'Falemos galego', los bables y el cal¨®
El caso gallego es extra?o. Deber¨ªa ser la regi¨®n o nacionalidad que conservase m¨¢s puro y n¨ªtido su idioma -un idioma que por la acci¨®n de, imperio colonial portugu¨¦s se extiende por todo el orbe, ya que el portugu¨¦s es un dialecto del gallego- y, sin embargo, no ha sido as¨ª. El gallego se encuentra hoy fuertemente castellanizado. Y aun en zonas rurales se habla un gallego bastante podrido o moteado de palabras y giros castellanos.
Las burgues¨ªas gallegas -que no son tales, sino en su pervivencia de la figura del cacique-, al igual que las de Euskadi y a diferencia de la burgues¨ªa nacionalista catalana, se incl¨ªnaron de antiguo por el castellano, teniendo como cosa de baja condici¨®n social expresarse en su idioma materno, si bien una intelectualidad tan notor¨ªa como notable (de Castelao a Rosal¨ªa, pasando por Curros Enr¨ªquez) fueron paladines de un galleguismo que utiliz¨® el bello idioma galaleo como la principal bandera de la cultura y reivindicaci¨®n de su mismidad.El gallego, idioma anterior al castellano, no fue nunca tan reprimido por las instancias oficiales como el catal¨¢n o el vasco. Eso es lo cierto. En nuestros d¨ªas, con el r¨¦gimen auton¨®mico gallego ya en pleno vigor, ser¨ªa de esperar una notoria recuperaci¨®n del idioma propio aun en los medios ciudadanos, ya que ahora la moda se ha invertido y hasta los pol¨ªticos burgueses y viejos colaboradores directos de Franco (de Fraga a Meil¨¢n Gil, pasando por los Rosones) tienen a gala dirigirse a sus paisanos en gallego.
"Eu s¨® galego como a ti" fue el eslogan fraguista en la ¨²ltima campa?a electoral. Mientras Jos¨¦ Luis Meil¨¢n, que colabor¨® directamente con Laureano L¨®pez Rod¨®, el hombre que repet¨ªa "descentralizaci¨®n, s¨ª; regionalismo, nunca, que es separatismo", escribe su libro Por fin unha terra nosa (aunque luego resulta que lo escrito dentro est¨¢ en castellano, y gallego s¨®lo es el t¨ªtulo).
La ense?anza del gallego en la escuela ser¨¢, por otra parte, el elemento b¨¢sico y sustancial de su recuperaci¨®n, que se completar¨ªa m¨¢s aceleradamente si coptaran con una ampl¨ªa programaci¨®n en gallego en televisi¨®n y radio.
En la actualidad, el gallego rebasa los l¨ªmites de sus fronteras con Asturias y Le¨®n. Se introduce en el Principado por su parte occidental y lo hace en Le¨®n por la extensa comarca de El Bierzo, que un d¨ªa lejano fuera provincia independiente. Y aunque la copla popular diga "No me llames gallega, / que soy berciana, / cuatro leguas p'arriba de Ponferrada", lo cierto es que m¨¢s tiene de gallega la comarca que de leonesa. Igual acontece en la mis¨¦rr¨ªma comarca montuosa de Los Ancares, la tierra de las viviendas circulares con techo de paga -las pallozas- que se asientan tanto en Lugo como en Le¨®n.
Los bables
Normalmente, cuando el com¨²n ciudadano lee o escucha la palabra "bable" lo identifica con el idioma que en su d¨ªa se habl¨® en las Asturias. Y es cierto, pero el bable pas¨® en los tiempos de la Reconquista a tierras del Reino de Le¨®n, llegando en formas dialectales a tierras extreme?as de C¨¢ceres y, aunque anterior al castellano, fue luego absorbido en gran parte por la lengua de Castilla la Vieja.
El bable astur, en nuestros d¨ªas, la verdad es que es hablado por muy pocas personas, pese a los esfuerzos de algunas minor¨ªas integrantes del Conceyu Bable, que hasta ha editado un Diccionariu manual bable-castellan, de la doctora Josefina Mart¨ªnez Alvarez.
?Que ye la llingua asturiana? Pues hoy poco m¨¢s que una reliquia hist¨®rica, pese a que algunos -muy pocos- pretendan que se estudie en la escuela y hacer de Asturias una comunidad biling¨¹e. Lo cierto es que lo que resta del bable hay que buscarlo en apartados pueblines rurales o marineros y algo m¨¢s en el habla de los vaqueiros de alzada.
Lo que s¨ª quedan son expresiones peculiares, intercalaci¨®n de algunas palabras o arca¨ªsmos y hasta diferencias en la construcci¨®n de las frases, am¨¦n de una fon¨ªa, de una m¨²sica en el habla. De manera m¨¢s dulcif¨ªcada, el bable oriental se adentra por tierras c¨¢ntabras -que antes eran llamadas las Asturias de Santillana- hasta cerca de la propia Santander capital, y su influjo es notorio sobre todo en los valles de Ll¨¦bana y Cabu¨¦rniga.
La mayor diferencia estriba en la utilizaci¨®n de los diminutivos: en Asturias acaban en ino-ina, y en Cantabria, en uco-uca.
Am¨¦n de palabras y expresiones sueltas, la diferencia con el castellano en la actualidad estriba en la distinta forma de pronunciar algunas letras: por ejemplo, no hay sonido de la v, sino tan s¨®lo de la b; la h se hace j y ¨¦sta se suele cambiar por una especie de x.
Los vaqueiros
Como los vaqueiros de alzada astur-leoneses fueron durante siglos una especie de "raza maldita" (al igual que los agotes navarros, los pasiegos santanderinos, los chuetas mallorquines y los maragatos zamoranos), muchos llegaron a decir que su habla no era el bable, sino otra muy distinta.
Lo cierto -seg¨²n se ha probado hasta la saciedad- es que los vaqueiros hablaban bable, si bien su aislamiento multisecular y su tipo de vida trashumante subiendo y bajando a las bra?as para que el ganado paste le confer¨ªan al lenguaje -y aun esto perdura hoy- modismos espec¨ªficos y, sobre todo, el habla vaqueira posee diptongos decrecientes ei, ou (keisu, cousa), utiliza mucho el sufijo oiru, y en cuanto a las consonantes emplea mucho el fonema ts; tambi¨¦n acaban los infinitivos en e (cantare, cantar; beitsare, bailar). En resumen, s¨ª se puede hablar de un d¨ªa.lecto vaqueiro.
De Sanabria a la Maragater¨ªa
Por tierras leonesas ya hemos visto el influjo del gallego en Ell Bierzo, algo m¨¢s al sur por donde Zamora linda con las monta?as de Orense, la comarca sanabresa donde se ubica el lago de Sanabria, donde hace a?os se derrurrib¨® la presa de Ribadelago matando a tanta gente, se habla un dialecto, el sanabr¨¦s, que todav¨ªa conserva su pureza en el pueblo de San Cipri¨¢n.
M¨¢s inter¨¦s acaso tenga otro dialecto bable, el maragato, en muchas formas parecido al habla vaqueira y que, como aqu¨¦lla, contiene gran cantidad de arabismos (por otra parte comunes tambi¨¦n al habla castellana). Los maragatos tambi¨¦n utilizan los infinitivos terminados en e y asimismo, aunque es menos frecuente en i (colgari, por colgar; salari, por salir, etc¨¦tera).
M¨¢s perdidos, pero a¨²n con expresiones propias que el viajero curioso o m¨ªnimamente atento no dejar¨¢ de observar, est¨¢n los dialectos de las tierras zamoranas de El Aliste y El Sayago, as¨ª como del campo charro salmantino.
El extreme?o est¨¢ claramente influido por el castellano-leon¨¦s en C¨¢ceres y por el andaluz en Badajoz. Y as¨ª podemos encontrar unas formas especiales de hablar en lo que el poeta Gabriel y Gal¨¢n llam¨® la tierra del "Cristu benditu". "Porque semos ansina, semos pardos...", que cantara el tambi¨¦n poeta extreme?o Luis Chamizo. Las terminaciones en u en vez de en o son muy utilizadas en tierras cacere?as, al igual que en Asturias y Cantabria.
Los dialectos andaluces
Qu¨¦ duda cabe que los andaluces hablan el castellano, pero las variedades fon¨¦ticas son muy importantes de una provincia a otra. Poco tiene que ver el almeriense con el "ronqu¨ªo" jiennense o el sevillano con el onubense. L¨¦xica o sint¨¢cticamente no existe un andaluz (como no sea la jerga del peor "folklorismo" que utilizaban los hermanos Alvarez Quintero para "escribir en andaluz") o el c¨¦lebre letrero que apareci¨® en una calle de Sevilla que rezaba as¨ª: "Ay c¨¢ p'ancal¨¢" ("Hay cal para encalar").
Podr¨ªamos incluir aqu¨ª el cal¨®, el idioma de los gitanos que todav¨ªa conserva su fuerza en Andaluc¨ªa, aunque los gitanos, por su vida trashumante, est¨¦n en todas partes, si bien los gitanos "estantes" o sedentarios y otros muchos se ubiquen en esta zona de Espa?a. Hoy, el cal¨® ha degenerado mucho, castellaniz¨¢ndose, pero sigue siendo un dialecto importante que encontr¨® su culminaci¨®n en la ¨¦poca de m¨¢s persecuci¨®n contra la raza gitana, entre los siglos XVI y XVIII.
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