Reconversi¨®n industrial: reflexiones y propuestas
La aprobaci¨®n por el Gobierno del proyecto de decreto-ley sobre reconversi¨®n industrial no ser¨¢, si se produce, un episodio m¨¢s en la pol¨ªtica industrial espa?ola, sino que expresa toda una filosof¨ªa de intervenci¨®n, de relaci¨®n sector p¨²blico-sector privado y de asignaci¨®n de recursos p¨²blicos. Por ende, tiene virtualidad para conformar o malformar en medida importante la estructura industrial de nuestro pa¨ªs. La medida ser¨ªa a un tiempo tard¨ªa y precoz: llega con demora, pero no viene precedida de una pol¨ªtica de la que sea instrumento. Intentemos algunas reflexiones y propuestas:1. La instrumentaci¨®n de un conjunto de acciones de pol¨ªtica industrial requiere la existencia previa de un horizonte industrial que se pretenda alcanzar, es decir, una definici¨®n prospectiva de cu¨¢l es la estructura industrial deseable y alcanzable en Espa?a al t¨¦rmino del proceso reconversor. S¨®lo en funci¨®n de ese horizonte pueden establecerse calendarios, prioridades y tipolog¨ªa de acciones. Ese mapa industria futuro deber¨ªa atender a dos criterios generales:
a) Criterio de competitividad internacional. Son sectores con derecho propio a instalarse en el futuro industrial de Espa?a y, en consecuencia, a ser transitoriamente receptores de ayudas p¨²blicas para la reconversi¨®n, aquellos que al t¨¦rmino del proceso puedan afrontar una situaci¨®n de mercado abierto.
b) Criterio de ventajas relativas. Una correcta asignaci¨®n de recursos obliga a operar sobre las ventajas relativas existentes o f¨¢cilmente creables, lo que a su vez significa que no existe una categor¨ªa universal de ?sectores de futuro?. Habr¨¢ que distinguir, por tanto, entre lo que son los sectores que en la estructura industrial mundial tendr¨¢n un auge f¨¢cilmente predecible y los que, en funci¨®n de las ventajas relativas de nuestro pa¨ªs, pueden crecer, en la medida en que puedan competir. Los primeros y los segundos no tienen por qu¨¦ coincidir y probablemente no coinciden, sencillamente porque en los sectores ?punta? a nivel mundial no disponemos de ventajas relativas, y remontar las desventajas ser¨ªa, sin duda, un esfuerzo desproporcionado, incompatible con un criterio de coste de oportunidad de las inversiones.
A partir de esos criterios pueden admitirse desviaciones, por necesaria aplicaci¨®n de otros factores sociales o pol¨ªticos. Pero el eje o referencia ser¨¢ la consecuci¨®n de la competitividad en r¨¦gimen de mercado abierto operando sobre nuestros sectores de futuro, que son aquellos en que disfrutamos de ventajas reales o potenciales.
Pol¨ªtica de costes
2. Ahora bien, las ventajas relativas no son un dato, sino que su disposici¨®n est¨¢ sometida a un conjunto de variables cambiantes. Por ejemplo, la variable coste salarial nos ha desalojado en buena medida de la competitividad internacional en algunos sectores, pero la pregunta que debe hacerse es si se trata de un hecho irreversible o, si por el contrario, es posible reconstruir antiguas posiciones. Con un mill¨®n y medio o dos millones de parados, ?llegar¨¢ a considerarse justificada una pol¨ªtica de costes de ?parada y marcha atr¨¢s?, para recuperar posiciones internacionales en determinados sectores o habr¨¢ todav¨ªa quien crea que es mejor apuntalarlos peri¨®dicamente con ingentes dotaciones de recursos p¨²blicos? En cualquier caso, lo que quiere significarse es que la determinaci¨®n de las ventajas relativas est¨¢ sometida a variables externas a la propia pol¨ªtica industrial. En efecto:
a) El concierto de un gran pacto social que pivotase sobre el cambio de bienestar-salario por bienestar-servicios, bienestar- empleo y bienestar- participaci¨®n, modificar¨ªa, sin duda, el marco general de las ventajas relativas.
b) El concierto, en el interior de ese marco o sin ¨¦l, de acuerdos similares en determinados sectores en situaci¨®n cr¨ªtica, podr¨ªa rehabilitar en ellos ventajas relativas que hoy no existen y convertirlos en sectores con derecho al futuro.
3.Lo hasta aqu¨ª expuesto prefigura un desenlace: si se reputa una insensatez crear los instrumentos de actuaci¨®n industrial sin tener previamente definido, m¨ªnimamente al menos, el horizonte o mapa futuro industrial, y si el grado de futuribilidad de los sectores depende, en buena medida, de variables sociales, parece obvio que comenzar por el principio exige crear el ¨®rgano o instancia que defina el mapa. Su dise?o podr¨ªa ser el siguiente:
a) Una comisi¨®n tripartita permanente (Administraci¨®n, patronales, sindicatos) que formulara propuestas a partir de la informaci¨®n suministrada por una c¨²pula t¨¦cnica dotada de las m¨¢ximas garant¨ªas de independencia.
b) Las propuestas de viabilidad sectorial integrar¨ªan tanto los factores propiamente t¨¦cnicos (ventajas relativas ?dadas?) como los factores ?sociales? (ventajas relativas ?recuperables?).
e) Las propuestas comprender¨ªan el listado de los sectores cuya reestructuraci¨®n debe producirse y ser apoyada con recursos p¨²blicos, el calendario y prioridades, la tipolog¨ªa recomendada de las acciones, etc¨¦tera.
d) En el marco de esas propuestas se negociar¨ªan tripartitamente, a otro nivel y por otros interlocutores, las distintas reconversiones sectoriales.
C¨®mo hacerlo
4. La experiencia adquirida, con todo, obliga a importantes rectificaciones de m¨¦todo en relaci¨®n con el ?c¨®mo hacerlo? de las reconversiones sectoriales.
El criterio sectorial, como marco de actuaci¨®n, no puede desconocer que hay empresas que pueden competir con ligeros apoyos y empresas pr¨¢cticamente desahuciadas. Generalizar las ayudas es hacer una mala asignaci¨®n de recursos p¨²blicos, premiar la incompetencia (lo que es tanto como favorecerla) y discriminar al eficiente. Un ejemplo de este error: el reparto de producciones, entre las distintas unidades productivas del sector de peque?os y medianos astilleros, teniendo en cuenta sus capacidades, sin utilizar como factor corrector la modernidad de las instalaciones, capacitaci¨®n de sus recursos humanos, situaci¨®n financiera, etc¨¦tera.
De ah¨ª que el criterio sectorial ¨²nicamente servir¨¢ si se introducen en ¨¦l las siguientes correcciones:
a) Los planes sectoriales deber¨¢n pivotar sobre las empresas m¨¢s rentables y competitivas, con un tratamiento subordinado yrilo en pie de igualdad para las restantes (el ejemplo de Ensidesa, dentro del sector sider¨²rgico, deber¨ªa ser especialmente notorio).
b) Cualesquiera medidas o acciones de ordenaci¨®n del sector (reparto de mercados, tipos de productos o producciones, apoyos p¨²blicos de la clase que sean) deber¨¢n tener en cuenta la distinta situaci¨®n de las empresas, abandonando criterios de igualaci¨®n forzada, y habr¨¢n de dejar margen para la competencia.
5. ?Qu¨¦ instrumentos o acciones de apoyo p¨²blico deben articularse, y con qu¨¦ contrapartidas? He ah¨ª la pregunta clave en el terreno operativo.
En el fondo, todas las acciones significan lo mismo: una prima p¨²blica con cargo al presupuesto, sea porque se aporta menos al Tesoro (desgravaciones), sea porque se recibe dinero fresco del Tesoro (subsidios), sea porque se recibe dinero en pr¨¦stamo por debajo de los tipos de mercado, que el Tesoro de una u otra forma habr¨¢ de compensar a la entidad crediticia oficial (acceso preferente, en prelaci¨®n y condiciones, al cr¨¦dito oficial).
Una moral econ¨®mica sana, desde un punto de vista empresarial, y de relaciones entre el sector privado y el p¨²blico, obliga a partir de dos criterios:
a) M¨¢xima transparencia de los apoyos p¨²blicos, que exige una perfecta cuantificaci¨®n y justificaci¨®n de ¨¦stos.
b) M¨¢ximo control del destino de esos recursos p¨²blicos, que, si se producen desviaciones de los objetivos que los justifican, dar¨¢n lugar a un supuesto de malversaci¨®n.
c) M¨¢xima concreci¨®n y efectividad de las contrapartidas para el inter¨¦s general que justifican el apoyo del Tesoro p¨²blico.
Sin horizonte industrial
6. ?Responde la pol¨ªtica industrial que trata de poner en marcha el Gobierno a los criterios expuestos? Obvio es que no, y de ah¨ª derivan los puntos de cr¨ªtica con que se quiere finalizar este art¨ªculo:
a) No dispone de un horizonte industrial a cuyo alcanzamiento se ajusten calendarios, prioridades y m¨¦todos operativos, o al menos ese horizonte no se ha dado a conocer.
b) Parece operar desde criterios tecnocr¨¢ticos, desconociendo que la variable decisiva ser¨¢ la capacidad de aporte de sacrificio de los trabajadores y los empresarios en los procesos de reestructuraci¨®n, lo que obliga a dar un papel protagonista a las organizaciones que los representan en el dise?o del mapa industrial futuro.
c) Aplica un sectorialismo simplista, esquem¨¢tico y homogeneizador, igualando a la baja y aniquilando el poco dinamismo que a¨²n quede en nuestra econom¨ªa.
d) Opta por una mara?a de instrumentos de apoyo con recursos p¨²blicos complicada, opaca y de dif¨ªcil control (desgravaciones m¨²ltiples, cr¨¦dito preferente, subvenciones, etc¨¦tera).
La reconversi¨®n industrial llega a Espa?a con cinco a?os de retraso. ?No ser¨¢ preferible archivar el proyecto de decreto-ley e invertir dos o tres meses m¨¢s en crear un dispositivo org¨¢nico e instrumental que funcione, es decir, que dentro de diez a?os podamos decir que ha funcionado?
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