Reflexi¨®n en torno a un 'no'
La negativa de UGT, manifestada por boca de su secretario general, a celebrar un Primero de Mayo unitario con la Confederaci¨®n Sindical de CC OO, me parece un hecho grave y significativo del momento por el que atraviesa el movimiento sindical en Espa?a y, por tanto, el conjunto de la izquierda. Que ocurra precisamente este a?o, el primero con un Gobierno socialista, el rompimiento de la tradicional manifestaci¨®n conjunta de los trabajadores por las ciudades y pueblos'de Espa?a, en demostraci¨®n de fuerza pac¨ªfica y en recordatorio de reivindicaciones pendientes, es una mala noticia que s¨®lo a los insensatos o a fuerzas patronales atrasadas puede congratular.Las razones aducidas por el l¨ªder ugetista para explicar el rechazo de su central a la invitaci¨®n de CC OO no son suficientes, a mi entender, para justificar una decisi¨®n tan perniciosa. El que la Confederaci¨®n Sindical de CC OO haya protestado, incluso airadamente, por la forma como se han desarrollado ciertos episodios en las recientes elecciones sindicales es normal en un proceso en el que el Gobierno se ha saltado un dictamen del Consejo de Estado favorable a CC OO y que, como es l¨®gico, incluye siempre momentos de tensi¨®n al calor de la competencia, aunque a veces se cometan excesos verbales. V¨¦ase si no lo que ocurre entre los partidos pol¨ªticos con ocasi¨®n de las elecciones generales o municipales. Pero una vez terminadas las votaciones, se vuelven a anudar las colaboraciones precisas con el fin de poder plasmar en los hechos los programas que se postulaban.
Entendimiento necesario
En el caso de CC OO y UGT, la necesidad de un sano entendimiento aparece todav¨ªa como m¨¢s perentoria en los tiempos que corren. La clase trabajadora se encuentra en un momento de negociaci¨®n colectiva dura y dificil, en el estrecho marco del acuerdo interconfederal, en defensa de los puestos de trabajo y del mellado poder adquisitivo; con los problemas m¨¢s de fondo sin resolver, como. son el plan cuatrienal de solidaridad contra el paro, la pol¨ªtica de reindu stri aliz aci¨®n, las reformas de la empresa p¨²blica y de la Seguridad Social, etc¨¦tera, y con un Gobierno socialista incipiente, azuzado por la derecha y no sobrante de concursos reales a pesar de los 10 millones de votos. Pues bien, si alguien cree que estas cuestiones tan decisivas pueden encontrar una soluci¨®n airosa desde la divisi¨®n de los sindicatos o desde la confrontaci¨®n en el seno de la, izquierda, se equivoca de plano y el resultado puede llegar a ser funesto.
Entonces, ?por qu¨¦ esta negativa a un Primero de Mayo unitario, como s¨ªmbolo de la colaboraci¨®n sindical para sacar adelante las aspiraciones laborales y la propia virtualidad del cambio? ?Una rabieta por los excesos verbales de unos o de otros? ?La cercan¨ªa de las elecciones municipales y el deseo de no confundirse a toda costa? ?El temor a que las manifestaciones degeneren en cr¨ªticas al Gobierno? Puede que haya algo de todo esto, pero pienso que el problema es m¨¢s de fondo y que afecta a cuestiones de estrategia sindical y acaso pol¨ªtica, quiz¨¢ todav¨ªa en confusa explicitaci¨®n, pero que pueden tener largo alcance, de abrirse camino. Las elecciones del 28 de octubre, que fueron un aut¨¦ntico terremoto pol¨ªtico, no pod¨ªan dejar de repercutir en el terreno sindical.
Y, entre otros efectos, me da la impresi¨®n de que han originado en sectores del movimiento sindical un doble espejismo de tintes m¨¢s bien sectarios que, de no corregirse a tiempo, pueden provocar resultados adversos para el conjunto de la izquierda espa?ola. As¨ª aparecen s¨ªntomas, en importantes estamentos de UGT, de querer forzar una pol¨ªtica sindical que suponga, a la postre, una relaci¨®n privilegiada y excluyente de ese sindicato con el Gobierno del PSOE y, por tanto, una marginaci¨®n y arrinconamiento de la Confederaci¨®n Sindical de CC OO de las ¨¢reas de di¨¢logo y entendimiento con el ejecutivo.
Marginar a CC OO
En cuestiones como la necesidad de una mesa para negociar los temas econ¨®micos y sociales, el tratamiento de las elecciones sindicales por el Instituto de Mediaci¨®n Arbitraje y Conciliaci¨®n, la pol¨ªtica informativa de TVE y otros asuntos m¨¢s puntuales que afectan a ministerios como el de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social o Econom¨ªa, han aparecido posiciones de esa ¨ªndole, que dificultan, cuando no obstruyen, una dial¨¦ctica fluida entre el ejecutivo y una de las fuerzas sociales m¨¢s importantes del pa¨ªs. Quiz¨¢ todo ello con la intenci¨®n de ir reduciendo el espacio de CC OO, de provocar su radicalizaci¨®n y acabar generando, en el terreno sindical, una situaci¨®n similar a la acaecida en el campo pol¨ªtico de la izquierda.
Creo sinceramente que tal empresa, a la par de miope e irreal, tendr¨ªa cortos alcances y ning¨²n ganador en el ¨¢rea del progreso. La Confederaci¨®n Sindical de CC OO ha aguantado con ¨¦xito el tir¨®n de estas ¨²ltimas elecciones en las empresas, y no es f¨¢cil que se deje arrastrar a posiciones de radicalismos est¨¦riles. Acaso sea cierto que en algunos sectores minoritarios de CC OO se observen, igualmente, inclinaciones a caer en posturas de descalificaciones simplificadoras o de confrontaci¨®n sin excesivos matices respecto a la experiencia del Gobierno socialista y en las relaciones con UGT, quiz¨¢ con la idea, igualmente miope e irreal, de que as¨ª se puede ganar con rapidez espacio social y pol¨ªtico por la izquierda.
La realidad es que ni aquellas ni estas posiciones benefician al conjunto de los trabajadores y de la izquierda, pues lo ¨²nico que logran es alimentarse mutuamente, como siempre ocurre con los sectarismos que anidan en unas u otras fdrmaciones. Nada hay m¨¢s desmoralizador para un trabajador que los enfrentamientos entre los sindicatos y las fuerzas de la izquierda, y no es ese ¨¦l camino del necesario fortalecimiento de las centrales obreras y menos la mejor receta para lograr los cambios reales que Espa?a necesita. En este clima de cierto enrarecimiento sind¨ªcal, en especial por arriba, pues las movilizaciones que se est¨¢n dando con ocasi¨®n de la negociaci¨®n de los convenios colectivos demuestran la voluntad de entendimiento de los asalariados (v¨¦ase la huelga de los bancarios), todos tenemos que reflexionar, y es probable que con especial atenci¨®n y urgencia el propio Gobierno.
Porque un gobierno serio no puede moverse Sin criterios rigurosos y de cierto alcance sobre su pol¨ªtica respecto a los sindicatos. No es suficiente con tomar medidas discutibles de pol¨ªtica social, a trav¨¦s del Ministerio de Trabajo u otros de ese ¨¢rea, o con dejarse empujar en cada ocasi¨®n por lo que le llega de la calle de San Bernardo. La posici¨®n del Gobierno, como representante de intereses generales, no debe ser nunca unilateral en un tema tan delicado como este. En Espa?a existe pluralidad pol¨ªtica y tambi¨¦n sindical, fuerzas reales con las que hay que contar si se quiere hacer, de verdad, una pol¨ªtica de cambio. Ni la marginaci¨®n ni los exclusivismos estrechos van a traer nada bueno para los trabajadores ni para el Gobierno.
El secretario general de UGT ha dicho no a la carta de su hom¨®logo de CC OO invitando a un acuerdo confedera? sobre el Primero de Mayo. Si la respuesta negativa se circunscribe a ese nivel y se deja libertad para llegar a acuerdos a nivel territorial, ser¨ªa de desear que el buen criterio se impusiera y pudi¨¦ramos ver desfilar, este a?o tambi¨¦n, a cientos de miles de trabajadores tras los s¨ªmbolos de CC OO y UGT, cuando la derecha arrecia y quedan tantos problemas, a¨²n sin resolver, que afectan a la vida diaria de los trabajadores.
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