Brunete; "?Que no es una ri?a, mujer, que es otro alzamiento!"
?Por favor, un valium inyectable. Es muy urgente. Mi mujer. Tiene un ataque. R¨¢pido, por favor?. La joven farmac¨¦utica de Brunete, un pueblo fantasma, labrado por los presos con granito imperial y situado a cuarenta kil¨®metros de Madrid, trat¨® de calmar a su cliente mientras le ped¨ªa la receta obligatoria.Eran casi las siete de la tarde del pasado lunes y a¨²n ol¨ªa a polvora en el Congreso de los Diputados. ?Mire usted: d¨¦jese de recetas y d¨¦me, por favor, el valium para mi esposa. Soy teniente coronel?. La boticaria, que no ten¨ªa conectada la radio, no acababa de entender la relaci¨®n entre el rango militar y el valium, hasta que el viajero se lo aclar¨®.?Pero ?no sabe usted que ha habido un golpe de Estado? Ande. D¨¦me el valium?. Cuando el teniente coronel lleg¨® a su casa, con su mujer repuesta del susto, llam¨® a la farmacia de Brunete para dar las gracias y tranquilizar a su due?a asegur¨¢ndole normalidad en todo el pa¨ªs. En todo el pa¨ªs, menos en Brunete.
La se?ora Concha corr¨ªa por la calle de la Iglesia en busca de su hija. ??Ay Dios m¨ªo! ?Que dicen que hay tiros en la plaza! ?Qu¨¦ clase de ri?a es ¨¦sa??, pregunt¨® a una vecina que asomaba media cabeza por el port¨®n esperando ansiosa la llegada de su marido. ? ?Que no es una ri?a, mujer, que es otro alzamiento! ?.
La se?ora Concha contuvo la respiraci¨®n y los nervios, pero no las l¨¢grimas, recogi¨® a su hija y se encerr¨® en casa. ?Ni radio, ni tele, ni nada. Es mejor no saber nada de nada?, orden¨® a su hija.
En el bar de la plaza Mayor jugaron una partida valiente hasta las once de la noche. Eran la mayor¨ªa silenciosa de Brunete. Frente al bar brillan dos l¨¢pidas conmemorativas que recuerdan el trauma hist¨®rico de este pueblo sin resucitar y de su famosa batalla. Ning¨²n ladrillo sobrevivi¨® a las bombas. Todo ha sido reconstruido con granito de Chapiner¨ªa por los presos de la guerra. Este pueblo-cuartel parece a¨²n embalsamado y traumatizado. ?Esta plaza perpet¨²a la gran victoria de la batalla de Brunete en nuestra Gloriosa Cruzada de Liberaci¨®n?, reza una placa. ?El 18 de julio de 1946, d¨¦cimo aniversario del glorioso Alzamiento, Francisco Franco, jefe del Estado y General¨ªsimo de los Ej¨¦rcitos, inaugur¨® esta plaza Mayor construida por la Direcci¨®n General de Regiones Devastadas?, dice la otra placa. Devastadas.
?Dicen que se han reunido en casa de uno de ellos con las escopetas cargadas y son m¨¢s de veinte?, coment¨® un vecino, alarmado. Cerr¨® sus puertas, carg¨® su carabina y dijo a su mujer: ?De aqu¨ª no me sacan vivo los fascistas?. Y aguard¨® pegado a la radio y a la carabina hasta el amanecer.
En Brunete no hay m¨¢s que miseria, paro, granito, viejas glorias y mucha caza. Todos los vecinos son cazadores y re¨²nen m¨¢s de doscientas escopetas. ?Nuestros padres est¨¢n amargados con la pol¨ªtica y con la guerra, coment¨® una joven adolescente que se queja de que no hay ni cine ni baile ni alegr¨ªa en este pueblo de montescos y capuletos.
?Yo no digo que quiten la placa de los ca¨ªdos ni la corona de Fuerza Nueva, sino que pongan tambi¨¦n ah¨ª los nombres de los muertos que faltan?, declar¨® un joven que se va los domingos a Villanueva de la Ca?ada a buscar novia. ?Aqu¨ª estamos a¨²n divididos por las familias pol¨ªticas que se odian. La mayor¨ªa del pueblo es de derecha, pero est¨¢n dominados y asustados por unos pocos de extrema derecha. Por eso, la noche del lunes nadie se atrev¨ªa a andar por las calles?.
En el cuartelillo de la Guardia Civil de Brunete recibieron, como en todos los de la 112 Comandancia, la orden de mantener acuartelada a la tropa. As¨ª lo hicieron el sargento y los seis guardias. Era la hora llamada de Academia -para estudiar y reflexionar juntos diariamente sobre las ordenanzas y el esp¨ªritu de la Guardia Civil-, cuando los guardias de Brunete oyeron los tiros y las r¨¢fagas de metralleta en el Congreso de los Diputados a trav¨¦s de la radio.
La normalidad fue absoluta en la casa-cuartel y en el pueblo. Permanecieron toda la noche escuchando la radio y la televisi¨®n y mandaron dormir a los ni?os. Al terminar el asalto al Congreso, unos n¨²meros comentaron: ?Ya se ve¨ªa venir. A ver si ahora se toman en serio esto del terrorismo y no nos dejan morir como conejos?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- 23-F
- Dotaciones y efectivos
- Brunete
- Guardia Civil
- Ayuntamientos
- Golpes estado
- Comunidades aut¨®nomas
- Ultraderecha
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Administraci¨®n local
- Provincia Madrid
- Fuerzas seguridad
- Comunidad de Madrid
- Ideolog¨ªas
- Partidos pol¨ªticos
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Sociedad
- Justicia
- Transici¨®n espa?ola
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Conflictos pol¨ªticos
- Historia contempor¨¢nea
- Historia
- Pol¨ªtica