Empresas espa?olas con intereses en Argelia se sienten perjudicadas por el bloqueo en las negociaciones sobre gas
Las negociaciones hispano-argelinas sobre suministro de gas natural parecen haber entrado en un callej¨®n sin salida, tras ocho meses de conversaciones pol¨ªticas. Mientras argelinos y espa?oles parecen tener serias difilcultades para armonizar su lenguaje, y no s¨®lo por el distinto idioma que hablan, las empresas hispanas con importante actividad econ¨®mica en el pa¨ªs ¨¢rabe norteafricano han comenzado a registrar retrasos, en pagos y en autorizaciones administrativas que les hace pensar que, el Gobierno de Argel est¨¢ adoptando medidas cautelares de aparente presi¨®n sobre la Administraci¨®n espa?ola, seg¨²n informan fuentes familiarizadas con las conversaciones.
Aunque el Ministerio de Industria y Energ¨ªa mantiene un absoluto silencio sobre la marcha de las conversaciones, bajo el argumento de que se trata de una negociaci¨®n internacional que afecta a intereses nacionales, el delicado estado en que se encuentran las conversaciones se ha convertido en uno de los temas m¨¢s candentes del momento en los medios energ¨¦ticos y comerciales espa?oles con intereses en Argelia. La curiosidad se ha extendido a algunos departamentos ministeriales, concretamente al de Asuntos Exteriores y a la Secretar¨ªa de Estado para el Comercio, ante la actitud de Industria y Energ¨ªa de marginar del proceso negociador al resto de la Administraci¨®n.La ¨²ltima ronda de conversaciones entre espa?oles y argelinos se celebr¨® el pasado d¨ªa 6 de octubre en Argel, a donde viaj¨® el secretario general de Energ¨ªa y Recursos Minerales, Mart¨ªn Gallego, tras presentar en la sede parisiense de la Agencia Internacional de la Energ¨ªa (AIE) un preestudio de viabilidad, realizado en Espa?a, sobre el gasoducto norteafricano. Mart¨ªn Gallego, al que s¨®lo acompa?aba un t¨¦cnico de la empresa Enagas, llev¨® a la capital argelina, por escrito, la ¨²ltima propuesta espa?ola, ya explicada verbalmente en Madrid dos semanas antes, con la que se pretend¨ªa dar un vuelco al atolladero en que hab¨ªan entrado las conversaciones.
Propuesta espa?ola
B¨¢sicamente, la propuesta espa?ola consist¨ªa en la aceptaci¨®n tanto del llamado precio franc¨¦s del gas natural argelino -es decir, lo que Gaz de France paga por sus compras de gas en Argelia- como la exigencia argelina de que Espa?a compense las inversiones que la empresa nacional de gas Sonatrach ha tenido que realizar para cubrir la demanda de gas natural que se contrat¨® en el acuerdo bilateral de 1974, firmado por la mencionada compa?¨ªa y la Empresa Nacional del Gas (Enagas). La propuesta espa?ola ofrec¨ªa aceptar el estudio de una posible compensaci¨®n espa?ola -del orden de los 100 millones de d¨®lares (unos 15.000 millones de pesetas) en lugar de los 500 millones exigidos por Argelia- si la otra parte aceptaba estudiar un nuevo modus vivendi, interino, para el sumnistro de gas durante los pr¨®ximos tres o cuatro a?os.La propuesta espa?ola, seg¨²n las fuentes de este peri¨®dico, no recibi¨® ning¨²n comentario positivo por parte argelina, cuyos negociadores continuaron evaluando los perjuicios causados por Espa?a al no cumplir su compromiso de retirar anualmente de los campos de producci¨®n argelinos los 45.000 millones de termias contratados. Espa?a tan s¨®lo retir¨® 13.000 millones de termias en 1982, pese a la cl¨¢usula take o pay (toma o paga, literalmente) que obligaba a Enagas a retirar las cantidades acordadas o, en su defecto, a abonarlas.
La frialdad con que los argelinos recibieron la propuesta espa?ola es tan s¨®lo comparable con el efecto que el parcial conocimiento de la misma ha producido en medios energ¨¦ticos espa?oles y en algunos ministerios. Seg¨²n estos medios, la propuesta espa?ola es excesivamente generosa, no s¨®lo por el coste inmediato que la misma puede tener sobre las arcas p¨²blicas espa?olas, sino por fa trampa impl¨ªcita en la que se puede caer. ?sta se refiere al hecho de que si se acepta expl¨ªcitamente el precio franc¨¦s del gas natural; puede entenderse que tambi¨¦n se acepta la f¨®rmula de c¨¢lculo del mismo. Entonces, opinan las citadas fuentes, se habr¨¢ entrado en una din¨¢mic¨¢ de precios altamente perjudicial para Espa?a o, en cualquier caso, mucho m¨¢s perniciosa que la que se contemplaba en el acuerdo de 1974.
En otras palabras, dicen las fuentes, el acuerdo de 1974, pese a las fuertes cr¨ªticas que recibe por algunos estudiosos, beneficia mucho m¨¢s a Espa?a que el que ahora podr¨ªa alcanzarse por la v¨ªa de la nueva propuesta espa?ola. Se trata, pues, de mantener el precio anterior a toda costa o, en caso de que eso resulte inviable, de ceder en precios, pero a cambio de algo. Ese algo, a?aden las fuentes, s¨®lo puede venir por el lado de las compensaciones que los argelinos exigen o, lo que es lo mismo,-por un acuerdo en la cuesti¨®n de las cantidades a retirar, con una sensible disminuci¨®n de las mismas.
Punto muerto
El problema, en cualquier caso, parece estar centrado en la manera de negociar y en la dificultad de entenderse. Argelia, pese a los ofrecimientos espa?oles, sigue empe?ada en equiparar el acuerdo espa?ol con el alcanzado con Francia, B¨¦lgica o Italia en materia de precios. Para Espa?a, la cuesti¨®n se centra en que, al carecer de una infraestructura gas¨ªstica similar a la de estos pa¨ªses, hablar de gas natural en las mismas condiciones que los franceses es hablar de unas inversiones en gasoductos y en unos consumos futuribles que convierten esta fuerte energ¨¦tica, pese a su limpieza y poder calor¨ªfico, en algo fuera del alcance del bolsillo espa?ol.Para enredar m¨¢s el asunto, hay que resaltar el hecho de que la Administraci¨®n socialista espa?ola est¨¢ empe?ada, seg¨²n las ¨²ltimas versiones del Plan Energ¨¦tico Nacional (PEN), en conceder una prioridad absoluta al gas natural dentro de la nueva estructura de consumo de la energ¨ªa primaria. Este hecho viene demostrado, incluso, por el reciente anuncio de una moratoria en el plan nuclear espa?ol que hace presagiar que, en el caso de un crecimiento de la demanda de energ¨ªa el¨¦ctrica superior al previsto en el PEN en los pr¨®ximos a?os, se intentar¨¢ cubrirla por cualquier medio al alcance, incluido el gas natural.
Es por eso que a las reservas en cuanto al proceso negociador con Argelia se han a?adido ahora las quejas de aquellos grupos energ¨¦ticos que ven en el gas natural una amenaza inmediata a sus intereses. Con una Administraci¨®n decidida a lanzar los consumos de gas, sin aparentemente tener en cuenta la viabilidad econ¨®mica de esta fuente energ¨¦tica frente a otras ya instaladas o amortizadas, estos grupos creen' ver que lo que est¨¢ detr¨¢s de las negociaciones con Argelia son intereses pol¨ªticos y econ¨®micos muy concretos. El viaje a Argelia, el pasado marzo, del vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, parece abonar esta tesis, que, por otro lado, no parece muy coherente ante la dificultad de llegar a un acuerdo.
Sea como sea, las negociaciones con Argelia est¨¢n sacando a la luz la complejidad de las vinculaciones econ¨®micas de los dos pa¨ªses. El volumen de intercambios econ¨®micos que representa Argelia para Espa?a es el m¨¢s alto del norte de Africa, y el riesgo financiero y comercial contra¨ªdo por entidades espa?olas es, a su vez, muy elevado. S¨®lo el Banco Exterior, por ejemplo, tiene una gran parte de su riesgo exterior centrado en este pa¨ªs, y algo similar sucede con la banca comercial espa?ola, que ha acudido a financiar all¨ª muchos proyectos que involucraban a sus empresas.
Precisamente, un problema adicional que han planteado las negociaciones con Argelia es el del impacto que el punto muerto en que han ca¨ªdo las mismas est¨¢ teniendo en las actividades de estas compa?¨ªas en dicho pa¨ªs. Algunas del ramo de la construcci¨®n y otras exportadoras puras se han quejado, en los ¨²ltimos d¨ªas, a distintas instancias oficiales espa?olas por los retrasos administrativos, en pagos y autorizaciones, que est¨¢n sufriendo.
Los responsables de algunas de estas empresas, que ni siquiera han querido identificar su nombre, no han dudado en achacar sus problemas al atolladero en las negociaciones del gas. En esos medios se afirma sin recato que los argelinos, en este sentido, no se diferencian mucho de otros pa¨ªses del ¨¢rea que plantearon los mismos problemas cuando no marchaba bien un aspecto particular en las relaciones.
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