Don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa inician en Tashkent la ¨²ltima etapa de su visita a la URSS, y hoy viajar¨¢n a Leningrado
Los Reyes de Espa?a han pasado en un solo d¨ªa del Tashkent reconstruido por la solidaridad de las rep¨²blicas sovi¨¦ticas tras el terremoto de 1966 al Leningrado del zar Pedro I y de la revoluci¨®n de octubre, visitando antes los vestigios de la ¨¦poca del Gran Tamerl¨¢n que quedan en pie en Samarkanda. Se abr¨ªa ya la ¨²ltima etapa del viaje de seis d¨ªas a la URSS de don Juan Carlos y do?a Soria, quienes hoy y ma?ana visitar¨¢n Leningrado y regresar¨¢n el mi¨¦rcoles al mediod¨ªa a Madrid.
Las anchas avenidas y las grandes plazas de Tashkent estaban desiertas en la ma?ana de ayer domingo cuando el rey Juan Carlos lleg¨®, pocos minutos despu¨¦s de las nueve, a la Casa de Recepciones, un edificio de ladrillo de una sola planta construido a principios de siglo, en donde le esperaba el presidente del Presidium del Soviet Supremo de Uzbekist¨¢n, Akil Salimov.Las muchas fuentes de la ciudad vaciaban el silencio. En la inmensa plaza de granito rosa en la que se encuentra la tumba al soldado desconocido, una compa?¨ªa de honores esperaba a don Juan Carlos bajo un sol que comenzaba a calentar. Enfrente, la estatua de Lenin con el abrigo abierto por el viento -la misma que se ve en todas las ciudades de la URSS- estaba escoltada por los retratos oficiales de los miembros del Politbur¨® y de los l¨ªderes de la Rep¨²blica sovi¨¦tica de Uzbekist¨¢n.
Antes de escuchar los himnos de Espa?a y de la URSS y de presenciar un breve desfile, el Rey deposit¨® una corona de claveles frente a la llama permanente del monumento f¨²nebre. Aparte de las autoridades, periodistas y soldados, nadie m¨¢s asisti¨® a la ceremonia en la inmensa y vac¨ªa explanada.
Ya junto a la Reina, don Juan Carlos acudi¨® a la Exposici¨®n de los Logros de la Econom¨ªa Popular, y de ah¨ª salieron hacia el metro, orgullo de Tashkent, construido a prueba de se¨ªsmos en una ciudad que sufre un millar de temblores al a?o y que fue destruida por completo en 1966.
En vagones id¨¦nticos a los que prestan servicio cotidianamente, los Reyes subieron en la estaci¨®n que lleva el nombre del poeta nacional Jamid Alimyan, pasaron de largo ante la de la Revoluci¨®n de Octubre y descendieron a contemplar la de Lenin.
Desde el mismo metro, los Reyes entraron al palacio de Congresos, adornado con un lujoso interior de m¨¢rmol rosa. All¨ª sentaron en el gran patio de butacas para contemplar el espect¨¢culo que se les ofrec¨ªa: la apertura de los grandes cortinones del escenario, en esta ocasi¨®n sembrado de lucecitas de colores que se apagaban y encend¨ªan al ritmo de una melod¨ªa pop sovi¨¦tica.
El bol¨ªgrafo del Rey
El presidente Salimov ofreci¨® a continuaci¨®n un banquete a los Reyes. En el men¨², entre otros muchos platos, figuraba caviar ruso y plof uzbeko, ecl¨¦ctica y s¨ªmbolica muestra gastron¨®mica. Salimov pronunci¨® su brindis en ruso, que fue traducido al castellano por un int¨¦rprete bastante nervioso y no muy eficaz, que tuvo que utilizar para tomar sus notas un bol¨ªgrafo que le prest¨® el propio Rey. Despu¨¦s, el Rey prest¨® tambi¨¦n una copa al int¨¦rprete para que pudiera sumarse a los brindis.Don Juan Carlos pronunci¨® un breve y cari?oso discurso antes de volver a levantar su copa. Felicit¨® a los uzbekos por la prosperidad de su rep¨²blica y finaliz¨® dando las gracias en la lengua local.
A primera hora de la tarde, el avi¨®n de Aeroflot en el que los Reyes viajan por la URSS lleg¨® a la ciudad de Samarkanda. J¨®venes y ni?os correteaban hasta los lugares que iban a ser visitados por los Reyes. Una gu¨ªa tur¨ªstica les relataba a ¨¦stos, en ingl¨¦s, la historia de cada uno de los conjuntos monumentales.
Don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa vieron primero el observatorio astron¨®mico del nieto del gran Tamerl¨¢n, Ulug Beg, del que a¨²n se conserva el gran sextante excavado en la roca. De ah¨ª marcharon a la necr¨®polis de Saki-Sind¨¢ (El Rey Vivo), en el que fueron enterradas las favoritas del Tamerl¨¢n.
El nombre de la necr¨®polis procede de una vieja leyenda que cuenta c¨®mo uno de los sucesores del profeta, muerto degollado en ese lugar, escap¨® de sus verdugos con sus propios pies llevando su cabeza bajo el brazo. La belleza del lugar -al que el paso de seis siglos no ha restado brillo- pareci¨® satisfacer mucho a los Reyes, quienes no disimularon su admiraci¨®n.
El Reguist¨¢n es tambi¨¦n escenario de la historia contempor¨¢nea de la rep¨²blica uzbeka. A finales de la primera d¨¦cada de este siglo un grupo de mujeres -muchas de las cuales pagar¨ªan con la vida su gesto de rebeld¨ªa a manos de sus propios maridos- quemaron all¨ª sus cabellos para protestar por las at¨¢vicas normas que las manten¨ªan sojuzgadas.
En el Reguist¨¢n, la Reina mostr¨® sus deseos de conocer el bazar, lugar que no estaba previsto en el programa. En el abigarrado mercado, los Reyes pasearon por entre las tiendas.
La Tumba del Emir (Gur-Emir), en la que yacen Tamerl¨¢n y Ulug Beg, fue el ¨²ltimo lugar visitado por los Reyes. Este lugar tambi¨¦n tiene su leyenda, aunque los efectos son contempor¨¢neos. Se dec¨ªa que si se violaba el mausoleo de Kamerl¨¢n se abrirla paso a un gran desastre. Un d¨ªa de 1941 fue levantada la gran losa para iniciar unas excavaciones. Al d¨ªa siguiente el ej¨¦rcito nazi comenzaba la invasi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
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