Desconcierto en Canarias
El desconcierto cultural que padece Canarias es paralelo a su desconcierto pol¨ªtico, que, por otra parte, tiene sus ra¨ªces en la misma localizaci¨®n geogr¨¢fica del archipi¨¦lago. En los ¨²ltimos tiempos, intelectuales de las islas hablan de celebrar un congreso de la cultura canaria, que sea abierto y acabe con esa confusi¨®n. Ese congreso, seg¨²n escribe nuestro corresponsal , ser¨ªa una oportunidad para superar la notoria falta de di¨¢logo, que ha presidido hasta ahora las relaciones entre los diversos sectores que conforman la intelectualidad canaria.
Cuando ese silencio se ha roto ha sido para dar paso a fugaces y virulentas pol¨¦micas, que saltan de las charlas de caf¨¦ a los medios de informaci¨®n, pero que al fin contribuyen poco a resolver los enfrentamientos existentes, cuya ra¨ªz es ideol¨®gica, aunque generalmente no obtienen una expresi¨®n equivalente cuando saitan a la palestra. Estas pol¨¦micas, que en el fondo son sobre la identidad que debe tener la cultura del archipi¨¦lago en este confuso per¨ªodo de transici¨®n pol¨ªtica, est¨¢n sazonadas casi siempre con multitud de alusiones personales cuya dimensi¨®n revela el estado de confusi¨®n y crispaci¨®n de que hablamos.En la mayor parte de estas diatribas, los insulares se reprochan, unos a otros, haber abandonado las islas o no hacer en ellas lo que cada uno de los sectores estima m¨¢s id¨®neo. Parecen resucitar, de una y otra parte, los t¨®picos que situaban al novelista gran canario Benito P¨¦rez Gald¨®s despoj¨¢ndose del polvo insular cuando desembarc¨® en C¨¢diz para vivir en la Pen¨ªnsula.
Otros intelectuales estiman que no se puede construir una cultura canaria sin tener en cuenta que las islas forman parte de Africa, y que ha de ser a ese mundo adonde hay que ir para buscar las ra¨ªces. Otro sector asegura que no se puede perder de vista que fueron canarios tambi¨¦n el gran enciclopedista Viera y Clavijo o el poeta modernista Tom¨¢s Morales. Los que suponen que la influencia africana a¨²n puede rastrearse, y ser tanto o m¨¢s iniportante que la europea, haceri. alusi¨®n a la existencia de pintaderas guanches o a otros objetos arqueol¨®gicos cuyo pasado quiere rastrearse en el arte del continente m¨¢s cercano a las islas.
Necesidad del congreso de cultura
Si hay en la actualidad un pueblo, regi¨®n o nacionalidad que m¨¢s necesitado est¨¦ de la profundizaci¨®n en su ra¨ªz cultural, ese es el archipi¨¦lago canario. Enclavado geogr¨¢ficamente en el continente africano, con un entronque cultural europeo y con unas perspectivas en Am¨¦rica Latina, los canarios est¨¢n m¨¢s que nunca, necesitados de encontrar una pol¨ªtica cultural que lo haga realizarse como pueblo. Los pr¨®ximos a?os pueden ser decisivos para su historia futura. Pero la din¨¢mica cultural canaria no termina de arrancar en la regi¨®n espa?ola donde existen m¨¢s analfabetos.
La ausencia de una burgues¨ªa capaz e inteligente, por un lado, que ha negado de forma sistem¨¢tica cualquier iniciativa cultural vanguardista, y las luchas parroquiales, incluidas las tertulias de caf¨¦ entre los intelectuales isle?os, por el otro, han ido frenando el debate necesario sobre la b¨²squeda de la identidad: el congreso de la cultura canaria. Y mientras esto ocurre es aniquilado un plan cultural. que s¨®lo qued¨® en planes, es retirada una subvenci¨®n risible a la revista Fablas, de poes¨ªa y literatura, y la centenaria instituci¨®n Museo Canario, con colecciones ¨²nicas en el mundo, atraviesa momentos dif¨ªciles por dificultades econ¨®micas que incluso pod¨ªan provocar su cierre definitivo.
Por eso no resulta sorprendente que -literatos, poetas, m¨²sicos, cient¨ªficos y artistas pl¨¢sticos vayan abandonando, a?o tras a?o, las islas para instalarse en Madrid, Barcelona, Par¨ªs y Nueva York. Y a los Millares, Chirino o Hidalgo les siguen los S¨¢nchez Ortiz, Armas Marcelo, Fernando Delgado, Jos¨¦ Luis Fajardo, Rodr¨ªguez Padr¨®n, Padorno, Toribio Mart¨ªn de Guzni¨¢n, Morales Lezcano o Gallardo, y a¨²n faltan muchos m¨¢s para completar esta fuga constante de canarios que huyen de la mediocridad de unas estructuras, que no del pueblo, que les han vuelto la espalda hasta el punto de negarlos o ignorarlos por completo.
Ys sin embargo, a¨²n quedan intelectuales, ?heroicos, quiz¨¢? que se resisten a abandonar las islas. Y as¨ª tenemos al compositor Juan Jos¨¦ Falc¨®n Sanabria, cuyas obras son estrenadas en M¨¦xico, Alemania o Finlandia, o a Domingo P¨¦rez Minik, cr¨ªtico tinerfe?o que desde su isla ha hecho una gran obra.
Este es el principal problema canario, que se debate entre una fuga de los que no aguantan m¨¢s y una incapacidad de las instituciones canarias, cabildos, ayuntamientos, cajas de ahorro, etc¨¦tera, para satisfacer las necesidades de los que se quedan, peor a¨²n, se dedican a repartir migajas que solo provocan una ?lucha a muerte? por conseguirlas, pero que hacen un da?o incalculable en el momento de la uni¨®n y la posterior organizaci¨®n.
No hay pol¨ªtica cultural en Canarias. La Universidad de La Laguna, que tendr¨ªa que ser la Universidad de Canarias, es una instituci¨®n que depende en gran medida de catedr¨¢ticos que vienen de la pen¨ªnsula y luego saltan a una universidad m¨¢s prestigiosa. Sus proyectos, por tanto,-se tienen que limitar a corto plazo. Y lo que Canarias necesita es proyecci¨®n a largo plazo, trabajos que den frutos y que estos se digieran.
Tampoco los organismos oficiales tienen pol¨ªtica cultural. Desde los cabildos -el de Gran Canaria estuvo a punto de l¨ªquidar a la Orquesta Filarm¨®nica de Las Palmas- hasta las delegaciones de Cultura de las dos provincias que reparten el dinero sin tener en cuenta un programa y que crearon sendos consejos asesores compuestos por brillantes personalidades de la cultura canaria, cuyo papel ha sido deso¨ªdo y que, por consiguiente, permanecen inoperantes.
Con este panorama enfrente, con cinco siglos de historia, Canarias se enfrenta a un futuro incierto en lo que respecta a su cultura. Hace a?os que se viene hablando de celebrar un congreso de la cultura anaria, pero no se pone en marcha. Algunos intelectuales de signo nacionalista que quieren organizarlo opinan que para hacerlo se necesita un fuerte presupuesto y que las personas que administran ese dinero pondr¨ªan veto a diferentres personalidades canarias de la cultura, por su filiaci¨®n marxista o nacionalista. No obstante, fuentes de la Administraci¨®n afirman, ante esta suposici¨®n, que ?de vetos no hay nada, que presenten un proyecto y ¨¦ste se estudiar¨¢?. Lo cierto es que todos o casi todos los intelectuales isle?os abogan por este congreso y algunos piensan que lo primero, lo m¨¢s inmediato, es la creaci¨®n de la Uni¨®n de Escritores Canarios, donde se integrar¨ªan hasta aquellos cuyas obras son in¨¦ditas, con un c¨ªrculo muy reducido de lectores, pero importantes en el momento de hacer un recuento de nuestra cultura. Este fen¨®meno ocurre, sobre todo, en las islas menores, donde las posibilidades editoriales son minimas y cuyos textos, por localistas, no tienen atractivo editorial.
Menci¨®n aparte merece el auge que est¨¢ teniendo en las nuevas generaciones el arte popular canario, manifest¨¢ndose sobre todo en la cer¨¢mica, en la m¨²sica y hasta en el juego del palo, de car¨¢cter ancestral, que ha comenzado a pr¨¢ct¨ªcarse en los centros de ense?anza general b¨¢sica, a partir de una iniciativa del movimiento de maestros canarios. Aqu¨ª tambi¨¦n falta apoyo de todo tipo.
En resumidas cuentas: que, sin caer en el ?africanismo de confiteria?, en expresi¨®n del escritor insular Zaya, ni tampoco en sentar c¨¢tedra de que no existe una ?cultura canaria espec¨ªfica?, Canarias tiene que debatir su pol¨ªtica cultural y esto debe ocurrir muy pronto.
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