Espa?a carece de una imagen pol¨ªtca, cultural y econ¨®mica como pa¨ªs en Estados Unidos
Espa?a, como pa¨ªs, carece pr¨¢cticamente de una imagen para el ciudada no norteamericano, tanto en lo pol¨ªtico, cultural como econ¨®mico. A lo sumo, se conocen los t¨®picos de un pa¨ªs al que, con frecuencia, se asocia a la comunidad de origen hispano, mexicanos y puertorrique?os en general, cada vez m¨¢s presente en la vida pol¨ªtica estadounidense.
A pesar de ello, el idioma espa?ol es el m¨¢s estudiado en las escuelas norteamericanas. Unos 20 millones de personas de habla hispana, ¨ªncluidos los emigrantes ilegales, integran la comunidad hispana, que, para antes del a?o 2000 ser¨¢ la primera minor¨ªa ¨¦tnica de Estados Unidos. Hay gobernadores y congresistas hispanos, 200 emisoras de televisi¨®n y m¨¢s de 12.000 profesores de espa?ol.Ante tal panorama, la actitud de los Gobiernos espa?oles hacia Estados Unidos ha sido siempre un tanto temerosa, sin plantearse una pol¨ªtica a largo plazo que pueda cambiar el rumbo de la imagen de Espa?a en EE UU -sin caer s¨®lo en la imagen de lo hispano, pero tampoco margin¨¢ndolo- Un cambio con todas las consecuencias que podr¨ªa suponer de mejora en la influencia cultural o en las ventas de productos espa?oles. La impresi¨®n es que Madrid, hasta ahora, no tiene una estrategia diferente en pol¨ªtica exterior hac¨ªa EE UU que la que pueda tener, con todos los respetos, para otros pa¨ªses, como Uganda o Paraguay.
Espa?a. cuenta actualmente con una Embajada en Washington anquilosada en su funcionamiento e instalaciones. Con una canciller¨ªa indigna de la Espa?a actual. Con consulados en Nueva York, Boston, Chicago, Miami, Nueva Orleans, Los Angeles y San Francisco y representaciones comerciales casi en todas las ciudades anteriormente citadas. La desconexi¨®n es casi total entre embajada, con sulados y oficinas comerciales. El primer contacto, en muchos a?os entre el embajador y todos los c¨®nsules generales ser¨¢ organizado para el pr¨®ximo lunes, con motivo de la visita del presidente: Felipe Gonz¨¢lez.
Las actividades de embajada y consulado son casi inexistentes quedando dilu¨ªdas en la inmensidad de un pa¨ªs como Estados Unidos, que necesitar¨ªa un tratamiento diferencial si Espa?a, por ejemplo, quiere mantener cierta presencia en las actividades del V centenario del descubrimiento de Am¨¦rica, en 1992, ante la italianizaci¨®n del acontecimiento.
En lo pol¨ªtico, por citar otro ejemplo, el personal diplom¨¢tico carece ca,si de toda posibilidad material para moverse de los enclaves en que han sido destinados. As¨ª, pues, es costumbre que Espa?a -aun estando invitada- no acuda a muchos coloquios, exposiciones o reuniones de actos sociales, acad¨¦micos o econ¨®micos organizados por hispan¨®filos estadounidenses. No hay casi dinero para lo que llaman en la jerga diplom¨¢tica comisiones de servicio. Y el poco que hab¨ªa para este a?o se ha cancelado.
En lo cultural, las actividades siguen un ritmo tradicional, con actuaciones de artistas espa?oles en el Kennedy Center, en Washington, o exposiciones de pintores c¨¦lebres, algunas de ellas, como la de El Greco, organizada, en realidad, por los norte americ anos. En cielos de cine estamos todav¨ªa en la ¨¦poca de las pel¨ªculas de Bu?uel, con todos los respetos para tan digno cineasta. A las escuelas y universidades que piden pel¨ªculas tur¨ªsticas sobre Espa?a. les sirven las de la ¨¦poca del Nodo.
En lo informativo, Espa?a cuenta en EE UU con una oficina de Prensa, en Washiington -ninguna en Nueva York- que raras veces supera el suministro de ins¨ªpida y protocolaria informaci¨®n a la media docena de medios informat¨ªvos espa?oles presentes en EE UU. No hay ning¨²n bolet¨ªn informativo o contactos peri¨®dicos con la Prensa norte americana, que es lo que, en principio, deber¨ªa justificar la existencia de tal oficina.
A falta de medios, de carencia de objetivos concretos y de est¨ªmulo desde Madrid para la creaci¨®n de una verdadera imagen de Espa?a en EE UU, el ambiente acaba con la moral de los mejores funcionarios, y Espa?a va con un ritmo completamente desfasado en relaci¨®n con la vida americana. S¨®lo se despierta cuando hay vis?tas importantes, montando, incluso, operaciones de public relations de dudosa eficacia e importante costo, cuando bastar¨ªa con dar un enfoque nuevo a lo que ya existe, mejor¨¢ndolo, definiendo unos objetivos, poniendo los medios para lograrlos y controlando su gesti¨®n. Anteriores Gobiernos no lo hic¨ªeron y as¨ª va la imagen de Espa?a en EE UU. El actual Gobierno est¨¢, al menos, en condiciones de intentarlo.
Las 'public relations' que no se hacen
R. V. Mientras el Gobierno gasta un dinero con el noble prop¨®sito de dotar de una imagen para Espa?a en EEUU, aprovechando el viaje del presidente Felipe Gonz¨¢lez, los primeros responsables de la Administraci¨®n espa?ola en Washington parecen despreciar otras oportunidades que se ofrecen gratis.
Unas semanas antes de la llegada del presidente, una productora de televisi¨®n norteamericana pidi¨® filmar un men¨² t¨ªpico espa?ol en la Embajada de Espa?a. Se desde?¨® la propuesta. As¨ª, millones de amas de casa norteamericanas pudieron contemplar las excelencias de la cocina francesa, italiana, germana o escandinava.
Ignoraron lo que puede ser un aperitivo con jerez y aceitunas los componentes de una paella, lo gastron¨®mico de una ensalada ali?ada con aceite de oliva virgen, la calidad de unos vinos de rioja o las excelencias de un postre regado con los mas exquisitos champa?as catalanes.
El programa, que por cierto era gratis, a lo mejor habr¨ªa podido estimular las ventas de jerez o rioja (cuyas ventas disminuyen a?o a a?o), o descubrir que el aceite de oliva es tambi¨¦n espa?ol, y no s¨®lo italiano o franc¨¦s, as¨ª vendido en las tiendas de gastronom¨ªa como producto de lujo europeo. A lo mejor habr¨ªa alentado tambi¨¦n el deseo de probar la cocina espa?ola en la Costa del Sol, las islas Canarias o la Costa Brava. Pero, en este caso, tales son las public relations que la Embajada de Espa?a no aprovech¨®.
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