As¨ª se tram¨®, la malversaci¨®n
Entre 1975 y 1978 el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona adquiri¨® 119 fincas, de las que 72 eran inexistentes, para levantar el proyecto CITA -Centro Integrado de Transportes y Almacenamiento-. Esta afirmaci¨®n se desprende la lectura de los cinco considerandos de la sentencia y en los que se recogen los hechos probados. Con esta aseveraci¨®n los tres magistrados se adentran en el relato del fraude.En principio Antonio de la Rosa fue el ¨²nico responsable de la malversaci¨®n, pero posteriormente se sum¨® a la misma Jos¨¦ Luis Bruna de Quixano, quienes con "unidad de prop¨®sito, fin y ¨¢nimo de beneficiarse, procedieron a hacer contratos privados en los que figuraban como vendedores personas imaginarias, las fincas que se hac¨ªa constar que se vend¨ªan no ten¨ªan existencia real, y las inscripciones en el Registro de la Propiedad eran ficticias".
Contin¨²an explicando los magistrados en la resoluci¨®n judicial el mecanismo del fraude asegurando que "los libramientos de pago para el abono de los precios, en los que se constataba el nombre del vendedor imaginario, fueron firmados por el procesado Bruna desde que tom¨® posesi¨®n del cargo de delegado del Gobierno el 22 de junio de 1977. A?ade la resoluci¨®n judicial que "los recibos en los que el tal vendedor manifestaba recibir la cantidad conten¨ªan firmas fingidas o simuladas". Para formalizar estas operaciones se extendieron 102 talones al portador que fueron ingresados en la cuenta corriente de Financiera de Negocios Sociedad An¨®nima, de la que formaba parte el procesado Bruna. La cantidad recaudada se la repart¨ªan los procesados Bruna y de la Rosa.
La segunda parte del fraude-recogida en el segundo resultando- se puso en marcha ante al inminente cese de Bruna en su cargo y fue urdida por los dos responsables del Consorcio. B¨¢sicamente consisti¨® en proponer al pleno de el Consorcio de la Zona Franca la venta de los terrenos ficticiamente comprados para enjuagar el d¨¦ficit del ente. De esta manera se pusieron en contacto con Rafael del Barco, quien, por 589 millones de pesetas, estaba dispuesto a adquirir unas tierras por las que se hab¨ªa pagado el doble. La operaci¨®n no culmin¨® con ¨¦xito por diversas razones. Recoge tambi¨¦n la sentencia el comportamiento de Fernando Serena, propietario de una tienda de autom¨®viles, quien vendi¨® entre 1976 y 1978 al procesado rebelde 42 veh¨ªculos. De la Rosa regalaba los coches a sus amigas, quienes poco tiempo despu¨¦s los entregaban a Serena, que volv¨ªa a venderlos. En estas operaciones, seg¨²n la sentencia, Serena gan¨® 113 millones de pesetas.
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