El caballo de Pav¨ªa
Vaya, hombre, ten¨ªa que soltarlo, Alfonso Guerra, que si no lo suelta no se queda, o sea a gusto, lo del caballo, en el congreso PSOE, o sea de Pav¨ªa.Aqu¨ª, en cuanto mientas al rey de Roma, asoma el caballo de Pav¨ªa. Es como mentar la soga en casa de Grimau. Bueno, pues nada, todo iba tan bien, hombre -y mucho mejor que ha ido luego-, Felipe era ya la tesis, la ant¨ªtesis y la s¨ªntesis, todo ello con una sola mano, que la otra la necesitaba para el puro, de modo y manera, a ver si me entiendes, que Guerra no ten¨ªa ninguna necesidad de haber soltado esa ordinariez del caballo, que de pronto perfum¨® de esti¨¦rcol todo el congreso socialista, ahora que han salido del esti¨¦rcol marxista.
No se le puede dejar solo. No se le puede sacar de casa sin que se lleve con ¨¦l, como los ni?os el caballo de cart¨®n, su caballo de Pav¨ªa, su caballo de Troya, su caballo de Atila, toda una cuadra de caballos dial¨¦cticos que tiene Guerra aparcados a la puerta de Garc¨ªa Morato, que es el Villapadierna de la clase trabajadora/infrarroja.
Me lo contaba Manu Leguineche reci¨¦n venido de derribar heminwaianamente a Somoza:
-El demagogo de Somoza era un capit¨¢n que se denominaba a s¨ª mismo ?term¨®metro de la clase trabajadora?.
La frase me ha deslumbrado. Gir¨®n, en tantos a?os de demagogo oficial de Franco, nunca acu?¨® frase semejante ni fue term¨®metro de la clase trabajadora. La clase trabajadora no ten¨ªa otro term¨®metro que el del Seguro, h¨²medo siempre de la axila del muerto anterior.
T¨¦rm¨®metro de la clase trabajadora, Guerra se ha pasado innecesariamente, cuando el encuentro estaba ganado y el personal empezaba, en el grader¨ªo, a ponerse la gabardina y abrir el paraguas, por si en la calle ca¨ªan marxistas de punta, con este sol. El felipismo se ha felipizado, Felipe se ha aclarado y ya tenemos un partido, adem¨¢s de fuerte, neto, cosa que no hab¨ªa sido hasta ahora. Y quiz¨¢ por eso mismo, Alfonso Guerra, en un ¨²ltimo resabio revolt¨¦, camusiano, en una ¨²ltima pingaleta socialista a lo Travolta, va y dice esa ordinariez contra el presidente Su¨¢rez:
-Si el caballo de Pav¨ªa entrase en el Congreso, Su¨¢rez se subir¨ªa en ¨¦l.
Alfonso Guerra, pese a ser de tierra de finos caballos ar¨¢bigoandaluces, se ve que ignora la vocaci¨®n pol¨ªtica de los caballos. La Historia est¨¢ llena de ellos, desde el c¨®nsul de Cal¨ªgula hasta aquel que caminaba solo, tras el arm¨®n de Franco muerto, como la montura desmontada del general. Aquel caballo del entierro s¨ª que parec¨ªa un c¨®nsul de protocolo, mucho m¨¢s que algunos c¨®nsules extranjeros que asistieron al sepelio. Mismamente, el caballo de Pav¨ªa (y esto es lo que no cuenta la Historia) iba al Congreso a sentarse en un esca?o, porque la democracia en Espa?a ya estaba madura hasta para los caballos,(no as¨ª para algunos jinetes), pero Pav¨ªa, ya en plan ecuestre, arm¨® la que arm¨®.
La crisis PSOE se ha resuelto de la mejor/¨²nica manera posible, el radical Guerra sigue ganando batallas moderadas despu¨¦s de vacunado, pero su radicalismo no renuncia a sacar el caballo, como aquel viejo B¨²ffalo Bill de los circos de nuestra infancia, que sal¨ªa con el caballo a la pista, pero ya ni siquiera lo montaba. El desprop¨®sito es a Guerra lo que el caballo a Pav¨ªa, lo que el canotier a Chevalier, lo que aquel segundo de inmovilidad en el aire a Nijinski, lo que el caracolillo a Estrellita Castro, lo que la manoletina a Manolete, lo que el p¨¢jaro a Braque (ver muestra Fundaci¨®n March): el rasgo ¨²ltimo y la r¨²brica de su personalidad. Saca el caballo de Atila o de Pav¨ªa y pone de ecuy¨¨re a Su¨¢rez. Si ha optado usted honestamente por la moderaci¨®n, Guerra, deje que los marxistas entierren a sus muertos y deje que Su¨¢rez entierre su caballo. O el de Pav¨ªa.
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