El ¡®destripador de Yorshire¡¯: el asesino de prostitutas con cuchillo, destornillador y martillo
Peter Sutcliffe sembr¨® el p¨¢nico en una regi¨®n al norte de Inglaterra durante m¨¢s de cinco a?os y mat¨® a 13 mujeres
En menos de una semana, probablemente el 22 de mayo de 1981, se esperaba que concluyera el proceso que se sigue en el Tribunal Criminal Central de Londres, Old Bailey, contra Peter Sutcliffe, el destripador de Yorkshire. Para ese d¨ªa los doce miembros del jurado tendr¨ªan que decidir si Sutcliffe era responsable de trece asesinatos y de otros siete intentos fracasados. Hasta entonces se hab¨ªa pensado que el destripador podr¨ªa ser un esquizofr¨¦nico paranoico, pero, seg¨²n el psiquiatra Hugo Milne, varias declaraciones de Peter Sutcliffe atestiguaron que el odio que el acusado pretend¨ªa manifestar con respecto a las prostitutas fue, de hecho, un sentimiento contra todo el g¨¦nero femenino.
"?Piensa usted que est¨¢ loco?", le pregunt¨® a Peter Sutcliffe, el destripador de Yorkshire, su abogado. "No", contest¨®. "?Piensa usted que pasar¨¢ menos tiempo encerrado si la gente considera que tiene problemas mentales?" "No, si yo pensara esto, tendr¨ªa una enfermedad mental", respondi¨® Sutcliffe con calma.
Est¨¢ enga?ando a sus acusadores o psiquiatras. En la segunda semana del proceso, Peter Stitcliffe compareci¨® por vez primera como testigo en el juicio que contra ¨¦l se celebra en el Old Bailey, el Tribunal Criminal Central en Londres. El destripador se confes¨® no culpable del asesinato de trece mujeres, pero s¨ª de homicidio con atenuante, por deficiencia mental, y culpable de siete intentos de asesinato, fechor¨ªas cometidas todas en el norte de Inglaterra, entre julio de 1975 y noviembre de 1980.
La cuesti¨®n de su locura, que si fuera verdad significar¨ªa diez a?os de reclusi¨®n y no treinta, es algo que tiene que decidir el jurado compuesto por seis mujeres y seis hombres, que a diario se sientan en la sala n¨²mero 1 del Old Bailey. All¨ª, a la vista de todo el mundo, est¨¢n los instrumentos (martillos, cuchillos, sierras) que Sutcliffe utiliz¨® para cometer sus atrocidades pero, sobre todo, resalta ese horrible destornillador afilado que tantas veces emple¨®. Quiz¨¢ por estas pruebas tan evidentes nadie siente compasi¨®n. Sutcliffe no da pena. En la galer¨ªa de prensa, 83 periodistas se afanan en recoger todo lo que all¨ª se dice y, mientras, en la peque?a galer¨ªa para visitantes, se encuentran el padre de Jacqueline Hill, la ¨²ltima v¨ªctima del destripador, o la esposa de Sutcliffe, Sonia. Ella y su marido nunca se miran a la cara.
Poco expresivo
Salvo cuando habla, Sutcliffe permanece impasible, sin expresi¨®n y con la mirada fija. Aunque p¨¢lido, no se suele poner nervioso. La excepci¨®n fue el "no" que se le escap¨® de la garganta cuando se sugiri¨® que podr¨ªa haber tenido relaciones sexuales con sus v¨ªctimas. Este hombre, aparentemente fr¨ªo y con control de s¨ª mismo, camionero y de 34 a?os de edad, podr¨ªa ser un esquizofr¨¦nico paranoico. A los diecinueve o veinte a?os de edad, cuenta que, cuando estaba trabajando como sepulturero en el cementerio de Bingley, oy¨® unas voces, "la voz de Dios", y lo que los psiquiatras llaman una experiencia primaria, que "al principio no entendi¨®", pero que con el tiempo fue aclar¨¢ndose. "Dios me dijo que las prostitutas eran la escoria de la tierra y que hab¨ªa que acabar con ellas", confes¨® Sutcliffe, no a la polic¨ªa, sino a los psiquiatras. El destripador ha se?alado que no mataba por placer ni odiaba a las prostitutas, aunque sus dos primeros cr¨ªmenes fueron cometidos antes de saber de esa "misi¨®n divina". Tambi¨¦n ha hablado de sus relaciones con Sonia (su mujer), de sus celos y de c¨®mo, tras una disputa, se fue en busca de una prostituta, que le enga?¨®.
Seg¨²n Hugo Milne, uno de los psiquiatras que han estado prestando declaraci¨®n como testigos, Sutcliffe tiene un coeficiente de inteligencia superior al normal, es astuto, inteligente y articulado, y, aunque parece que ha sufrido de esquizofrenia paranoica durante m¨¢s de catorce a?os, mostrando diecinueve de los s¨ªntomas de esta enfermedad, podr¨ªa estar mintiendo. Algo similar declar¨® el doctor Malcom MacCulloch, que afirm¨® que Sutcliffe cre¨ªa poder leer el pensamiento de sus v¨ªctimas.
El fiscal general, Michael Havers, intent¨® deshacer el argumento de la defensa, pues seis de las trece v¨ªctimas no eran prostitutas. "No", replic¨® el destripador, "sab¨ªa cuando lo hice que cada una de ellas era una prostituta". Tambi¨¦n levant¨® sospechas en el fiscal general el hecho de que Sonia padeciera de esquizofrenia desde 1972, creyendo ser el segundo Cristo.
?No habr¨ªa podido Sutcliffe inspirarse en los s¨ªntomas de su mujer? Los psiquiatras no est¨¢n de acuerdo sobre este tema.
Las prostitutas organizadas en el Colectivo Ingl¨¦s fueron las protagonistas de una peque?a manifestaci¨®n la semana anterior, quej¨¢ndose de que tanto la polic¨ªa, la prensa y el fiscal, Michael Havers, parec¨ªan marcar una diferencia entre las mujeres que hacen de su cuerpo un comercio y las otras. Parece como si las muertes de prostitutas conmovieran menos que las de inocentes.
Sutcliffe terminar¨¢ su vida entre rejas
"Peter William Sutcliffe, culpable de asesinatos. Trece veces, trece muertes", dijo el portavoz del jurado al emitir el veredicto el 22 de mayo de 1981. "Sus asesinatos fueron de un tipo, sumamente cobarde", explic¨® el juez, "pues en cada uno de ellos atac¨® por detr¨¢s a una mujer con un martillo. Es dif¨ªcil, en mi opini¨®n, encontrar las palabras para describir la naturaleza brutal del caso", prosigui¨® el juez Boreham, y a?adi¨® que "el destripador hab¨ªa inducido al terror a toda una poblaci¨®n". Sutcliffe se march¨® entonces de su banquillo de acusado y, a¨²n aturdido, comenz¨® a bajar pesadamente las escaleras que llevaban a su celda, escoltado por seis polic¨ªas.
Sutcliffe pas¨® tres d¨¦cadas recluido en una unidad psiqui¨¢trica brit¨¢nica por los 13 asesinatos a los que fue condenado y "terminar¨¢ su vidas tras las rejas", seg¨²n dictamin¨® la Alta Corte de Londres en julio de 2010.
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