Bombones para nada
Para las figuras, bomboncitos, y para la promesa, el toro. As¨ª transcurri¨® la corrida. Y el resultado fue que no pas¨® nada: ni las figuritas paladearon los bomboncitos ni la promesa acert¨® a poder con el toro para convertirse en reaIidad. Los Torrestrella, buena nota por presentaci¨®n y juego, salieron seg¨²n dec¨ªamos. Junto a un ejemplar de trap¨ªo, tremendamente astifino y con casta agresiva -para la promesa-, un borrego -para la figura-. M¨¢s un toro de clase para armar el alboroto, que correspondi¨® a Manzanares y no alborot¨® nada.No nos lamentemos, que tal es el panorama taurino. Las figuras permanentes de estos ¨²ltimos a?os han conseguido una regularidad seg¨²n la cual nunca est¨¢n ni muy mal ni muy bien. Les importa lo mismo medirse con el toro dif¨ªcilillo que con el bomb¨®n: pasan el control de calidad, y basta. Y las promesas, hechas a la mentalidad de pegapases que les han contagiado sus mayores, salen obsesionados con los naturales y los derechazos, y su empe?o es darlos a toda costa.
Plaza de Las Ventas
S¨¦ptima corrida de feria. Cinco toros de Torrestrella, bien presentados, armados y astifinos, justos de fuerza, poco bravos, pero con clase en la embestida. Sexto de Terrubias, con casta, dif¨ªcil. Angel Teruel: Estocada atravesada que asoma y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio). Estocada ca¨ªda en la que sale cogido y cuatro descabellos (vuelta prolestada). Manzanares: Estocada trasera (silencio). Metisaca, pinchazo hondo, rueda de peones y dos descabellos (ovaci¨®n y salida a los medios). Emilio Mu?oz, que confirm¨® la alternativa: Pinchazo y estocada en la que sale cogido (petici¨®n y vuelta con protestas). Pinchazo y estocada (aplausos).
Pero muchas veces el toro no se deja, como le ocurri¨® a Emilio Mu?oz ayer, y entonces pierden los papeles. El Torrestrella de la alternativa ten¨ªa una agresividad que no se dominaba con la mec¨¢nica rutinaria de los pegapases. Mu?oz cometi¨® el error de precipitarse a citar con la izquierda y, adem¨¢s, no templ¨® los primeros muletazos. En cada uno de ellos el toro enganchaba la tela y a partir de ah¨ª no dej¨® de derrotar. Hab¨ªa valor en el diestro, pero no mando -salvo en tres derechazos con la mano muy baja- y lleg¨® a sufrir un revolc¨®n. El toro iba a m¨¢s y a menos el torero, quien en la suerte suprema volvi¨® a ser empitonado.
El sobrero, de Terrubias, tambi¨¦n fue un animal de casta que lleg¨® a la muleta prob¨®n e incierto y, naturalmente, no admit¨ªa los consabidos dos pases que pretendi¨® administrarle el ne¨®fito. A estas horas se quejar¨¢ de su mala suerte: ?Me toc¨® un lote que no se dejaba torear?. En la mentalidad de los taurinos es rigurosamente cierto, lo cual no quiere decir que sea verdad. Porque torear es bastante m¨¢s que multiplicar derechazos y naturales por las buenas o por las malas.
Un ejemplo claro lo tenemos en el quinto de esta corrida, que por el pit¨®n derecho ten¨ªa una embestida excepcional, para armar el alboroto. Manzanares, despu¨¦s de los ayudados por alto, le embarc¨® con gusto por ese lado -con bastante alivio de pico, que todo hay que decirlo-, y como el Torrestrella embest¨ªa con peligro para los naturales, al alicantino se le acab¨® el repertorio y ya no sab¨ªa qu¨¦ hacer, si no era reincidir en el derechacismo. De manera que no hubo ni alboroto ni nada. A su otro toro, un borrego total, le hizo una faena tan larga como aburrida, absolutamente integrada en la t¨¦cnica de los dos pases, no faltar¨ªa m¨¢s.
F¨¢ciles tambi¨¦n resultaron los toros de Teruel y la novedad en este torero es que lig¨® e introdujo m¨¢s amplio repertorio que sus compa?eros. Estuvo decoroso, pero tambi¨¦n perfilero, y abusivo con el pico, mientras que la pastue?a embestida de sus torrestrellas ped¨ªa arte. Lo cual es mucho pedir. Sobre todo cuando no hac¨ªa demasiada falta para el triunfo de los toreros, que ten¨ªan al p¨²blico de cara. El gent¨ªo que llen¨® ayer Las Ventas era de talante triunfalista y estaba dispuesto a aclamarlo todo. En estas circunstancias, las figuras trabajan -exactamente trabajan- a favor de obra. Incluido Corbelle, que ya es figura entre los banderilleros y goza de esta prerrogativa, inherente al rango. Por dos medios pares de banderillas le obligaron a saludar montera en mano. No hay como hacerse una fama.
Presidi¨® el comisario Corominas, que supo contener los delirios orejistas del p¨²blico triunfalista, y en cuanto la protesta empez¨® a ser fuerte para un toro evidentemente cojo -el sexto, de Juan Mari- lo devolvi¨® al corral. Por su parte, la afici¨®n contestataria estuvo contenida, incluso para el burraquito mono que correspondi¨® a Manzanares. A veces las inexplicables actitudes del palco son las que desequilibran a los aficionados.
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