En un clima de tensi¨®n
El miedo no estaba en el ruedo, sino en el tendido. El clima era de tensi¨®n. La corrida quedaba relegada a segundo t¨¦rmino. Desde los grav¨ªsimos sucesos de hace dos a?os, la gran fiesta de los sanfermines produce, parad¨®jicamente, una palpable inquietud que se acrecienta en la plaza.Luego, posiblemente, no pasar¨¢ nada, pero el hormigueo no hay quien se lo quite del cuerpo al p¨²blico. La fiesta empez¨® como siempre: mozos alegres, trompetas y bombos, miles de gargantas entonando la melod¨ªa de Eurovisi¨®n, champa?a a chorro para regar al vecino. Pero de inmediato apareci¨® una enorme pancarta que dec¨ªa: ?Libertad para los detenidos?. Hubo una reacci¨®n de vivas a san Ferm¨ªn, mientras varias pe?as abandonaban el grader¨ªo en solidaridad con los presos. Por todas partes se o¨ªan los mismos comentarios: ?Ojo, que aqu¨ª se prepara algo?. Pero, al final, lo que pas¨® es que no pas¨® nada: saltaron las pe?as al ruedo, como siempre, tan contentas y desfilaron hacia la calle.
Plaza de Pamplona
Segunda de sanfermines. Toros del conde de la Corte, desiguales, cornalones. Angel Teruel: pinchazo bajo sin soltar y otro hondo bajo (palmas y pitos). Pinchazo, media y descabello (vuelta). Luis Francisco Espl¨¢: bajonazo (oreja). Media estocada baja y descabello (silencio). Paco Ojeda: bajonazo (silencio). Pinchazo sin soltar, media y descabello (silencio).
Como es l¨®gico, con un ambiente as¨ª, de crispaci¨®n y temor, apenas contenidos, es imposible que discurra y que se contemple con normalidad la corrida. Es m¨¢s, la propia corrida apenas si llega a tener importancia. Salieron impresionantemente cornalones los toros ?condesos? y lo mismo habr¨ªa dado que fueran cornicortos. Tres de ellos, bajo la percha, apenas ten¨ªan traje y a nadie import¨®. Tan manejables como apagados casi todos, los diestros les aplicaban faenitas insulsas, con las que cumplieron. Creemos que, en realidad, eran incapaces de hacerlo mejor; pero, en cualquier caso, es muy duro pedirle a un torero que se juegue el f¨ªsico por las bravas, cuando al tendido le tiene sin cuidado lo que pueda suceder en el ruedo.
Claro que si volvemos la oraci¨®n por pasiva puede ocurrir -ocurri¨® ayer- que quien se esmera en su tarea atraiga la atenci¨®n del p¨²blico. Lo consigui¨® Espl¨¢ en banderillas, con las que estuvo espectacular, din¨¢mico, atl¨¦tico y esdr¨²julo, tanto como torero en garbosas pasadas y desplantes. Y lo consigui¨® tambi¨¦n con el capote, que manej¨® para una importante variedad de suertes, entre ellas navarras, chicuelinas, faroles y lances a una mano. Entonces, s¨ª; entonces el gent¨ªo se dign¨® atender a la, lidia y ovacion¨® con calor al torero.
El cual, ya puesto a trabajar a favor de obra, brind¨® su primer toro a la pancarta que ped¨ªa libertad, durante sup¨¦sima faena dio una serie de derechazos mirando a los mozos y, luego, se coloc¨® el rojo pa?uelico sanferminero para que no quedara duda de su total identificaci¨®n con las pe?as. Todo esto le vali¨® el regalo de una oreja, pero no tap¨® la evidencia de su absoluta falta de clase para ejecutar el toreo. Espl¨¢ se hizo ayer pol¨ªtico y se apunt¨® una ventaja subi¨¦ndose al carro de la demagogia. A ver qu¨¦ dicen sus paisanos alicantinos cuando se enteren.
Pulcro, desligado e insulso Teruel, valent¨®n y mon¨®tono Ojeda, tampoco ¨¦stos les hicieron nada de relieve a los cornalones toros del conde de la Corte, que, por cierto se dejaban torear. Y no es que fueran nada del otro jueves, pues salieron muy justitos de fuerza y bravura, y un par de ellos hu¨ªan descaradamente de los caballos y buscaban tablas. Unicamente el quinto mostr¨® gran clase, precisamente en banderillas, cuando, frente a Espl¨¢, se engallaba y acud¨ªa pronto y alegre a la reuni¨®n. Este era un hermoso ejemplar de casta que, en cualquier plaza, se habr¨ªa ¨¢clamado. Pero en la ?feria del toro? -Pamplona- el concepto de la bravura y de la lidia pueden ser distintos, por lo que se ve.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.