Canciones de lluvia y luna
No hay nada de japon¨¦s en Aute, ni siquiera (por ser otro el camino) su no desmentido gusto por la lejan¨ªa y la aventura. Pero en el taburete del escenario, con la camisa rosa y bajo los focos, cantando, nos encerraba a todos en' una burbuja, en un fanal de sentimentalismo, pasi¨®n y est¨¦tica. Me record¨® ese hermoso libro de cuentos fant¨¢sticos de Akinari, con luna p¨¢lida y mansa lluvia...Las canciones de Luis Eduardo Aute no son f¨¢ciles. No quieren ser mel¨®dicas, aspiran y se nutren de gui?os culturales, po¨¦ticos y librescos. En mayor medida que Brassens, o Brel o Serrat, hay en ¨¦l una nostalgia por el. poeta que aguarda tras las bambalinas. Pero ese gusto por la palabra que constato (y que disgustar¨¢ a algunos) supone su apuesta est¨¦tica. Canciones cuidadas, pensadas, sin miedo al utillaje ret¨®rico. Pero canciones de la vida y sobre la vida. Aute tiene bastante de existencialista, y no s¨®lo en el sentido sartriano. Apela a la melancol¨ªa, que para ¨¦l -siguiendo a Gide- no es otra cosa que el fervor ca¨ªdo. Se exalta con el amor, cuenta la dulzura de retardar el desnudo, la falsa ?nocencia.,del enamorado que sube -"pasaba por aqu¨ª"- al piso de la mujer que no le ama, el desamor que tambi¨¦n es intensidad y la querencia de olvido. Pero raramente deja de ser melanc¨®lico.
La pasi¨®n se mezcla siempre con la tristeza. Es como estar sentado en un viejo caf¨¦ de un puerto viendo pasar marineros y narrando lo que has hecho, lo que ha sido de ti en todos estos a?os. Son canciones con luz de luna (nostalgia y distancia) y siempre llueve un poco, blandamente, por detr¨¢s de ellas. Hay tambi¨¦n canciones que tuvieron -y, en menor medida, a¨²n tienen- contenido y simbolog¨ªa pol¨ªticos, con albas de esperanza. y mares de no conquistada libertad. Pero la tristeza tampoco est¨¢ ausente en los gritos de ¨¢nimo. Como los melanc¨®licos ta?edores del siglo XV, Aute sabe que la Fortuna todo lo muda, que la vida, porque bella, es ef¨ªmera, y el mundo, ancho y ajeno. Y la melancol¨ªa del fugit irreparabile tempus (que no est¨¢ en contra de la vida, sino a su favor) le ti?e de claridad astral, hace blancas las rosas que flotan en sus aguas y le torna un poco japon¨¦s a pesar suyo. Aute, melanc¨®lico siempre como el paseante del haik¨², que se hace niebla entre la niebla. Hermoso recital.
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