Andr¨¦s Segovia, la guitarra del siglo XX, cumple noventa a?os
Hoy cumple noventa a?os el gran guitarrista espa?ol Andr¨¦s Segovia, nacido en Linares (Ja¨¦n) el 21 de febrero de 1883. El propio Segovia, con ocasi¨®n de su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes, se vio obligado a precisar la fecha de su nacimiento, a la vista de la disparidad existente en enciclope dias, diccionarios y obras especializadas que difieren en el d¨ªa, e mes y hasta en el a?o. Otro tanto sucede con el lugar de nacimiento pues no faltan quienes, por su lar ga residencia en la ciudad de la Al hambra, lo hacen granadino, e in eluso los que, en gracia a su apellido, lo convierten en segoviano.Coincidiendo con el cumplea?os, Segovia ha recibido el nombramiento de doctor honoris causa por la Universidad de California, circunstancia que nos da una de las dimensiones fundamentales en la biograf¨ªa del concertista: su americanidad.
En realidad, la haza?a de Andr¨¦s Sogovia, a trav¨¦s del dilatado tiempo transcurrido desde que en su villa natal puso por vez primera las manos sobre una guitarra, tiene un signo decisivo: el de la universalidad. No es que antes de Segovia la guitarra fuera algo recluido en lo folkl¨®rico, en la fiesta de cante y baile flamenco, en las ventas y en los caf¨¦s de barrio. Pero es verdad inamovible que el arte de Segovia, el secreto inexplicable de su imaginaci¨®n sonora, la fuerza de una voluntad resistente al triunfo f¨¢cil, la exigencia de un repertorio riguroso de orientaciones musicales, abrieron a la guitarra, de par en par, las puertas del mundo, hasta crear lo que hoy ya es otro mundo: el de la guitarra, sus seguidores, sus cultivadores, sus creadores.
Es importante y revelador que la guitarra de Segovia est¨¦ en las academias, sea doctorada una y otra vez, honoris causa, por las universidades, desde Oxford a Cal¨ªfornia, y reciba t¨ªtulos nobiliarios. Quiere decir que el reconocimiento a una labor de rango elevado no ha sido azaroso, sino persistente, y por parte de los m¨¢s varios mundos de cultura.
Voluntad y ejemplo
Por una parte, Andr¨¦s Segovia trabaj¨® -y trabaja, pues est¨¢ a sus noventa a?os en gloriosa actividad- en pro de nuestro mejor pasado para restituirle su verdad, la que pose¨ªa en los libros de Mil¨¢n o de Fuenllana; por otra parte, separ¨¢ndose progresivamente del un d¨ªa mal necesario de la transcripci¨®n, busc¨® en la historia de otros pa¨ªses las aportaciones sustanciales, v¨¢lidas para reencarnar en la guitarra; en fin, por su voluntad primero y, m¨¢s tarde, con su simple ejemplo, fueron muchos los autores que consideraron la guitarra como un instrumento m¨¢s y, por si fuera poco, fuertemente diferenciado, al que no deb¨ªa perdon¨¢rsele la vida ni el error en raz¨®n de sus especiales peculiaridades.
La obra guitarr¨ªstica de Villalobos, de Ponce, de T¨¢nsmann, de Caste1nuovo Tedesco, de Moreno Torroba, de Joaqu¨ªn Rodrigo, de Ernesto Halffter, de Mompou, no tendr¨ªa explicaci¨®n -en todo o en parte- sin la figura de Andr¨¦s Segovia.
Ahora, Segovia trabaja en la segunda parte de sus memorias, que continuar¨¢ su historia y su aventura. Es la biograrla de un hombre, un artista y un ambiente. Mejor diriamos una suma de ambientes condicionados por la presencia de la guitarra de Segovia en este o aquel ¨¢mbito, con esta u otra m¨²sica, ejerciendo magisterio en Santiago, Siena o en las universidades norteamericanas, inglesas o alemanas.
Pocos homenajes tan alegres como los que se rinden a Segovia. Son merecidos y pueden dedic¨¢rsele cuando la suma de a?os de su vida no impide las distintas actividades de este m¨²sico meridional, cuyo leve acento andaluz colorea cuanto habla en cualquier idioma. Incluso cabe afirmar que su acento meridional da tonalidades y luces al pensamiento musical inicialmente objetivo.
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