M¨¢s de 5.000 enfermos y unos 50.000 ni?os congreg¨® Juan Pablo II en Zaragoza
M¨¢s de 5.000 enfermos de toda Espa?a aguardaron durante horas, junto al campo de La Romareda de Zaragoza y en medio de un fuerte viento, la llegada de Juan Pablo II. El Papa, en esta ocasi¨®n despeinado, hizo su entrada en el recinto pasadas las seis y media de la tarde con retraso sobre el programa previsto y la mayor parte de los enfermos se encontraban en el luagr desde el mediod¨ªa. La imagen desoladora de sufrimiento estaba en 16 camillas con pacientes graves, desauciados, parapl¨¦jicos; en 69 sillas de ruedas, en 30 paral¨ªticos cerebrales casi 600 minusv¨¢lidos ps¨ªquicos y cientos y cientos de personas con todo tipo de deficiencias de salud.
Un ni?o de 12 a?os con una avanzada leucemia, un joven lleno de vendajes que sufri¨® un grave accidente el pasado martes, una anciana que lleva m¨¢s de nueve meses internada -"con una infecci¨®n que corre todo el cuerpo-" nos dec¨ªa, ocuparon lugares preferentes en la primera fila. Eran ejemplos de un doloroso cuadro, en el que los protagonistas (perfectamente arropados y atendidos por personal sanitario) se mostraban enormemente ilusionados por la visita del Papa. "S¨®lo quiero verle y recibir su bendici¨®n" era la respuesta, casi invariable, de los que, al menos pod¨ªan hablar. Los sordos, en n¨²mero de 800, dispon¨ªan de int¨¦rpretes para traducir las palabras de Juan Pablo II.
S¨®lo al final de su alocuci¨®n, el Pont¨ªfice se dirigi¨® a ellos de una forma especial: "Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo". terminada su homil¨ªa, les dedic¨® palabras de consuelo y baj¨® a las primeras filas a saludar a una veintena de ellos. Fue el momento en el que el auditorio respondi¨® con m¨¢s calor.
700.000 visitantes
Dentro del campo de La Romareda, la otra cara de la vida, 50.000 ni?os entre 10 y 14 a?os pudieron contemplar el recorrido del papam¨®vil y recibir la bendici¨®n del Pont¨ªfice. Apenas diez minutos en total, despu¨¦s tambi¨¦n de horas de esperas. Entre ambos escenarios, miles de aragoneses, pero tambi¨¦n catalanes, castellanos, vascos y asturianos llegados a Zaragoza en este fin de semana para ver de cerca al Pont¨ªfice de la Iglesia cat¨®lica. Se calculan en m¨¢s de 700.000 las personas que ayer se a?adieron a la poblaci¨®n habitual.Juan Pablo II bas¨® su intervenci¨®n en el elogio de la devoci¨®n mariana y en la defensa de virginidad, al calor de el Pilar como s¨ªmbolo que evoca los primeros pasos de la evangelizaci¨®n en Espa?a, como continuidad y como punto de partida.
"El hecho de que la primera gran afirmaci¨®n mariana espa?ola haya consistido en una defensa de la virginidad de Mar¨ªa, ha sido decisivo para la imagen que los espa?oles tienen de Ella, a quien llaman la "virgen", es decir, la virgen por¨¢ntonomasia", dijo.
El Pont¨ªfice dedic¨® la parte final de su alocuci¨®n al trabajo, a los dirigentes econ¨®micos y pol¨ªticos, a los informadores.
La llegada de Juan Pablo II a Zaragoza se produjo segundos antes de la seis de la tarde, con media hora de retraso.
A las puertas del recinto uiniversitario, el alcalde de Zaragoza le entreg¨® las llaves de la ciudad y le dijo en su saludo entre otras cosas: "Ni el jefe de la cristiandad, ni el hijo de la querid¨ªsima Polonia en perfecta lucha por defender su personalidad y sus libertades, se sentir¨¢ extra?o con el pueblo trabajador, progresista y pac¨ªfico que os da la bienvenida".
Despu¨¦s el Pont¨ªfice se dirigi¨® a La Romareda y pasadas las ocho de la tarde se traslad¨® hasta el Pilar, pasando por las principales calles de la ciudad que, como viene siendo habitual, estaban llenas de p¨²blico. En la bas¨ªlica, y antes de dirigir el rezo del rosario en la plaza, entr¨® en el camar¨ªn de la Virgen, a quien regal¨® su solideo. El Papa durmi¨® en Zaragoza en el palacio arzobispal.
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