Soriano vendi¨® Fidecaya despues de su intento de fusionarla con Promobanc
Miguel Soriano Carrasco, accionista mayoritario de Fidecaya de 1968 a 1971, y, nuevamente, de diciembre de 1978 a mayo pasado, endos¨® la empresa ahora en liquidaci¨®n a su actual propietario, Edmundo Alfaro Vill¨¦n, despu¨¦s de reiterados intentos de vincular a Fidecaya con Promobanc, para hacer un gran grupo financiero Seg¨²n los ¨²ltimos datos desvelados en este caso, el Banco de Espa?a, que tuvo el control de los consejos de administraci¨®n de ambas entidades entre julio de 1980 y mayo de 1981, fren¨® las aspiraciones de Soriano, pero sus deseos de salvar Promobanc le llevaron a permitir el cumplimiento del acuerdo Soriano-Alfaro, en virtud M cual ¨¦ste compraba Fidecaya al precio simb¨®lico de una peseta y se hac¨ªa cargo de las deudas que Soriano ten¨ªa con ambas empresas, superiores a los mil millones.
La vinculaci¨®n entre Fidecaya y Promobanc trasciende en febrero de 1980, dos meses despu¨¦s del segundo desembarco en Fidecaya de Miguel Soriano, quien la primera vez sucedi¨® en el control de la entidad al hombre que la hab¨ªa pose¨ªdo de 1960 a 1,968, Julio Mu?oz Ramonet. Para hacerse con Promobanc, despu¨¦s de comprar el 99,57% de Fidecaya (el resto estaba y est¨¢ en manos de los empleados), Soriano realiza un cruce. A cambio del 28,56% del capital de Fidecaya, que cede a dos filiales al ciento por ciento de Promobane (Edinvasa e Induvasa), consigue gran parte de la autocartera del banco, lo que, con alguna compra m¨¢s, le da un 40% de las acciones y el dominio del mismo.Miguel Soriano, empresario afincado en Albacete, estuvo as¨ª a punto de conseguir sus aspiraciones: unir dos empresas con posibilidad de captar ahorro y fuertes inversiones, especialmente inmobiliarias. La red de Fidecaya contaba con 5.400 delegados y 340 oficinas, lo que le hab¨ªa permitido captar ahorros por valor de 16.000 millones de pesetas. Promobanc (Banco de Promoci¨®n de Negocios) ten¨ªa diecisiete sucursales, unos 6.000 millones de pesetas en cuentas acreedoras y tambi¨¦n amplios intereses en el sector inmobiliario, entre ellos los mejores solares de Valencia. Todo ello con no muchos empleados fijos: pocos en Fidecaya (570) y algunos m¨¢s relativamente en Promobane (250).
Las dos crisis
Pero la crisis que afectaba a gran parte de las ventas del sector inmobiliario, as¨ª como la mayor dificultad de los negocios f¨¢ciles, frustraron las aspiraciones de Soriano. No hac¨ªan falta muchos datos concretos para intuir por aquel entonces que las dos empresas tendr¨ªan dificultades.Por una parte, el pasado de Fidecava, y sobre todo el m¨¢s reciente, hab¨ªa sido complicado. Desde 1952, en que fue fundada con ciertos privilegios y cinco millones de pesetas, por la familia Caparr¨®s S¨¢nchez como accionista mayoritario, tuvo una docena de cambios sustanciales y sufri¨® dos intervenciones e inspecciones de la Direcci¨®n General de Seguros en el accionariado. La consecuencia era que, a pesar del exiguo coste de sus recursos, procedentes de ahorradores modestos, los negocios de la empresa, y sobre todo los inmobiliarios, hab¨ªan sido mal llevados.
De otro lado, Promobane hab¨ªa nacido en a?os dif¨ªciles. La competencia para una entidad con diecisiete sucursales era dura. Y los negocios que financiaba, si bien lo eran con altos intereses, no sal¨ªan ya bien y, por tanto, no pagaban.
As¨ª las cosas, cuando Soriano propuso en varias ocasiones fusionar las dos empresas, argumentando innumerables ventajas sin concretar en la operaci¨®n, el Banco de Espa?a, seg¨²n noticias recogidas por EL PA?S en medios financieros, entendi¨® que ambas estaban muy apuradas, y que cada una deb¨ªa ser salvada por separado.
El 28 de marzo de 1980, mes y medio despu¨¦s de una inspecci¨®n en Fidecaya sobre el ejercicio 1978, la Direcci¨®n General de Seguros concedi¨® un plazo para rehabilitar y sanear la situaci¨®n de la entidad de ahorro particular o proceder a su disoluci¨®n. Sin embargo, el 17 de julio acept¨® la propuesta de Soriano, que consist¨ªa en aportar bienes como capital por valor de mil millones de pesetas, operaci¨®n que fue formulada a la semana siguiente. Casi un a?o despu¨¦s se descubri¨® que los bienes aportados para cubrir la ampliaci¨®n de mil millones val¨ªan solamente 189.
El descubrimiento fue fruto del trabajo de un Consejo de Administraci¨®n controlado por el Banco de Espa?a, que a finales de julio de 1980 toma las riendas de Promobanc e, indirectamente, de Fidecaya. En primer lugar, despu¨¦s de una breve intervenci¨®n del banco valenciano, nombra para el mismo, acogi¨¦ndose al decreto-ley de marzo de 1978, a tres hombres: Alvaro Mu?oz, como presidente; Ram¨®n Izquierdo y Francisco Monforte.
D¨ªas m¨¢s tarde, la Direcci¨®n General de Seguros y el Banco de Espa?a sugieren un Consejo para Fidecaya, integrado por Antonio Masa Godoy, como presidente, Alvaro Mu?oz y Ruiz de Alda (ambos por el banco emisor) y Evelio Verdera, catedr¨¢tico de Derecho Mercantil. No obstante, hacia finales de a?o, Soriano se queja de la actitud dura del Consejo e influye en el mismo a trav¨¦s de Jes¨²s Santos Rein y Santiago Estrada.
El Consejo de Promobanc encarga una auditor¨ªa a Price Whitehouse, y el de Fidecaya a Espacontrol. Esta ¨²ltima ten¨ªa la finalidad de clarificar la situaci¨®n consolidada de Fidecaya y su grupo de empresas participadas (treinta inmobiliarias y diez financieras), valorar los bienes aportados por Soriano y diagnosticar la viabilidad de la empresa. La auditor¨ªa revela tambi¨¦n que el d¨¦ficit consolidado a 30 de junio era de 4.056 millones, pero terminar¨ªa el a?o en 5.309. Los mil millones de Soriano eran una finca no urbanizada en la costa Norte de Almer¨ªa (El Playazo), otra en Almer¨ªa capital y un solar en el barrio madrile?o de Moratalaz; todo ello valorado en 183 millones por la firma especializada Richar Ellis.
Paralelamente, la auditoria en Promobanc revela que las deudas de Soriano con esta entidad ascend¨ªan, con principal e intereses, a unos 1.200 millones de pesetas. Su cobro era b¨¢sico como primer paso para conseguir el saneamiento del banco. Pero, si bien la mayor¨ªa eran cr¨¦ditos sin p¨®liza o hechos en p¨®liza sin intervenir, es decir, sin fuerza ejecutiva, Soriano hab¨ªa pignorado acciones en las arcas del Banco de Espa?a, donde se hizo valer la situaci¨®n de prenda. As¨ª, en marzo de 1981 fue f¨¢cil reducir el capital de Promobanc en un 50% (de 1.400 a 700 millones) con el fin de asumir p¨¦rdidas, para luego ampliarlo de nuevo en la proporci¨®n de 1 a 2, lo que dio entrada y mayor¨ªa al Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos, formado a medias por el Banco de Espa?a y la Banca Privada. De esta forma se obvi¨® la convocatoria de Junta General de Accionistas, que podr¨ªa haber sido instrumentada por Soriano, a la vista de que el resto del capital, salvo una peque?a parte de la Caja de Ahorros de Valencia, estaba muy repartido entre dos mil accionistas.
Embargo "secreto"
Con la entrada del FGD, el Banco de Espa?a no consider¨® necesario cambiar el Consejo de Promobanc, cuyos gestores no tardaron en ejecutar los ¨²nicos cincuenta millones de deudas de Soriano que eran ejecutables. El embargo, que fue admitido por el juzgado de Albacete, inclu¨ªa tanto las fincas de Almer¨ªa aportadas por Soriano al capital de Fidecaya como todas sus acciones en la empresa.En este contexto, en marzo de 1981, el Consejo de Fidecaya dio por terminada su labor y expres¨® su voluntad de cesar, despu¨¦s de requerir a Soriano para que cubriera realmente la ampliaci¨®n de capital, y la empresa restableciera su equilibrio patrimonial. La Administraci¨®n estudi¨® diversas salidas para Fidecaya, en especial su venta a entidades financieras solventes, pero ninguna la quiso. Una de las soluciones m¨¢s estudiadas, la propiciada por el presidente, Antonio Masa Godoy, presidente a su vez de la Caja Rural de Badajoz y de la compa?¨ªa de seguros H¨¦rcules Hispano, fue la venta a las Cajas Rurales, pero tampoco las entidades consultadas aceptaron la oferta.
En ese momento es cuando aparece Vicente Edmundo Alfaro Vill¨¦n. El 27 de abril, Soriano vendi¨® en documento privado el paquete que ten¨ªa en Fidecaya a Edmundo Alfaro, al precio de una peseta y con el compromiso de que Alfaro se har¨ªa cargo de las deudas del primero. La transacci¨®n se formaliza el 8 de mayo, con la condici¨®n de que en diez d¨ªas Alfaro comprar¨ªa la participaci¨®n de Promobanc en Fidecaya para hacerse con todo el capital de ¨¦sta. Al aparecer Alfaro, dimiten los representantes de Promobanc en Fidecaya, pero el Consejo del banco, ante la oferta de compra de Alfaro, acuerda remitir al Banco de Espa?a los contratos antes de su firma.
Aunque por las cautelas de Promobanc y el Banco de Espa?a no se cumple el plazo de diez d¨ªas, con objeto de salvar los intereses de Promobanc, la operaci¨®n se formaliz¨® el 15 de julio. Soriano hab¨ªa liberado as¨ª a Alfaro de responsabilidades patrimoniales.
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