L¨¢zaro Carreter: "Quevedo experiment¨® el v¨¦rtigo del lenguaje"
Autor de una edici¨®n cr¨ªtica de La vida del busc¨®n llamado don Pablos y miembro de la comisi¨®n organizadora de la celebraci¨®n del centenario, Fernando L¨¢zaro Carreter, ling¨¹ista, catedr¨¢tico y acad¨¦mico de la Espa?ola, es hoy uno de los quevedistas m¨¢s cualificados, aunque ¨¦l prefiere eludir el t¨ªtulo de especialista en Quevedo para declararse ?atento lector de su obra?.
?Como bien dijo Borges, "Quevedo es toda una literatura" cuya comprensi¨®n total resulta inabarcable, comenta el profesor L¨¢zaro Carreter. ?Adem¨¢s, siendo un escritor tan decisivo en la literatura espa?ola, no disponemos de ediciones solventes de sus libros. Salvo mi trabajo sobre La vida del busc¨®n, algunas ediciones de Los sue?os y las que ha realizado el profesor Blecua de su poes¨ªa, la mayor¨ªa de quevedos que circulan actualmente no est¨¢n garantizados. El mismo no se preocup¨® de sus propios textos y se lo han atribuido cosas que nunca escribi¨®, mientras gran parte de su ingente producci¨®n permanece pr¨¢cticamente in¨¦dita?.?Quevedo es uno de los cl¨¢sicos m¨¢s vivos?, afirma el profesor L¨¢zaro Carreter en relaci¨®n a la vigencia y actualidad que ¨¦ste conserva en su cuarto centenario. ?Es cierto que tal modernidad s¨®lo se aprecia en medios restringidos, pues no es Quevedo un autor de consumo popular. El busc¨®n y algunas piezas burlescas es la ¨²nica literatura narrativa y de ficci¨®n que comprende su obra, formada en su mayor parte por escritos pol¨ªticos, tratados morales, de costumbres, etc¨¦tera, cuya lectura resulta sumamente dif¨ªcil?.
?Tambi¨¦n es cierto que esto no supone que debamos renunciar a Quevedo, sino que es necesario ampliar el n¨²mero de lectores capacitados para acceder a ¨¦l?.
?Cu¨¢l es, como ling¨¹ista, su apreciaci¨®n de la prosa de Quevedo, de las caracter¨ªsticas espec¨ªficas que denota su lenguaje?
?No hay que olvidar que con Quevedo estamos en la Espa?a del barroco. Todo parte de Trento, cuando la Inquisici¨®n abandona su papel de ¨¢rbitro para convertirse en celosa vigilante de la ortodoxia. Ante el peligro de caer en la herej¨ªa se retrae la facultad de invenci¨®n, y el lenguaje ya no se utiliza como un instrumento para decir cosas, sino como un juego en s¨ª mismo?.
?En este contexto se explica el florecimiento de las actividades art¨ªsticas que se da en Espa?a y el nacimiento del movimiento conceptista que, como defini¨® acertadamente Graci¨¢n, "es un acto de entendimiento que expresa la correspondencia que hay entre los objetos"?.
?Quevedo practica el genio de este conceptismo, el arte de relacionar cosas ins¨®litas. Experimenta el v¨¦rtigo del lenguaje y en sus reflexiones no sigue la l¨®gica interna del razonamiento, sino la propia din¨¢mica del discurso. Cada palabra es como si estuviera reci¨¦n acu?ada para ¨¦l; la exprime a fondo, descubre su potencial expresivo, su capacidad de asociarse y combinarse en un juego de ret¨®rica en el que los elementos A y B se asocian en m¨²ltiples variantes, pero sin llegar nunca a concluir en un tercer elemento C?.
?En este sentido, Quevedo es el m¨¢ximo exponente del ingenio, t¨¦rmino y valor que presidi¨® nuestro siglo XVII, en contraste con la cr¨ªtica y la raz¨®n, que se impusieron en el siglo XVIII?.
?Tambi¨¦n es significativo que en ninguno de sus libros ni en los tratados m¨¢s serios expone una doctrina completa y continuada. Quevedo es, sobre todo, un glosador; un excelente glosador que agota en profundidad la materia que glosa?.
Una fustraci¨®n pol¨ªtica y sentimental
Pol¨ªtica y mujeres. ?Qu¨¦ papel desempe?aron estos factores en la vida del escritor, conocido por sus relaciones con el poder y por su ferviente misoginia?
?No hay duda de que Quevedo fue hombre de gran vocaci¨®n pol¨ªtica. Patriota y entusiasta servidor del Imperio, su amor a Espa?a le hac¨ªa odiar a Francia e Italia como posibles oponentes. Se sabe que cuando ejerci¨® la pol¨ªtica activa como virrey actu¨® con enorme honradez?.
? Pero es a partir de sus cincuenta a?os, hacia 1630, cuando la actitud pol¨ªtica de Quevedo alcanza plena madurez. Para entonces se ha desarrollado en ¨¦l la conciencia creciente de que la mala administraci¨®n est¨¢ fustrando el esfuerzo del pueblo por realizar la idea del Imperio. Aparece as¨ª el escritor critico que se dirige al rey y a Olivares, que han desenga?ado sus expectativas de conservador para exigirles un modelo de Gobierno concreto?.
?En cuanto a las mujeres, no debieron tener un papel muy importante en la vida de Quevedo. Escribi¨® maravillosos poemas de amor; pero es la pasi¨®n del amor lo que en ellos canta, no la figura de la amada. Cuando se trata de una mujer de carne y hueso no escribe de ella sino para ridiculizarla. En realidad no creo que su vida sentimental fuera nada envidiable; todo lo contrario a la fascinante vida amorosa de su coet¨¢neo Lope de Vega, a quien Quevedo despreciaba por no pertenecer a la nobleza?.
Babelia
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