Los Virtuosos de Mosc¨² y los de San Sebasti¨¢n

Los Virtuosos de Mosc¨², que dirige ese alt¨ªsimo violinista y m¨²sico que es VIadimir Spivakov, hacen honor a su nombre. No se trata, en este caso, de detentar una denominaci¨®n, sino de llenar de contenido un concepto, y ello en dos sentidos: virtuosismo individual (como el de los violinistas Futer y Garlitzky, el asombroso obo¨ªsta Utkin, sin olvidar a nuestro trompetista Jos¨¦ Ort¨ª), y virtuosismo colectivo dentro de un estilo de c¨¢mara, tan dominado por Spivakov, que a ¨¦l cede buena parte de su gran carrera solista de divo.El Bach de Los Virtuosos de Mosc¨² es bell¨ªsimo y palpitante, y all¨¢ los especialistas si quieren ir a buscarle la etiqueta de autenticidad original. Est¨¢ claro que las versiones de Los Virtuosos no obedecen a mero capricho, sino a un pensamiento general preciso y bien orientado que se acusa en la nobleza estil¨ªstica y los quiebros cortesanos aplicados a los conciertos, la honda religiosidad con que exponen las misas luteranas y la explosi¨®n virtuos¨ªstica mostrada en la Cantata 51, tan dif¨ªcil para la soprano como para la trompeta.

Las cuatro misas luteranas guardan la misma forma: seis n¨²meros, el primero para el Kyrie y los otros cinco para el Gloria. Tanto el Kyrie como los n¨²meros extremos del Gloria son corales, mientras las partes internas est¨¢n a cargo de los solistas. Se sabe que en su casi totalidad el material de las misas luteranas procede de otras obras de Bach, lo que nada importa cuando los resultados son tan bellos y unitarios como en la Misa en fa mayor (BMV 233).

Si los solistas vocales -Carmen Anhorn (soprano), Christel Borchers (contralto) y Siegfried Lorenz (bajo)- lucieron un estilo muy atractivo servido por una materia vocal de gran calidad, los instrumentales y el conjunto de Spivakov hicieron un alarde de bien tocar. A ellos se incorpor¨® el Orfe¨®n Donostiarra (reducido a 40 voces), que dirige Ant¨®n Ayestar¨¢n, en un trabajo de tanta categor¨ªa como el de los visitantes sovi¨¦ticos. La agilidad y flexibilidad en articulaciones y matices din¨¢micos, la consecuci¨®n de un instrumento colectivo que se produce cual si de un gran solista se tratase, asombr¨® a todos.

Hoy por hoy no existe en Espa?a un coro capaz de alcanzar un nivel comparable al del grupo de San Sebasti¨¢n. Bien lo capt¨® el p¨²blico del Real al dedicarle las mayores ovaciones en una tarde tan pr¨®diga en aplausos, como los merecen Spivakov y Los Virtuosos. Junto a los de Mosc¨² hab¨ªa otros: los virtuosos vocales de San Sebasti¨¢n. ?Bravo! Todav¨ªa a modo de propina, la peque?a orquesta sovi¨¦tica dio nuevas lecciones de cantabilidad bien ligada, magn¨ªfica y transparente sonoridad y capacidad de tensi¨®n incalculable en el aria de la Suite en re.