revitalizaci¨®n de olvidados proyectos de dudosa conveniencia.
La nueva crisis energ¨¦tica que se cierne sobre el mundo occidental, a partir del confusionismo existente en los mercados internacionales del petr¨®leo desde la crisis de Ir¨¢n, puede tener importantes repercusiones en el movimiento tur¨ªstico internacional, si no en este a?o, a partir de 1980.
Los ?tour operadores?
El turismo como fen¨®meno social de masas, es una ?creaci¨®n? de esta segunda mitad del siglo XX. La generalizaci¨®n de la ocupaci¨®n del ocio en viajar o permanecer lejos de la residencia habitual se basa esencialmente en la aparici¨®n de los grandes ?tour operadores?, que controlan la oferta y la demanda., con criterios de bajo precio y masificaci¨®n del turismo. Su aparici¨®n ha hecho posible. entre otras cosas, el ofrecimiento de m¨ªticos viajes o atractivos programas de vacaciones a precios asequibles para el trabajador medio. La base de estas ofertas no es otra que la imposici¨®n de precios por parte de los ?tour operadores? o la negociaci¨®n de grandes contingentes. Otra cosa es la calidad real de los servicios que luego reciben los turistas.
Huelga decir que el ?tour operador? no practica ning¨²n tipo de beneficencia. Su estructura de costos se reparte pr¨¢cticamente a tercios iguales entre transporte (avi¨®n charter por lo general) alojamiento y beneficio. Es f¨¢cil, pues, calcular lo que el industrial hotelero suele percibir por dar cama y comida a uno de los miles de turistas que llenan su hotel durante la etapa veraniega. En los primeros a?os del acceso de Espa?a al concierto tur¨ªstico mundial, eran los ?tour operadores? los que impon¨ªan, pr¨¢cticamente sin discusi¨®n, sus precios y tarifas. La proliferaci¨®n de centros hoteleros construidos sin ton ni son por toda la costa espa?ola, y la creciente competencia realizada por los apartamentos ?no censados?, plantearon a los empresarios hoteleros importantes problemas de rentabilidad.
Lo habitual es que un empresario concentre sus posibilidades de beneficio en los (los meses punta de la temporada -julio y agosto- y marginalmente en Semana Santa y los meses siguientes. hasta el auge veraniego. La obsesi¨®n por mantener el hotel al l00% de ocupaci¨®n llev¨® a muchos empresarios a practicar aut¨¦nticos derribos de mercado e incluso a ceder camas, con p¨¦rdidas sustanciales de explotaci¨®n. Esta situaci¨®n, especiaImente beneficiosa para los ?tour operadores? ha variado en los dos ¨²ltimos a?os, una vez que la Administraci¨®n se decidi¨® a intervenir en las negociaciones con los ?tour operadores?. siquiera como aglutinante de las voluntades de los empresarios espa?oles y garante del cumplimiento de los compromisos establecidos. As¨ª, en las dos ¨²ltimas temporadas se han contratado las plazas hoteleras en base a unos precios de referencia por zonas y estaciones, tras una negociaci¨®n con los principales ?tour operadores?.
Definici¨®n de la oferta
Uno de los problemas prioritarios con que se enfrenta el sector tur¨ªstico espa?ol desde hace a?os es definir realmente el tipo de oferta tur¨ªstica que le interesa aportar al concierto mundial. Son muchos los pa¨ªses que en estos momentos concurren al mercado, deseosos de imitar el ejemplo espa?ol y basar sus planes de recuperaci¨®n econ¨®mica o desarrollo en la aportaci¨®n de divisas por el turismo.
Hasta ahora es cierto que Espa?a constituye un pa¨ªs tur¨ªstico sin parang¨®n entre sus competidores. Los restantes pa¨ªses mediterr¨¢neos carecen de la estructura y la capacidad hotelera que aporta Espa?a. Baste para ello citar el ejemplo de que toda Grecia oferta menos camas disponibles que la isla de Mallorca, sin olvidar que la base del negocio es la masificaci¨®n de la oferta, como medio de facultar la masificaci¨®n de la afluencia tur¨ªstica y la actividad de los ?operadores?. Pero esta situaci¨®n no tiene por qu¨¦ considerarse inamovible; el propio ejemplo del ?ingreso? de Espa?a en el ¨¢mbito del turismo y su acelerada dotaci¨®n de infraestructura pueden ser llustrativos, si admitimos que cualquiera puede hacer lo mismo. Si la competencia se acent¨²a, no cabe duda que Espa?a deber¨¢ elegir, siquiera zonalmente, por unos segmentos determinados de turismo.
La oferta de camas hoteleras en Espa?a est¨¢ excesivamente concentrada en las zonas bajas de la cualificaci¨®n internacional; es decir, de tres. dos y una estrella. Ello queda en cierto modo paliado por el elevado grado de modernidad de los establecimientos, construidos por lo general en los ¨²ltimos diez a?os, aunque no precisamente con un excesivo grado de calidad, lo que plantea problemas a medio plazo, de obsolescencia precoz. Esta concentraci¨®n de la oferta de las -amas hoteleras ha conllevado en cierto modo una especializaci¨®n de la industria espa?ola en el denominado turismo bajo. De ah¨ª los reducidos niveles de divisas por turista generados por el importante volumen de visitanles, en comparaci¨®n con pa¨ªses coimo Italia o Suiza, de mayor tradici¨®n tur¨ªstica y que han definido muy concretamente su espec¨ªalizaci¨®n en un determinado segmento de la oferta.
El papel ole la Administraci¨®n
Los primeros a?os del desarrollo tur¨ªstico espa?ol estuvieron presididos por un desaforado intervencionismo de la Administraci¨®n, en l¨ªnea con el que fue tradicional en la econom¨ªa espa?ola durante la etapa franquista. Este intervencionismo no sirvi¨®, sin embargo, para controlar de alg¨²n, modo el r¨¢pido crecimiento de los a?os 1969, 1970 y 1971, en los que se sentaron las bases del actual panorama que presenta el sector. La omnipresente incidencia de la Administraci¨®n tarripocio sirvi¨® para desarrollar una pol¨ªtica coherente de promoci¨®n exterior, con la salvedad del intento de crear una red de oficinas en el extranjero, cuya vida ha atravesado por importantes vicisitudes, en menoscabo de la importante labor que hubieran podido desarrollar.
La agresi¨®n urban¨ªstica ha sido probablemente la m¨¢s irreparable de las provocadas por el desarrollo tur¨ªstico espa?ol. Los criterios de especulaci¨®n que han presidido la actividad constructora en las zonas tur¨ªsticas espa?olas han ?marcado? lamentablemente el contexto natural aut¨®ctono, sin que las Administraciones central y locales hayan sido capaces de poner l¨ªmites a monstruosidades que est¨¢n en la mente de todos, siguiendo por le general la pr¨¢ctica del favoritismo, casi nunca desinteresado Algunas de estas, agresiones han, conllevado en definitiva la creaci¨®n de monstruos ingentes de cemento y hierro, sin ning¨²n tipo de servicios e infraestructura. El ejemplo de Benidorm, con una concentraci¨®n potencial de m¨¢s de medio mill¨®n de personas, sin las previsiones m¨¢s elementales, -como el abastecimiento de agua-, es suficientemente ilustrativo, aunque desgraciadamente no sea el ¨²nico.
Trasladar el descanso estival desde Par¨ªs o Madrid a un entorno similar junto a una playa a la que es dif¨ªcil acceder, que est¨¢ sucia y descuidada como una avenida de suburbio inclustrial. parece cada vez menos atractivo.
De alguna manera, Espa?a debe superar el simple ?abrir la puerta cada verano?, s¨®lo precedido de algunos spois en las televisiones extranjeras y la proliferaci¨®n de murales en las agencias de viaje europeas. La tarea a, desarrollar, si se desea mantener la privilegiada situaci¨®n en el ranking tur¨ªstico mundial, no es otra que propiciar de verdad que ¨¦ste sea un pa¨ªs c¨®modo y agradable para desarrollar el ocio anual, sin olvidar que sea tambi¨¦n asequible a las posibilidades de cuarenta millones de europeos.
Para que este pa¨ªs sea c¨®modo, a nadie, escapa que es prioritario implantar un orden en el desarrollo que todav¨ªa resta al sector, y especialmente en la promoci¨®n de nuevas zonas, reconvirtiendo de paso en lo posible las ya existentes. Y ¨¦sa es tarea de la Administraci¨®n fundamentalmente, pero el propio sector debe aportar su esfuerzo, cualific¨¢ndose progresivamente y haciendo imposible la excesiva proliferaci¨®n de especuladores y aventureros que, sin ninguna preparaci¨®n t¨¦cnica, buscan en el sector tur¨ªstico el m¨¢ximo beneficio a partir de la m¨ªnima inversi¨®n.
Otro eslab¨®n importante en la cadena de normalizaci¨®n del futuro tur¨ªstico es la ordenaci¨®n de las comunidades internas y externas del pa¨ªs. Unas carreteras saturadas, una red de aeropuertos ca¨®tica, unos ferrocarriles lentos y desordenados, am¨¦n de y unas compa?¨ªas de servicio p¨²blico poco eficaces, no son precisamente apetecibles para quien estudia la ubicaci¨®n de su per¨ªodo vacacional. Aqu¨ª, la Administraci¨®n debiera actuar dr¨¢sticamente, si es qu¨¦ no fuera capaz de hacerlo en beneficio justo de los contribuyentes que la mantienen con sus impuestos.
Tambi¨¦n la Administraci¨®n, incapaz de poner coto a los desmadres de determinadas industrializaciones en las proximidades de n¨²cleos urbanos, debe ser consciente de que un aire contarninado, unas aguas casi fecales, un habitat que en definitiva no re¨¢ne las elementales condiciones de ecolog¨ªa y medio ambiente que precisa un ser humano, limitan las posibilidades de mantener un prestigioso tur¨ªstico elemental.
La pol¨ªtica de precios
La reciente liberalizaci¨®n de precios hoteleros ha sido aplicada por la industria con escasa responsabilidad. Amparados en los resultados de la pasada campa?a, sin precedentes en su actividad, los hoteleros han elevado sensiblemente sus precios, coloc¨¢ndolos a niveles centroeuropeos, con aumentos de hasta el 40% respecto a la temporada pasada.
El incremento es dif¨ªcilmente absorbible por el mercado exterior, pero de todav¨ªa m¨¢s problem¨¢tica asimilaci¨®n por el nacional, salvador en las temporadas de 1975 y 1976 del sector, en los peores a?os de afluencia externa. Pero lo m¨¢s discutible es que un incremento de tal cuant¨ªa se produzca en plena degradaci¨®n de los servicios, con una relajaci¨®n de la vigilancia oficial y en momentos en los que el cliente tiene ya un bagage notable d.erivado de la experiencia y es reacio a aceptar cualquier cosa como ?servicio?.
Algunas zonas, espa?olas -probablemente el ejemplo m¨¢s claro sea Canarias- est¨¢n actualmente ?costando? m¨¢s que competidores muy distantes, pero cuya imagen es todav¨ªa mejor y su nivel de prestaci¨®n de servicios resulta m¨¢s acorde a las circunstancias presentes. Por definici¨®n, el turista busca en sus vacaciones casi todo lo que le est¨¢ -por diversos motivos- vedado en su vida cotidiana. Para mantener la pujanza del sector no hay m¨¢s alternativa que ofertarlo.
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