Escándalo mayúsculo
La corrida de Jerez ha servido para desmantelar el tenderete montado durante a?os en torno a dos mitos. Rafael de Paula y Curro Romero se desmoronaron con tal estrépito que el público, apasionado en tiempos atrás de ambos diestros, ni se disgustó, los tomó a chufla. Daba pena ver cómo unos toritos, aunque mansos y sin casta, eran degollados por Rafael de Paula. El diestro de Jerez hizo una auténtica carnicería, y después de sonar los tres avisos, su primer toro fue devuelto al corral. El público, aterrorizado, reaccionó ovacionando por bulerías al toro.De Curro, ?para qué hablar? Curro Romero cavó su fosa taurina en Sevilla. Ambos diestros, por reacción de simpatía, coordinan las broncas de tal forma que aquello es una sintonía surrealista.
Toros de Joaquín Barral, de procedencia Nú?ez, que resultaron mansos, sinfuerza, aunque nobles
Curro Romero, tres pinchazos, media baja y descabello. Pitos. Dos pinchazos, bajonazo. Bronca. Rafael de Paula, nueve pinchazos, estocada atravesada, tres avisos y el toro al corral. Gran bronca. Nueve intentos de bajonazo, cinco descabellos y dos avisos. Gran bronca. Paco Ojeda, pinchazo y descabello. Dos orejas. Dos pinchazos, media atravesada y tres descabellos. Ovación.
Por contra, Paco Ojeda, torero del vecino Sanlúcar de Barrameda, echó casta por los poros y varias arrobas de torería. Logró algunos naturales de grana y oro. El público jerezano jaleó por bulerías la faena del sanluque?o.
El joven torero tuvo mala suerte a la hora de matar. Pero su fe, si pundonor, también su arte, hicie ron bordar un manto fino en el al bero de Jerez. El público, salpica do de ira por las faenas de Curro Paula, quiso navegar al compás d la muleta de Ojeda. Es un torero distinto a los demás, de los qu mucha falta hace en una fiesta llena de vulgaridades y de a?os. La juventud, ahí está el de Sanlúcar empuja con fuerza. Sonó la hor para los veteranos como Curro y Paula. En su casa con sopitas y recuerdos, quizá lo pasen mejor pues ahora son una pura anécdota en la fiesta de los toros.
Los empresarios, contratando a toreros cargados de a?os y falto de toda ilusión, tienen la culpa de todo. Los empresarios, algunos no hacen más que alimentar los mitos, confundir a los aficionado y, por ende, defraudarlos. Los regentes de las plazas de toros tienen que dar un espaldarazo a nuestra fiesta, apoyar a los que realmente quieren llegar a ser alguien en los toros, que no tienen absolutamente nada que envidiar a estos toreritos que viven del cuento y de un nombre que no se merecen.
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