La escasez de agua enfrenta a los regantes de la vega del Segura
Los incidentes entre Ricote y Blanca, poblaciones situadas a unos 30 kil¨®metros al noroeste de Murcia capital, tienen sus or¨ªgenes en la construcci¨®n de un pozo, hace un par de a?os, por parte de los vecinos de la segunda localidad, en una zona del territorio de Ricote y no lejos del punto de donde fluye el manantial que constituye el principal recurso para regar de los ricote?os.Estos, en un principio, pensaron que el pozo de los blanque?os no mermar¨ªa el caudal de su manantial, pero no tardaron en advertir, debido a la sequ¨ªa y al limitado aporte de ¨¦ste, que el volumen de agua apenas les alcanzaba para s¨ª mismos y consideraran que no pod¨ªan seguir permitiendo que sus vecinos siguiesen utilizando su agua. Precisamente por falta de riego, los limoneros de Ricote no tuvieron la suficiente robustez para aguantar los fr¨ªos del pasado invierno, que acabaron de arruinarlos. Bernardino Tom¨¢s, presidente de la C¨¢mara Agraria de Ricote, sostiene que si anta?o las tierras de la localidad produc¨ªan m¨¢s de tres millones de kilos de limones, este a?o apenas conseguir¨¢n arrancarlas unos 100.000 kilos, lo que acarrear¨¢ unas p¨¦rdidas superiores a los trescientos millones de pesetas.
El pasado mes de marzo los r¨ªcote?os solicitaron y obtuvieron del delegado del Gobierno en la comunidad aut¨®noma murciana, Eduardo Ferrera, que a principios de mayo se realizase una medici¨®n para comprobar si, efectivamente, el pozo de los blanque?os mermaba sustancialmente las aguas del manantial de Ricote. La medici¨®n revel¨® que esto no era as¨ª, por lo que el delegado gubernativo permiti¨® que siguiera funcionando el pozo. Los vecinos de Ricote rechazaron tales resultados, por entender que la medici¨®n se hizo de forma chapucera, en "estilo compadre", seg¨²n Bernardino. El viernes 13 de mayo, para presionar en favor de una nueva medici¨®n, medio centenar de vecinos de Ricote subi¨® a la ladera del monte, donde est¨¢ el pozo, que se encontraba custodiado por una reducida dotaci¨®n de guardias civiles, al mando de un sargento.
"Esto no es ley. Se est¨¢ robando el agua a todos mis compa?eros y yo doliente de ello", espet¨® al sargento el ricote?o Jes¨²s Candel, El Poro. Tras una advertencia del sargento de que hiciera el favor de no faltar, replicada por el vecino en t¨¦rminos parecidos, El Poro se encontr¨®, "en un descuido", con su mano izquierda esposada.
Al arremolinarse los ricote?os en torno al esposado y al sargento, ¨¦ste desenfund¨® su pistola y apunt¨® al grupo. La intervenci¨®n del p¨¢rroco, don Manuel, suaviz¨® los ¨¢nimos y obtuvo la liberaci¨®n de El Poro. No obstante, alg¨²n ricote?o consigui¨® apedrear y agujerear la tuber¨ªa que conduce el agua extra¨ªda del pozo.
Al d¨ªa siguiente, Ricote amaneci¨® tomado por un numeroso grupo de miembros de las Fuerzas de Seguridad. Guardias civiles con material antidisturbios vigilaban el pozo de la discordia, adonde subieron nuevamente en manifestaci¨®n los casi 2.000 habitantes de Ricote. La alcaldesa, Isabel Macarro, de Alianza Popular, presa de los nervios al contemplar el forcejeo de sus convecinos con los agentes, se desmay¨®.
Los desmayos de la alcaldesa
Mientras algunos vecinos romp¨ªan el cerco de guardias civiles y otros atend¨ªan a la alcaldesa, mujeres, ni?os y hombres de R¨ªcote se dispersaron a lo largo de la ca?er¨ªa de hormig¨®n del pozo, que acribillaron en diversos puntos utilizando piedras a modo de maza. Alg¨²n guardia civil abrazado a un ricote?o lleg¨® a rodar monte abajo de resultas del forcejeo.
Aquella noche, la alcaldesa le expuso la situaci¨®n al delegado del Gobierno y hay quien dice que se volvi¨® a desmayar ante ciertas frases irreproducibles de aqu¨¦l, sobre todo cuando ella le confes¨® que alg¨²n vecino amenazaba con quemar el monte. En cualquier caso, nuevamente presa de los nervios, al d¨ªa siguiente Isabel Macarro fue incapaz de salir al balc¨®n del ayuntamiento a calmar a sus acalorados vecinos, concentrados en la plaza. Destacados miembros de la comunidad de regantes comunicaron a los ricote?os que el delegado del Gobierno hab¨ªa prometido una nueva medici¨®n y cerrar el pozo si se evidenciaba que restaba agua al manantial, lo que definitivamente calm¨® los ¨¢nimos de sus convecinos. La nueva medici¨®n p rob¨® que el pozo robaba agua del manantial, por lo que el pasado d¨ªa 13 de junio fue precintado, aunque los ricote?os ya han denunciado que el precinto ha sido violado.
Alg¨²n ricote?o empieza a considerar la posibilidad de espiar por la noche para pillar al regador furtivo y no duda en proclamar que "somos nobles. F¨ªjese si esto es sencillo de resolver: se pone un petardo y ya est¨¢. Si esto fuera el Pa¨ªs Vasco...".
En el bando de enfrente, los vecinos de Blanca no dejan de reconocer que los ricote?os est¨¢n avalados por buenas razones en su postura, pero les acusan de insolidarios. Los blanque?os se conformar¨ªan con que les permitan utilizar el pozo, por ¨²ltima vez, hasta concluir el verano, a fin de salvar una recolecci¨®n ya casi irreversiblemente arruinada. Subir cubas a un precio de 2.400 pesetas cada una hace antiecon¨®mico cualquier alternativa de riego que no sea el pozo o bombearlos del Segura, para lo que no tienen permiso. Francisco Benavente, conocido como el Cristalero, es uno de los blanque?os que precisa imperiosamente del pozo para regar sus tierras, ya que de regar sus once tah¨²llas -poco m¨¢s de una hect¨¢rea- con aqu¨¦l a hacerlo con cubas le va una diferencia mensual de 2.000 a 40.000 pesetas.
El Cristalero afirma enf¨¢tico: "No culpo al pueblo de Ricote, sino a ciertas personas: al p¨¢rroco, al alcalde, al presidente de las aguas y al m¨¦dico. Son quienes mueven la mafia de Ricote, porque poseen la mayor parte de las tierras de all¨ª".
Predomina entre los blanque?os el sentimiento de estafa ante la compra que hicieron de acciones para proveerse del agua del pozo, a un coste de 20.000 pesetas por acci¨®n, que da derecho a regar una hora. Alg¨²n optimista blanque?o, contando con dicha agua, lleg¨® a invertir hasta cuatro millones de pesetas en la construcci¨®n de una piscina y otras instalaciones. El Cristalero estima que el agostamiento de sus frutales le va a suponer casi 800.000 pesetas de p¨¦rdidas.
Dolores contra Callosa del Segura
Las roturas de conducciones de agua no ha sido patrimonio exclusivo de los ricote?os. El pasado 3 de agosto, m¨¢s de dos millares de habitantes de Dolores, municipio alicantino situado a unos 18 kil¨®metros de Elche, pulverizaron la compuerta-dique que imped¨ªa que el agua sobrante del riego de la huerta de Orihuela que acarrea la cercana acequia de Villanares pudiese discurrir por al azarbe que riega sus tierras. Aunque dicha compuerta estaba protegida por casi quince guardias civiles, ¨¦stos hubieron de apartarse ante el empuje de los millares de vecinos de Dolores, acompa?ados de una pala excavadora, porque "si no se apartan, van a la acequia", seg¨²n un manifestante. Durante el tumulto, un hortelano lleg¨® a disparar su escopeta al aire.
La pala excavadora dej¨® expedito el paso del agua, pero el viernes siguiente, 5 de agosto, personal del IRYDA (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario), protegido por numerosos guardias civiles, procedi¨® a restaurar el dique y clausurar este desv¨ªo de la acequia. Estas aguas nunca hab¨ªan sido utilizadas ni reivindicadas por los regantes de Dolores porque no les hac¨ªa falta, por lo que eran aprovechadas por los de Callosa del Segura. Pero ahora, a causa de la sequ¨ªa, los huertanos de Dolores recuerdan que estas aguas les pertenecen, por haberlas comprado el fundador de su pueblo y acusan de haber ido reduciendo la abertura de la compuerta tanto al IRYDA como a los vecinos de Callosa.
En este contexto de crispaci¨®n social no resulta extra?o que fuese atribuido a un pleito entre regantes el asesinato, el pasado 1 de agosto, de Pascual Mena, Pascual¨ªn, alcanzado por dos disparos de escopeta, cuando hab¨ªa acudido a regar a medianoche su finca, situada en terrenos del t¨¦rmino municipal de Albudeite, a unos veintis¨¦is kil¨®metros de Murcia capital. Aunque parece descartado dicho m¨®vil, la sangre de Pascual¨ªn podr¨ªa no ser la ¨²ltima que esponje la ribera del Segura, a tenor de la espiral de tensi¨®n que afronta la zona ante el problema com¨²n: la falta de agua.
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