Problemas de tr¨¢fico
El Consejo Supremo de Justicia Militar, constituido en Tribunal, acord¨® ayer desestimar la pr¨¢ctica de un careo entre el general Armada y el coronel Iba?ez Ingl¨¦s, solicitado por el defensor de ¨¦ste, Salvador Escandell, en la decimosexta sesi¨®n de la vista del juicio que se sigue contra los 33 procesados por el intento de golpe de Estado del 23 de febrero. El presidente del tribunal se hab¨ªa opuesto la semana pasada a otro careo entre Armada y Mil¨¢ns solicitado por el mismo abogado. La mayor parte de la sesi¨®n de ayer la dedicaron el fiscal y los abogados para interrogar al coronel Iba?ez Ingl¨¦s quien, entre otras cosas, manifest¨® su convicci¨®n de que fueron Armada y Mil¨¢ns quienes ordenaron a Tejero que ocupara el Congreso. Tambi¨¦n revel¨® que, d¨ªas antes del 23-F Milans le cont¨® que ya estaba preparada la reforma de la Constituci¨®n y prevista la formaci¨®n de un "gobierno mixto, presidido por un general mon¨¢rquico" y el acceso a la presidencia de la JUJEM de un general cercano al Rey. En la sesi¨®n de la tarde, se inici¨® el interrogatorio del coronel de la Guardia Civil, Miguel Manchado Garc¨ªa.
Gerardo Quintana, defensor del general Torres Rojas, cometi¨® ayer una imprudencia patri¨®tica en el interrogatorio del coronel Manchado. "?Desde cuando -pregunta- sirve usted en la Guardia Civil?". "Desde 1945" -contesta el coronel-. "?Y alguna vez le han dado una orden ilegal a la Guardia Civil?", repregunta el letrado. Advi¨¦rtase que Quintana emplea el tono de voz efectista y entusiasta de quien espera por respuesta un estent¨®reo "?Nunca!". Pero Manchado vacila y termina por responder: "Pues tengo que confesar que s¨ª..., aunque me reservo los casos". Quintana, bueno de reflejos, guillotina el silencio y plantea r¨¢pidamente otra pregunta.Pero el anterior desliz no retrata esta nueva jornada presidida por la fat¨ªga intelectual de un fiscal titubeante ante el coronel Ib¨¢?ez Ingl¨¦s -interrogatorio circunloquial; aunque vaya en descargo del ministerio p¨²blico lo correoso, memor¨ªstico y entrenado del personaje- y por los comentarios oficiosos y p¨²blicos acerca del estado de salud del teniente general Alvarez Rodr¨ªguez, que preside esta causa. Tiene problemas estomacales desde el empleo de Teniente Coronel y ya en la ma?ana de ayer se especulaba con la posibilidad de que fuera interinamente sustituido por el consejero m¨¢s antiguo, teniente general G¨®mez de Salazar (ex-gobernador general del Sahara y presidente del Consejo de Guerra que juzg¨® a los militares de la UMD), que se sienta inmediatamente a su derecha. Presumiblemente, ayer el presidente se hizo la violencia de ocupar su estrado para no dar p¨¢bulo a m¨¢s rumores: el director adjunto de Diario-16 y una redactora del mismo medio se reincorporaban a los pupitres de los periodistas. No por ello se obvi¨® alg¨²n chau-chau por cuanto el capit¨¢n Alvarez Arenas (origen del incidente con Diario) estuvo ausente de su sill¨®n de encausado durante casi toda la manana. Al parecer, su ¨ªndice de colesterol le mantuvo en manos de los servicios m¨¦dicos. Garc¨ªa Carr¨¦s, por otra parte, contin¨²a sin asistir a las ¨²ltimas sesiones. El caso es que el juicio de Campamento deviene a pasos agigantados en una suerte de ejercicio de remo en el mar de los Sargazos. El alcalde de Madrid nos ha obsequiado con banquitos para reposar los recesos y hasta para que todos se queden mirando al cielo observando una cigue?a que planea el Servicio Geogr¨¢fico ("?Buen augurio!, buen augurio!"; aquello es un mierocosmos de familiares, observadores militares, periodistas, reclutas, que hay que ver). Y a la leve solana de marzo los jur¨ªdicos o abogados que all¨ª huelgan estiman que, vueltas a echar las cuentas de los d¨ªas, el proceso se puede meter en mayo, que esto es m¨¢s lento que un desfile de cojos y que a estas alturas a¨²n no se ve la luz. Con experiencia en otros consejos de guerra un letrado militar confesaba su estupor ante lo poco avanzado en busca de la verdad. "La relator¨ªa lo va a tener muy mal -afirmaba- a la hora de redactar los hechos probados en la futura sentencia. Hasta ahora casi no hay m¨¢s hechos probados que la entrada violenta de Tejero en el Congreso. Y eso porque existe una grabaci¨®n de video". No es de extra?ar la fatiga f¨ªsica y mental que -por su preeminencia- cabe destacar en el presidente, quien en la tarde de ayer permiti¨® que el coronel Manchado nos Ilustrara sobre las inconmensurables dificultades del tr¨¢fico madrile?o (que le impidieron retirar a sus guardias civiles del Congreso) o acerca de las ¨®rdenes verbales que recibe como jefe de un parque de la Benem¨¦rita, al frente del cual ha devenido antes en un jefe de empresa que en un coronel. Por lo o¨ªdo, tambi¨¦n la empresa la llevar¨ªa deficientemente.
As¨ª, a este jefe del Ej¨¦rcito a quien un subordinado como Tejero convence para que le preste cincuenta guardias ni m¨¢s ni menos que para tomar el Congreso de los Diputados -expende guardias como quien expende tabaco- nos relata que tambi¨¦n ha tenido que obedecer otras ¨®rdenes de las que todav¨ªa est¨¢ esperando certificaci¨®n escrita. Tales como la remisi¨®n de un cuarto cocinero al ministro del Interior-, o la entrega de cincuenta mil pesetas para gasolina al director, general Aramburu, o el transporte hasta el puerto de Pasajes de un l¨ªder de UCD. "?Puede decir su nombre?", pregunta un letrado. "No -contesta Manchado-, pero s¨¦ su direcci¨®n y puedo decir que el conductor coment¨® a la vuelta que no le hab¨ªa dirigido la palabra en todo el viaje". Ciertamente que se ignora en qu¨¦ contribuye todo lo'anterior al esclarecimiento del golpe de estado de febrero. Pero fue tolerado, y all¨ª no se cort¨® la palabra.
Pero donde la declaraci¨®n de Manchado alcanz¨® cotas dignas del manifiesto de Andr¨¦ Breton o como poco de las pel¨ªculas de Jacques Tati es cuando relata su odisea desde Pr¨ªncipe de Vergara a la Cibeles. El teniente general Aramburu le llama por tel¨¦fono y le ordena presentarse inmediatamente en el hotel Palace para darle explicaciones de por qu¨¦ sus guardias han asaltado el Congreso detr¨¢s de Tejero. Manchado es el jefe natural de esos hombres y quien mejor que nadie los puede retirar del cuartelazo. Manchado confiesa que empieza por extra?arle que su Director le cite en el Palace. Sea como fuere, monta en su auto oficial y toma Pr¨ªncipe de Vergara para abajo hasta el cruce de Serrano, sigue bajando esta calle hasta la plaza de la Independencia y de ah¨ª hasta Cibeles; se pierde en la descripci¨®n de en qu¨¦ carril se hallaba su autom¨®vil y abruma con su desamparo ante las desviaciones de tr¨¢fico a que aquella tarde proced¨ªa la polic¨ªa municipal madrile?a. Va de uniforme y con las estrellas en las hombreras, y en coche negro de representaci¨®n militar. Aquella misma tarde el coronel San Mart¨ªn hizo valer su rango para cruzar tan fr¨¢giles controles.
El coronel Manchado, que. como representante de la Guardia Civil no puede desobedecer a ninguna autoridad, aunque sea municipal, regresa ante el tap¨®n de tr¨¢fico e intenta proveerse en su oficina de un lanzadestellos, sirena y uniformidad m¨¢s epatante. Y Aramburu esperando en el Palace y un golpe de estido creciendo en el tiempo sin que este coronel opte siquiera por apearse del auto y correr de Cibeles a Neptuno para cumplir sus ¨®rdenes. Cuando vuelve por la parafernalia para que su coche cruce la barrera de los mu?icipales le est¨¢ esperando un general -Fajardo- para arrestarlo.
Hemos tenido que escuchar tan largo lamento de un hombre luchando con el tr¨¢fico madrile?o y el callejero y la intolerancia de los guardias urbanos de Madrid. Al coronel Manchado le falt¨® ayer aducir en su descargo que la ORA le impidi¨® estacionar frente al Congreso. Hizo bien; nadie interrumpi¨® su turno de palabra.Igualmente depar¨® la tesis, ya expuesta en otras sesiones, de que Tejero, como disponible forzoso a las ¨®rdenes directas del director general de la Instituci¨®n, era un hombre a obedecer. Argumentaci¨®n curiosa. A Tejero no se le otorga destino precisamente por su nula fiabilidad tras la Operaci¨®n Galaxia y se le amarra a la direcci¨®n general de su Cuerpo. Y esta depedencia directa se toma posteriormente poco menos que por muestra de confianza. Manchado, a la postre, admite que es hombre que lee pocos peri¨®dicos y que de la Galaxia -"desgraciadamente"- solo tuvo noticia y an¨¢lisis por Televisi¨®n Espa?ola. La calidad informativa de Prado del Rey puede as¨ª acabar acudiendo en socorro judicial de un militar espa?ol acusado de rebeli¨®n. En la sesi¨®n matinal el coronel Ib¨¢?ez Ingl¨¦s prosigui¨® anonadando a la Sala. Grueso, torp¨®n de movimientos, bigotito a?os cuarenta, alberga tras su frente uno de los cocientes intelectuales m¨¢s altos de entre los justiciables. Es una m¨¢quina de declarar: r¨¢pido, seguro, verborreico, proteico, eyector cont¨ªnuo de datos, fechas, numeraci¨®n de follos, recuerdos, ubicaci¨®n fisica de tel¨¦fonos, otorgaci¨®n de tratamientos... Imp¨®luto hombre de Estado Mayor. Pero hay una ense?anza para estos hombres de la ¨¦lite militar; una ense?anza elemental: cuando no se quiere revelar algo hay que aislarlo en la mente y, a co?tinuaci¨®n, hablar incontinentemente de todo lo dem¨¢s; as¨ª, cuanto m¨¢s se habla menos se dice. T¨¦cnica elemental de contrainterrogatorios ense?ada en las escuelas de colaboraci¨®n castrense de la Zona del Canal.
Era inevltable pensarlo cuando Hermosilla (defensor de Armada) procuraba recordarle que en sus primeros 36 p¨¢rrafos de declaraci¨®n ante el plenario no aludi¨® para nada al almuerzo en la Capitan¨ªa General de Valencia entre Mil¨¢ns y Armada, as¨ª como otras omisiones que el coronel desde?a h¨¢bilmente como materias no preguntadas en la instrucci¨®n del sumario. Su obediencia a Mil¨¢ns s¨ª que parece ciega ("Cuando hace cuarenta a?os entr¨¦ en el zagu¨¢n de la Academia de Zaragoza le¨ª una estela que rezaba: Aqu¨ª la principal haza?a es obedecer"). Hombre imbuido de leyes y reglamentos admite no haber consultado la Constituci¨®n a la hora de redactar el batido de Valeticia y si la ley de Orden P¨²blico de 1959. Las consideraciones pol¨ªticas las desde?a con desprecio de Arist¨®teles: "Yo soy militar y no animal pol¨ªtico". Villalonga, defensor del comandante Cortina, le replicar¨ªa: "Usted es un zoom politik¨®n de primera categor¨ªa". En otro momento del interrogatorio Ib¨¢?ez Ingl¨¦s pretendi¨® replicar a Villalonga con el argumento de que ¨¦ste, por civil, no pod¨ªa entender cabalmente el concepto que del honor y la lealtad se imparte en una escuela de Estado Mayor. El defensor del comandante Cortina no dudo en advertirle que en las universidades civiles se ense?aba tanto honor y tanta lealtad como en los cursos para la faja azul del Estado Mayor. Terminado el interrogatorio del militar que no quiere ser animal pol¨ªtico, nuevamente Escandell (defensa de Mil¨¢ns) solicit¨® careo entre el declarante y el general Armada. Prueba denegada.
Lo dem¨¢s es una receta conocida: grandes d¨®sis de obediencia al Rey, un pellizco de agravio comparativo por los tenientes de la Guardia Civil procesados -van a tener raz¨®n algunas defensas, falta por procesar a los tenientes de la Acorazada-, y todo salpicado de referencias negativas al personal pol¨ªtico circundante. Plato indigesto que se sirve a diario en Campamento.
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