Europa elige la pr¨®xima semana 410 diputados por sufragio directo
M¨¢s de 180 millones de electores de los nueve Estados que forman actualmente las Comunidades Europeas, m¨¢s populares por el nombre de Mercado Com¨²n, ser¨¢n llamados a las urnas el 7 o el 10 de junio, seg¨²n los pa¨ªses, para unas primeras elecciones sin precedentes en la historia: elegir, por encima de fronteras nacionales, a los 410 miembros del nuevo Parlamento Europeo, organismo velador del respeto de los tratados y los principios democr¨¢ticos que inspiraron la creaci¨®n del Mercado Com¨²n en 1958. Un intento de formaci¨®n de un vasto espacio econ¨®mico, sin olvidar la finalidad pol¨ªtica de limar roces entre Estados europeos que, en un espacio de treinta a?os, hab¨ªan desencadenado dos guerras mundiales. Ram¨®n Vilar¨®, desde Bruselas, inicia hoy una serie en la que EL PAIS analizar¨¢ la actitud de los nueve ante estas elecciones supranacionales.
La Europa del Mercado Com¨²n, o de la CEE (Comunidad Econ¨®mica Europea), recibe cr¨ªticas de todos lados: por su estructura eurocr¨¢tica, sus reglamentos incomprensibles para el gran p¨²blico, sus vinculaciones con las grandes multinacionales, sus divisiones pol¨ªticas entre Estados miembros, cuando se trat¨® de tomar actitudes conjuntas frente a ciertos problemas pol¨ªticos de la escena internacional. Pero la Europa del Mercado Com¨²n, es tambi¨¦n un foro de decisiones que estimularon m¨¢s de veinte a?os de prosperidad econ¨®mica y social para sus 260 millones de ciudadanos, a pesar que la actual coyuntura de crisis econ¨®mica amenaza para ciertos sectores. Una pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n, un esbozo de pol¨ªtica regional, un intento de pol¨ªtica industrial y energ¨¦tica, un t¨ªmido programa de uni¨®n monetaria y un amplio abanico de acuerdos comerciales y de cooperaci¨®n al desarrollo con casi todos los pa¨ªses del globo definen hoy las caracter¨ªsticas de una comunidad a la que Espa?a llama a sus puertas para entrar.?Un Parlamento Europeo para los pueblos de Europa?
?Cu¨¢l es el volumen de importaciones europeas de tapioca de Taiwan? ?Es verdad que cinco millones de kilos de sebastes han sido destruidos en la RFA? ?Cu¨¢l es el precio del alquiler por metro cuadrado del Tribunal de Justicia de la CEE en Luxemburgo? Aunque parezca incre¨ªble, son algunas de las mil preguntas escritas que dirigieron miembros del actual Parlamento Europeo a la comisi¨®n europea, o de los temas; que originan debates parlamentarios interminables -con asistencia de menos de la mitad de miembros, en general- en las sesiones mensuales que reun¨ªan a los 198 parlamentarios europeos en sus hemiciclos de Estrasburgo y Luxemburgo. Y, sin embargo, sus resoluciones inciden en los muchos aspectos de la vida cotidiana del ciudadano europeo. Se mejoran normas de calidad de alimentos, se controla la seguridad de aparatos el¨¦ctricos, se definen homologaciones para seguridad de autom¨®viles, se debate el futuro de la energ¨ªa nuclear en la Comunidad, se denuncian las dictaduras de algunos pa¨ªses.
Durante veinti¨²n a?os de existencia de la Comunidad, el Parlamento fue nombrado por v¨ªa democr¨¢tica indirecta. Cada Parlamento nacional enviaba al Parlamento Europeo a sus miembros, elegidos a su vez por sufragio universal directo. La existencia del doble mandato. nacional y europeo, contribuy¨® a crear parlamentarios a caballo entre dos esca?os, con escaso arraigo popular por sus funciones europeas. La elecci¨®n y ampliaci¨®n de esca?os que saldr¨¢ de las elecciones actuales deber¨ªa dar una imagen nueva de los padres de la Europa del Mercado Com¨²n.
Sin embargo, los votantes potenciales no parecen muy interesados por esa primera elecci¨®n in¨¦dita en la historia de las democracias. ?Por qu¨¦? Quiz¨¢ porque Europa contin¨²a siendo una idea abstracta que s¨®lo se concreta a trav¨¦s de la imagen que dan los grandes edificios que, en Bruselas, Luxemburgo o Estrasburgo, albergan a unos 12.000 funcionarios, cuya imagen p¨²blica es la de los ?supersalarios? y otras ventajas. Las reuniones maratomanas entre ministros, con utilizaci¨®n de un lenguaje y unos argumentos accesibles s¨®lo a los ?eurocratizados?, tampoco colaboran a dar una idea popular de la Europa comunitaria.
Europa despierta
Las esperanzas van hoy en direcci¨®n de un despertar de la idea europea, a trav¨¦s de unos miembros del Parlamento que estimulen los temas europeos. Que Europa descienda a la calle. Para conseguirlo, las familias pol¨ªticas europeas, desde los socialistas a los democristianos, pasando por los liberales, comunistas o conservadores, han apuntado en sus listas ?euroelectorales? a primeras figuras de la pol¨ªtica: el alem¨¢n Brandt, el belga Tindemans, el franc¨¦s Mitterrand y la irlandesa DevIin son algunas de las personalidades m¨¢s relevantes. El temor es que, en muchos casos, no se limiten a enviar a sus ?suplentes? al nuevo Parlamento Europeo, una vez pasada la elecci¨®n y el acto inaugural de la nueva Asamblea, previsto para el 17 de julio en Estrasburgo. Al margen de las formaciones pol¨ªticas tradicionales, los peque?os partidos y los grupos marginales, desde los regionalistas, ecologistas, izquierdistas (con su campa?a ?Europa-no?), cuentan con ¨ªnfirrias posibilidades de estar presentes, en el hemiciclo de Estrasburgo.
El parlamentario europeo seguir¨¢ siendo un gran viajante, entre Estrasburgo, Luxemburgo y Bruselas (donde se re¨²nen las comisiones parlamentarias), saltando del avi¨®n al Transeuropa Express, ferrocarriles r¨¢pidos que unen las grandes ciudades europeas. La obligaci¨®n de un ?mandato ¨²nico? no ser¨¢ respetada en todos los Estados, con lo cual el tema Europa seguir¨¢ representando un cap¨ªtulo de pol¨ªtica interior con anexos en Estrasburgo. La acumulaci¨®n de dos mandatos podr¨¢ aportar a los parlamentarios un sueldo anual de m¨¢s de seis millones de pesetas en ciertos pa¨ªses.
Esfuerzos para captar al elector
La campa?a electoral europea ha sido muy diferente, seg¨²n los pa¨ªses. Unico elemento com¨²n entre los nueve es el escaso inter¨¦s que parece demostrar el elector, aunque el veredicto de las urnas lo podr¨ªa desmentir. ?Calculamos un promedio superior al 60% de participantes?, declara un alto funcionario europeo, en una hip¨®tesis ?optimista?. Varios factores contribuyen al aparente desinter¨¦s general. En Gran Breta?a e Italia el cansancio del camino hacia las urnas, a pocas semanas o d¨ªas de elecciones generales legislativas, parece patente. Sin olvidar los anti-commun market, que en Gran Breta?a y Dinamarca proponen no ir a las urnas para evitar un reconocimiento de facto del Mercado Com¨²n. En el peque?o ducado de Luxemburgo, europeo por vocaci¨®n, geograf¨ªa y sede de varias instituciones de la CEE (Tribunal de Justicia, Parlamento, Oficina de Estad¨ªstica, Banco Europeo de Inversiones, sede temporal de ciertas sesiones de la Comisi¨®n y el Consejo de Ministros), las ?euroelecciones? se sumar¨¢n el domingo d¨ªa 10 a las elecciones normales legislativas. En B¨¦lgica, la obligaci¨®n constitucional de votar, so pena de multas o ficha de control sobre comportamiento c¨ªvico-pol¨ªtico, el elector ir¨¢ a las urnas masivamente, como en todas las dem¨¢s elecciones. Holanda e Irlanda pueden experimentar tambi¨¦n ciertos ¨ªndices de inter¨¦s general, al igual que la RFA. Las previsiones de participaci¨®n oscilan entre el 60% y el 40% de promedio, con sorpresas en alg¨²n pa¨ªs, que podr¨ªan ser netamente inferiores.
S¨®lo en Francia, la campa?a electoral levanta pasiones, al tomar car¨¢cter de campa?a nacional. La oposici¨®n acusa al Gobierno y al presidente Giscard de abusar de la televisi¨®n para defender a sus candidatos. Los socialistas nadan entre dos aguas, entre su europe¨ªsmo indiscutible y sus reservas ante los posibles aumentos de poder de una asamblea a escala europea. Comunistas y gaullistas no ocultan en ning¨²n momento su deseo de luchar contra un Parlamento que podr¨ªa decidir medidas europeas por encima del Parlamento nacional franc¨¦s. Michel Debr¨¦, gaullista incorruptible, declara en la capital belga su lucha contra ?La Meca de la supranacionalidad, que es Bruselas?.
Sin gran ilusi¨®n
??Las elecciones para el Parlamento Europeo? , Ufff..! ?, dice una joven profesora universitaria belga cuando pregunto por su inter¨¦s electoral, que le lleva obligatoriamente a las urnas el domingo 10 de junio. Votar¨¢, s¨ª. pero sin gran ilusi¨®n, por que el nuevo Parlamento Europeo resuelva a corto plazo los problemas de desempleo (m¨¢s de seis millones en la CEE), de energ¨ªa nuclear, de ecolog¨ªa y otros que se presentan a nivel nacional. Las encuestas dan una victoria global a los socialistas y socialdem¨®cratas en el conjunto de la CEE, formaci¨®n que ya era mayoritaria en la anterior Asamblea. Siguen a corta distancia los democristianos, liberales, conservadores, gaullistas, comunistas y alg¨²n que otro candidato de los partidos considerados como folkl¨®ricos por parte de los partidos pol¨ªticos tradicionales. No existen, por lo menos a nivel p¨²blico, sondeos electorales v¨¢lidos a escala de la CEE, despu¨¦s del revuelo que levant¨® el ¨²nico realizado en oto?o de 1978, que daba a los socialistas como primeros. Los dem¨¢s protestaron y la Comisi¨®n Europea, que hab¨ªa ordenado el sondeo a trav¨¦s de sus cl¨¢sicos ?eurobar¨®metros? semestrales, censur¨® la publicaci¨®n. Era una iniciativa europea, nunca muy bien vista por todos los Estados miembros, que, sobre todo entre los grandes, cada uno quiere un poco una Europa a ?su? imagen y medida.
Al nuevo Parlamento no le faltar¨¢ trabajo, sobre todo si quiere que en las pr¨®ximas elecciones, en 1984 (con griegos, espa?oles y portugueses, adem¨¢s de los actuales pa¨ªses miembros) la sensibilizaci¨®n del p¨²blico por el proceso de construcci¨®n europea sea mayor que la actual.
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