La Historia dice no
El andalucismo hist¨®rico no cabe en el PSOE. Son incompatibles. Por contenido, por organigrama y por historia.En el improbable caso de que el PSA se integrara en el PSOE, se ir¨ªa sin el andalucismo hist¨®rico. Y no se trata de una querella andaluza (lo que no es poco). Otra vez, desde luchas forales y federales, por no remontar m¨¢s alto, se est¨¢ jugando una Espa?a uniforme mal unida, frente a la Espa?a real diferenciada en pueblos que no son las provincias.
Ignoro -aunque supongo- c¨®mo ir¨¢n respondiendo los del PSA a los requerimientos de Escuredo. Hoy, el PSA es el heredero del andalucismo hist¨®rico. Una decisi¨®n integradora dejar¨ªa el patrimonio puro de Blas Infante sin titular. Simplemente. Hablo como historiador y no como profeta en los avatares electorales que cavilan por otras dimensiones.
Por la historia de 1919-1936, el PSOE jam¨¢s vivi¨® el andalucismo de Infante, sino el antiandalucismo. Se ha dado a luz tal cantidad y calidad de documentaci¨®n, he publicado tanto el caso exhumando el pasado, que no hay vuelta de hoja. Y lo saben hasta historiadores hoy en la ¨®rbita de la Junta de Andaluc¨ªa.
En los 2.522 manuscritos originales in¨¦ditos de Blas Infante que llevo censados, restaurados, transcritos y archivados en soledad durante cuatro a?os, no he encontrado sobre el tema sino la defensa de un andalucismo tan desconocido como denostado, tan atacado y menospreciado por sus coet¨¢neos socialistas como defendido por los anarcopacifistas andaluces, tan incomprendido por las eminencias socialistas como por las derechas. Una documentaci¨®n que se repite en las hemerotecas de La Internacional y El Socialista, en los estudios sobre la Constituci¨®n de 193 1, de Jim¨¦nez de As¨²a, en el Diario de Sesiones de las Cortes de la II Rep¨²blica, coincide con las obras que Infante public¨® y las que dej¨® in¨¦ditas, las memorias de Rosado y Vallina, las de los compa?eros liberalistas de Blas Infante, los escritos de D¨ªaz del Moral y Tu?¨®n.
Por la reciente historia de 1968-1976, aquello de 1919 a 1936 se confirma. En todos los planteamientos de la clandestinidad, el PSOE ni a su modo fue andalucista ni acept¨® la clave Infante. Para ellos, Andaluc¨ªa no era un pueblo diferente del castellano, etc¨¦tera. Para ellos, los pueblos diferenciados eran Euskadi, Catalu?a y, acaso, Galicia. Tanto dem¨®cratas como comunistas como gentes del PSA son testigos de aquellas batallas de la Junta Democr¨¢tica de Andaluc¨ªa.
Por la ¨²ltima historia (1976-1982), el andalucismo hist¨®rico ha sido nuevamente combatido por el PSOE. Desde la humorada inicial hasta la astucia de sorberle el contenido y mostrar la vana c¨¢scara de unos s¨ªmbolos y un Infante amordazado, vuelto ¨ªdolo que tiene boca y no habla, como en los Salmos.
No es posible andalucismo de Infante con este Estatuto, con ese organigrama estatalista del partido socialista, con LOAPA y FCI, sin reforma agraria que reestructure la propiedad, sin federalismo, sin el socialismo tenazmente opuesto al de Pablo Iglesias (Bakunin), sin tomarse en serio como punto originario a Infante, quien incluye todo lo dicho y una visi¨®n del todo dispar en la interpretaci¨®n de la historia y la econom¨ªa andaluzas, desde andalus¨ªes a jornaleros. Lo saben muy bien los muchos militantes del PSOE alejados de cazas oportunistas y perifollos falsos, celosos de su identidad.
Ignoro -aunque supongo- la reacci¨®n del PSA. Ellos ver¨¢n en cierto caso. Pero la historia es terca y ya dice su no por su cuenta. S¨¦ de sobra que por su cuenta y por su riesgo. Si razones electorales o de leg¨ªtima ambici¨®n empujan a alg¨²n miembro del PSA por nuevos caminos, ¨¦l ver¨¢. Quiz¨¢ no sea pol¨ªticamente rentable ahora mismo mantenerse en el andalucismo de Infante. Pero ¨¦sa es otra cuesti¨®n. Lo que nadie es capaz de hacer es borrar historia, mentir contenidos y programas, violentar organigramas y conciencias de uno y otro partido, aguar a Blas Infante con mimetismos verdes.
No la toqu¨¦is m¨¢s. As¨ª es la rosa. Y as¨ª, el clavel. Existen injertos gen¨¦ticamente imposibles.
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