Unidad de izquierdas para el Gobierno
"El PSOE", dice el autor, "al tratar de presentarse como una alternativa aut¨®noma y pretender gobernar en solitario tras su posible victoria en las elecciones andaluzas, puede frustrar el proyecto de un aut¨¦ntico cambio para Andaluc¨ªa. Cambio que podr¨ªa llevarse a cabo", afirma, "si el primer Gobierno andaluz estuviera integrado por socialistas y comunistas."
Lo que a primera vista destaca en la campa?a electoral andaluza es la sensibilidad pol¨ªtica a flor de piel de los ciudadanos y su sentido de la movilizaci¨®n y la unidad. Precisamente esta es la imagen que mejor retrata aquella fecha inolvidable, impagable, del 28 de febrero de 1980. El pueblo andaluz, que de todas formas ya lo ten¨ªa claro, termin¨® de comprender sobre los hechos la capacidad de movilizaci¨®n y transfomaci¨®n de la unidad; el pueblo andaluz, desde entonces, d¨ªa a d¨ªa, viene demostrando que ha comprendido que la ¨²nica esperanza de cara a un futuro m¨¢s justo se basa en la organizaci¨®n de sus propias fuerzas.Es decir, sin unidad social y pol¨ªtica en torno a un programa de cambio y transformaci¨®n no hay esperanza para Andaluc¨ªa. Por eso los comunistas insistimos en ese tema y no dejamos de reiterarle al PSOE que juntos iremos m¨¢s deprisa, juntos iremos m¨¢s seguros, juntos iremos m¨¢s lejos.
El PSOE solo, por su parte, como alternativa aut¨®noma y, a la vez, intentando ocupar todo el espacio de la izquierda, no hace sino recaer a diario en uno de los errores que le han puesto plomo a las alas de la transici¨®n. Ni el PSOE en solitario podr¨ªa aplicar una pol¨ªtica de izquierda en Andaluc¨ªa ni los comunistas, desde la oposici¨®n, tendr¨ªamos a¨²n fuerzas para imponer una pol¨ªtica de cambio y, por tanto, de aplicaci¨®n rigurosa del Estatuto andaluz.
En este sentido, a la hora de hablar acerca del primer Gobierno de Andaluc¨ªa, es inevitable, si se quiere abrir de verdad la puerta del futuro, hablar de un Gobierno con mayor¨ªa de izquierda, que sea fiel reflejo de la composici¨®n del Parlamento aut¨®nomo y que, por tanto, cuente con presencia comunista.
Andaluc¨ªa, efectivamente, necesita un Gobierno mayoritario, apoyado en una amplia base parlamentaria y social, al margen, pues, de pactos circunstanciales y componendas esterilizantes.
El PSOE, si de verdad quiere aplicar una pol¨ªtica de cambio que levante Andaluc¨ªa sobre la base de sus propias riquezas y potencialidades, en el marco de un Estado solidario; no puede gobernar en minor¨ªa. Sobre todo si esta minor¨ªa es tal porque no acepta ser mayor¨ªa con los comunistas. Cuando el equipo dirigente del PSOE mantiene que va a gobernar en minor¨ªa, en realidad est¨¢ diciendo que, en la pr¨¢ctica, no le desagradar¨ªa gobernar junto a UCD o con la bendici¨®n, al menos, de los centristas.
En definitiva, un partido de izquierdas que quiera aplicar una pol¨ªtica de progreso y cambio no puede gobernar en minor¨ªa, sobre todo cuando puede conseguir una mayor¨ªa de izquierda, a menos que el PSOE intente basarse en la idea, enervante para el pueblo, de que "nada se va a poder hacer en los pr¨®ximos veinticinco a?os".
As¨ª pues, o el PSOE gobierna con el PCA o lo hace con UCD y AP, o bien, en todo caso, gobierna en solitario aplicando la pol¨ªtica del centro y la derecha.
Un nacionalismo err¨¢tico
?Y qu¨¦ pinta, entonces, en este esquema, el PSA-PA, partido del se?or Rojas Marcos? Don Alejandro dice que la unidad de la derecha suena a movimiento nacional, y la de la izquierda, a frente popular, e intenta situar a su partido, a la vez, al margen de la derecha y de la izquierda, como si esto fuese posible. En realidad, y dicho muy claramente, la misi¨®n hist¨®rica del PSA, trabajada en base a un cierto bandolerismo electoral, consiste hoy en robarle votos a la izquierda para poner despu¨¦s sus diputados a los pies de la derecha, tal como ha venido ocurriendo en el Congreso de los Diputados, donde el PSA-PA ha funcionado m¨¢s como una sucursal andaluza d¨¦ UCD que como un partido andalucista y de clase.
El PSA-PA no apoya la posibilidad de un Gobierno de izquierdas o con hegemon¨ªa de la izquierda, e incluso ha declarado que nunca votar¨¢ a un candidato de la izquierda. Por su parte, los grandes capitostes de la CEOE se han atrevido a adelantar que el PSA nunca votar¨¢ al candidato del PSOE. ?Qu¨¦ Andaluc¨ªa quiere entonces el PSA-PA? ?En qu¨¦ consiste su andalucismo? Hasta ahora el ¨²nico contenido claro que han dado es que los andaluces somos muy andaluces. Dicen tambi¨¦n defender la reforma agraria, pero, por lo visto, su programa con respecto a este tema se reduce a que su presidenciable don Luis Uru?uela, baile en la feria unas sevillanas con la duquesa de Alba, mientras los colonos, en Olivares, andan a la gresca con la casa ducal, que intenta imponer condiciones leoninas a unos colonos que cultivan sus tierras desde tiempo inmemorial a veces.
As¨ª pues, en la pr¨¢ctica, y con respecto a los contenidos pol¨ªticos, el PSA-PA est¨¢ hoy m¨¢s cerca del centro y la derecha. que de la izquierda.
La operaci¨®n gran derecha y el centralismo
Navegando en el r¨ªo revuelto de los errores, la pareja que alimenta la operaci¨®n gran derecha, Fraga-Calvo Sotelo, intenta llevarse al gato al agua o, al menos, mantener las posibilidades de su operaci¨®n. Sin embargo, la memoria de los andaluceses muy buena y su cultura pol¨ªtica tambi¨¦n.
El 28-F de 1980 los andaluces rompimos las previsiones que, con respecto a la configuraci¨®n del Estado espa?ol, hab¨ªa elaborado el centralismo y la derecha eterna. Se trataba, en principio, seg¨²n estas previsiones, de conceder la autonom¨ªa plena, exclusivamente, al Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, que, hist¨®ricamente, la hab¨ªan alcanzado ya. Ni siquiera Galicia, en iguales circunstancias, obtendr¨ªa su autonom¨ªa plena, dada la falta de pulso pol¨ªtico que el centralismo all¨ª hab¨ªa documentado. Para el resto de los pueblos de Espa?a se preve¨ªa una simple descentralizaci¨®n administrativa y, acto continuo, sobre la clave pol¨ªtica de los agravios comparativos, orquestar un enfrentamiento de todos los pueblos de Espa?a con las autonom¨ªas vasca y catalana, posibilitando as¨ª el recorte de sus estatutos y, en definitiva, acabando con el proyecto constitucional de la construcci¨®n de un Estado m¨¢s justo y solidario: el Estado de las autonom¨ªas.
En este trance del sue?o de la raz¨®n (de los centralistas), engendrando monstruos (y la LOAPA, algo despu¨¦s, ser¨¢ uno de ellos), se produce la victoria andaluza del 28-F. La conquista de la autonom¨ªa plena de los andaluces, a contracorriente y contra todo pron¨®stico (las encuestas fallaron estrepitosamente), abre una din¨¢mica de aplicaci¨®n rigurosa y urgente de la Constituci¨®n y, en concreto, del t¨ªtulo VIII, referido a las autonom¨ªas.
Pero la contraofensiva centralista y monopolista no dejaba de maquinar y trabajar. La derechizaci¨®n creciente de UCD expulsa a Su¨¢rez de su silla y, de inmediato, le abre las puertas del Congreso a Tejero y los suyos. En efecto, cuando Tejero entra en el Congreso no se trata de la simple aparici¨®n de un golpista m¨¢s o menos trasnochado, sino de alguien que personifica la contraofensiva de una derecha, m¨¢s que dura, berroque?a.
A la sombra del intento golpista, la serpiente prehist¨®rica de la LOAPA aparece con toda su intensidad castrense, logrando incluso hechizar al compa?ero Felipe Gonz¨¢lez.
Simult¨¢neamente, don Leopoldo Calvo Sotelo, desechando la pol¨ªtica de concertaci¨®n adecuada al momento y que se le hab¨ªa recomendado desde las m¨¢s altas instancias, logra embarcar al compa?ero Gonz¨¢lez en una pol¨ªtica bipersonal que, seg¨²n los indicios, se orienta por la perspectiva del bipartidismo y el reparto de los espacios electorales y pol¨ªticos.
El bipartidismo
En este sentido, los comunistas decimos tranquilamente (ojal¨¢ no tuvi¨¦ramos nunca que criticar a los compa?eros socialistas): el PSOE, analizando sus errores a lo largo de la transici¨®n, errores que le han restado espacio y capacidad de decisi¨®n a los trabajadores espa?oles, debe comprender que no es una alternativa aut¨®noma de gobierno y, mucho menos, de poder; y que, por otra parte, a pesar de las pretensiones del equipo dirigente del partido hermano, nunca, ocupar¨¢n, ellos solos, todo el espacio de la izquierda espa?ola.
Se trata de una operaci¨®n peligrosa que, por dem¨¢s, no va a tener ning¨²n ¨¦xito, tal como sentenciar¨¢n los resultados del 23 de mayo. Resultados que, creo yo, van a jubilar a Fraga y Calvo Sotelo, posibilitando en el centrismo la aparici¨®n de nuevas opciones menos reaccionarias, y resultados electorales que van a reforzar al partido que, en el interior de la izquierda m¨¢s ardorosamente defienda la unidad, ya que la unidad social y pol¨ªtica en torno a, un programa de cambio es, quiz¨¢, la ¨²ltima oportunidad de Andaluc¨ªa.
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